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Los títeres somos nosotros

El presidente en funciones, Mariano Rajoy.

Igor Marín

La pomposa Corona británica vivió su particular annus horribilis en 1992. Líos de faldas y alguna república que abandonaba a la reina empañaron el 40 aniversario de la coronación de la reina Isabel. En España, que también se acerca al 40º aniversario de su democracia, es tal la acumulación de escándalos y sinsentidos que buscar un año, un mes o siquiera una semana horrible es casi imposible. Lo son todas. Pero los últimos días han sido un compendio de lo que somos. Y no pasa (casi) nada.

Esta semana, aunque muchas cosas vienen de las anteriores, hemos vivido el absurdo al cuadrado. La Audiencia Nacional ha mandado cinco días a prisión a dos titiriteros por considerar que en una representación de marionetas hacían apología del terrorismo. Ya se ha dicho todo o casi de este caso. Lo ha resumido perfectamente Juan Diego Botto en un artículo publicado en este periódico. Pero lo peor no es que el Poder Judicial se haya saltado su deber, espoleado por la política más rancia y por los medios más parciales y rastreros, y haya estirado la interpretación de la ley hasta deformarla. Lo peor es que no ha pasado nada. La vida sigue y seguirá igual. Y los muchachos, cuyo mayor delito habrá sido ofrecer una obra mala o mal programada, han pasado de momento cinco días encarcelados que nadie les podrá devolver.

Esta semana, al calor de los títeres, ha vuelto ETA a los titulares. Por suerte, no ha sido por extorsionar, secuestrar, amenazar o matar. Ya llenaron de dolor y rabia demasiados años. Pero parece que algunos añoran políticamente ese tiempo. Porque cada vez que algo les incomoda, recurren a él. Como si ETA y su sangriento pasado fuesen algo como para especular, tomárselo a chance, o jugar con ello. Primero, muchos medios han señalado a los mencionados titiriteros como filo etarras por la desafortunada pancarta de Gora Alka-ETA (¿qué fue de 'Je suis Charlie Hebdo'?). Después, el ministro de Interior ha asegurado que “ETA está esperando como agua de mayo un gobierno del PSOE con Podemos” ¿Se lo habrá dicho alguien de ETA a Fernández Díaz? ¿Habla con ellos? ¿El respeto a los votantes que reclama constantemente el Partido Popular solo es a los siete millones que han apostado por su imputada formación? ¿Los doce millones que han votado a PSOE, Podemos e IU no merecen un respeto?

También ha sido durante los últimos siete días cuando el Partido Popular, el que presume de haber hecho los mayores avances en la lucha contra la corrupción, que dice ser transparente, que ve a su presidente como dama ofendida llamar indecente a Pedro Sánchez en el debate electoral cuando se le acusa de lo mismo que los tribunales señalan a su partido... Pues bien, ese partido ha decidido no declarar en el caso de los discos duros que usaba Bárcenas y que fueron destrozados en su sede. No tienen palabras. Nada que decir. Nada que aclarar. Nada que explicar. Ni siquiera a través de un plasma. A pesar de que, probablemente, nadie sepa tanto de corrupción en España como muchos de los miembros del partido imputado. Y a las celdas me remito.

Los últimos días también han visto, de nuevo, a la Guardia Civil en la sede del Partido Popular buscando pruebas de corrupción en el PP madrileño de Esperanza Aguirre. La misma que 'tiene' a su secretario general, Francisco Granados, en la cárcel por corrupto. También hemos vivido más episodios de la presunta corrupción del PP de Valencia, con Rita Barberá protegida por los suyos y nombrada miembro de la Diputación Permanente del Senado. Y estos días hemos visto a Jaume Matas, exministro y expresidente de Baleares por el Partido Popular, señalar el interés en contratar con dinero público a Iñaki Urdangarin. También ha desfilado el expresident de la Generalitat de Catalunya Jordi Pujol por la Audiencia Nacional para insistir en que su fortuna procede de la herencia del abuelo.

Todo esto, y más cosas, han pasado durante los últimos días. Y, seguramente, nada de ello tenga consecuencias más allá del cabreo que arrastramos cada día. Habrá quien diga que la Justicia está actuando, pero no es una verdad absoluta. Actúa, investiga y juzga, pero los culpables verdaderos nunca caen. Porque ellos son los que de verdad manejan los hilos y nosotros, a nuestro pesar, somos sus títeres.

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