Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Socialismo free

Ayuso junto a Rajoy y Abascal en el acto de toma de posesión de Mañueco, el 19 de abril de 2022

38

Durante los años tenebrosos del Tercer Reich, los nazis acuñaron una expresión para calificar los territorios donde se había completado la supresión de los judíos, ya sea mediante su transferencia a otros lugares ocupados por Alemania o mediante su aniquilación física. Esa expresión era 'Judenfrei' (libre de judíos). En ocasiones utilizaban con el mismo fin una variante más perversa si cabe: 'Judenrein' (limpio de judíos). Lo que comenzó con la expulsión de los judíos de la capital alemana –“Lo más importante es que el Reichshauptstadt [Berlín] sea Judenfrei. No descansaré hasta que este objetivo se cumpla totalmente”, anotaba Joseph Goebbles en su diario el 24 de octubre de 1941- terminó en el exterminio de casi toda la judería europea.

Entre los cientos de territorios declarados 'judenfrei' se contaban Pinczow, Czestochowa, Nowy Sacz y Szydlowiec, las ciudades de mis abuelos. Ellos salieron a tiempo de Polonia, pero la mayor parte de sus familiares perecieron de hambre y enfermedades en el gueto o gaseados en los campos de exterminio de Treblinka y Belzec. El conocimiento de esta historia que me toca personalmente, así como determinadas lecturas reveladoras –en particular la Lengua del Tercer Imperio, en que el filólogo Viktor Klemperer analizó con lucidez la expansión del nazismo en la sociedad a través de la propaganda y la reformulación del lenguaje cotidiano-, han desarrollado en mí un estado permanente, quizá obsesivo, de alerta ante la utilización perversa de la lengua para la demonización de colectivos humanos.

Por eso me chirrió ese “Socialismo free” (libre de socialismo) que proclamó la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso la semana pasada en la toma de posesión de Alfonso Fernández Mañueco como presidente de Castilla y León. Y que, a juzgar por la satisfacción que le produjo el impacto mediático de su ocurrencia, es probable que la convierta en un nuevo eslogan del tipo “Comunismo o libertad” utilizado en las últimas elecciones madrileñas. Por supuesto que no estamos en el escenario de los años 40 del siglo pasado, faltaba más, pero las palabras de Ayuso –incluso se estampó una camiseta con ellas- no deberían tomarse a la ligera, como una anécdota pasajera, ya que encierran un mensaje que busca instalar en el ambiente la idea de la extirpación del otro, del desprecio a todo un colectivo cuyo pecado es pensar distinto a ella. Y ese tipo de mensajes es especialmente pernicioso en estos tiempos viscosos en que la polarización y la intolerancia arraigan de modo alarmante en la sociedad.  

Proclamar a Castilla y León como territorio libre de socialismo no solo es infame, sino, por fortuna, falso. En los comicios de 2019, el PP fue el segundo partido más votado después del PSOE, pero se hizo con el Gobierno gracias a una coalición con Ciudadanos. En las elecciones de febrero pasado, el PSOE quedó pisando los talones al PP. Un total de 365.434 ciudadanos (el 30,02%) votaron por los socialistas, mientras que 382.157 (el 31,4%) lo hicieron por los populares. La insuficiente victoria del PP lo llevó a pactar con Vox, abriendo por vez primera a la extrema derecha la puerta de un gobierno en España, mientras que en otros países europeos la ultraderecha es sometida a un celoso cordón sanitario para evitar que entre en las instituciones. 

Mañueco gobierna hoy a costa de aliarse con un partido que cuestiona los valores en que se ha cimentado la Unión Europea, el proyecto democrático más exitoso de la historia. Allá él. Pero proclamar que Castilla y León es “socialismo free” constituye una afrenta para los cientos de miles de ciudadanos que votan por opciones de izquierdas y no por ello merecen ser tratados como personas de segunda clase, cuando no inexistentes. Ese tipo de expresiones reflejan una forma de entender la política basada en el odio, en la exclusión y destrucción del adversario. El lenguaje no es neutro. En determinadas circunstancias puede llegar a causar estragos. Los estrategas de la Puerta del Sol harían bien en meditar mejor las frases que le diseñan a la líder, a menos que lo que pretendan sea precisamente enturbiar más la convivencia entre los españoles.

A propósito, resulta cuando menos curioso que la presidenta madrileña, tan celosa en la defensa del idioma español que incluso ha creado en su Gobierno una oficina con tal fin, recurra a un anglicismo para su nueva proclama. ¿Por qué “socialismo free” y no “libre de socialismo”? ¿Tiene algo que decir al respecto Toni Cantó, el feroz guardián de las esencias de nuestra lengua milenaria?

Etiquetas
stats