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Terror en la comunidad

Archivo - Viviendas, pisos en Santander

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Lo que he sufrido y nada, todo es nada/ para lo que me queda todavía

Miguel Hernández

No sé si vivieron el pánico chusco que destilaban los siniestros personajes de La Comunidad. No es difícil disfrutar con Álex de la Iglesia, bien por la tensión bien por la caspa que discurría por aquella escalera de casa de vecinos. Lo que sí tengo claro es que hay otro tipo de pánico que se va colando en las comunidades, que de momento se ha vivido como ese instante frío y sorpresivo en el que el cadáver se cae del armario pero que amenaza con convertirse en una tensión sostenida, en un miedo cerval a los próximo sobresaltos.

No hace falta que tengan a nadie emparedado, basta con que tengan una caldera común de gas natural. Con eso y con la factura del mes de diciembre habrá empezado su propia y diabólica historia. Los precios del gas han subido, sí, pero en pocas ocasiones se manifiesta que para los españoles que viven en comunidad, esta subida ha sido casi el doble de la que han experimentado aquellos que tienen calderas individuales. No, no se trata de poder encender o apagar o regular el calor, hoy día esto está resuelto y hasta hay contadores individuales, se trata de que en este endiablado mercado energético español, las comunidades de vecinos son tratadas como industrias por las energéticas, de manera que no pueden acogerse al mercado regulado, como hacen los vecinos individuales, sino que deben tarifar en el mercado libre a un precio mucho más elevado y fluctuante. Resumiendo, que a pesar de que el destinatario final del calor sea un ciudadano de a pie con su vivienda, las comunidades suelen consumir más de 50.000 kilovatio hora anuales, así que se convierten en grandes consumidores. 

¿Saben cuánta gente que podría calentar su casa si tuviera una caldera individual se ve con problemas económicos o en la necesidad de reducir el calor de su vivienda por el mero hecho de tener un sistema de calefacción centralizado? ¿Ha pensado el Gobierno que hay una bolsa de ciudadanos que están en apuros energéticos por el hecho administrativo de que no pueden pagar el gas al mismo precio que los que tienen una caldera individual? 

El Colegio de Administradores de Fincas de Madrid ha intentado hacer llegar este problema a la opinión pública y, sobre todo, al Gobierno, que tendría que contemplar en su paquete de medidas para hacer frente a las subidas implacables de la energía, algo tan básico como que una comunidad de vecinos no es sino la reunión de consumidores individuales, que no hay afán de lucro, que no hay business, que sólo hay gente que quiere calentarse o refrescarse, según la temporada, y que tiene derecho a hacerlo en las mismas condiciones que el resto de españoles. 

Según ellos mismos explican, el Gobierno ya ha avanzado que las tarifas de último recurso subirán en enero una media del 5%, aunque en las revisiones trimestrales se irá absorbiendo la deuda hasta llegar al límite del 2%. Eso no va a pasar con las comunidades de vecinos que no podrán optar a esa tarifa sino que tienen que vincularse por narices al Mercado Libre Ibérico de Gas. ¿Lo entienden? Yo lo acabo de entender cuando he tenido que apoquinar el doble de calefacción por el mes de diciembre que lo que pagué en diciembre pasado. Cuando se hacen las cuentas, mi administrador de fincas me las acaba de hacer, resulta que si en el edificio tuviéramos cada uno nuestra caldera, yo hubiera pagado la mitad. Es realmente arbitrario, injusto, discriminatorio y una muestra mas de la incomprensible regulación de la energía que rige en nuestro país. ¿Cómo van a conseguir que las calderas de comunidad de combustibles fósiles y contaminantes que siguen funcionando en miles de edificios se cambien al gas? ¿Quién le vende esa moto a nadie hoy en día?

Estoy más que segura de que muchos vecinos de España descubrirán leyendo este artículo por qué los recibos de energía de su comunidad se han vuelto estos meses una peli de terror. Y lo que queda. Así que toca exigirle al Gobierno que acabe con esta doble vara de pagar, porque sea cual sea el sistema que rija en nuestro edificio, todos los vecinos tenemos derecho a obtener el gas al mismo precio, dado que lo hacemos para una cuestión tan básica como caldear nuestro hogar. Sepan, los administradores lo saben, que no son ni uno ni dos los que han tenido que cerrar la llave de entrada de la calefacción a sus viviendas ante la brutal subida de precios, en nada comparable a la del usuario con caldera estanca individual.

Es hora de que el Gobierno repare también esta afrenta. El Consejo de Colegios de Administradores de Fincas le ha pedido ya al Ejecutivo que en aquellas comunidades de vecinos en las que la factura del gas ha subido un 60%, que son muchas, puedan cambiar de tarifa al mercado regulado, incluso suspendiendo antes de tiempo la del mercado libre que tengan contratada. Lo piden ellos, oiga, y lo pido yo y cualquiera que sea el pagano de esta curiosa circunstancia. 

A veces los gestos son muy simples, tanto como permitir acogerse a una tarifa, y no hay motivo político ni real que impida llevarlo a efecto. Eso conseguiría aliviar la presión económica a millones de hogares de este país. Incluso a los que tienen contador individual, que es la última novedad que legislaron el año pasado, pero que en nada nos ha protegido de un sablazo que nos dan por una interpretación espuria del papel de la comunidad como “consumidor industrial”.

Si le han metido un rejón, ya sabe por qué.

También quién tiene la solución.

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