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Del “no cabe uno más” a “que vengan los que nos digan”

José María Calleja

Cuando escuché a Margallo decir que en España entrarían los refugiados sirios que dijera Hacienda, esto es, Montoro, pensé que este ministro, que tiende a despreciar a toda la oposición, ya estaría urdiendo qué nuevo tipo de IVA aplicar a quienes lograran llegar a nuestras fronteras.

No solo porque es más que probable que estos refugiados sean contrarios a la guerra, como nuestros artistas, sino también porque ha demostrado Montoro un afán recaudador tan selectivo como injusto, una línea que le ha llevado a no creer a Cáritas, cuando esta organización daba datos de la pobreza en España, para luego dejar correr la idea de que el PP es como Cáritas, en cuanto a bienhechor y perceptor de donaciones sin IVA.

En unos días nuestro gobierno y sus jaleadores han pasado del no caben, no podemos traerlos, no somos ricos, no somos como los alemanes, tenemos la capacidad de acogida saturada; de desobedecer y negarse a traer los refugiados que nos pedía Europa, a decir que el presidente está “completamente traumatizado” –que no digan que le falta empatía con los desvalidos–, que aceptaremos los que nos diga la Comisión Europea, que vengan todos los que tengan que venir...

Qué ha pasado entre unas declaraciones y otras: ¡Una foto conmovedora! El niño Alan Kurdi, ahogado en una playa turca, parece haber hecho más por los refugiados en toda Europa que centenares de informaciones anteriores que nos hablaban de niños asesinados, sin foto, de toneladas de imágenes que nos hablaban del desgarro que se estaba viviendo en Siria.

Obsesionado como está el Gobierno del PP ante el riesgo de perder las elecciones generales, ahora se han puesto el letrero de “somos sensibles” –un peldaño más del “nos ha faltado piel”– y en un afán por sintonizar con el estado emocional que ha provocado la foto del niño muerto en la mayoría de los españoles, han decidido que lo que antes era metafísicamente imposible, ahora parezca que están ansiosos, muriéndose de ganas por hacerlo, esperando a los refugiados con los brazos abiertos; es más, que ya lo llevaban haciendo desde hacía meses, aunque no nos hubiéramos enterado ninguno, tampoco ellos mismos.

La diáspora de ciudadanos sirios que huyen despavoridos de su país es de tal envergadura, su imagen deambulando por los campos, durmiendo en las carreteras, subiéndose a empujones a los trenes, hacinados; el brutal e inhumano trato que les propinan los policías húngaros, todo ello resulta tan desgarrador que provoca entre los ciudadanos de a pie una reacción inmediata de apoyo, de ofrecerse para intentar paliar el destrozo.

Ante las imágenes de la diáspora, antes de la foto del niño ahogado, las autoridades políticas de Inglaterra dijeron que no querían a nadie; Austria tampoco, el gobierno de Hungría les ponía, orgulloso y sin complejos, alambradas; Polonia decía que solo un puñado y ¿España? , ¿qué decía el Gobierno de España?, pues que aquí no, que somos un país pequeño en realidad, que no somos los alemanes del sur, aunque lo digamos para ganar votos.

Nuestros principales gobernantes no sabían, antes de la foto del niño ahogado, cuántos refugiados íbamos a acoger; tenían claro, desde luego, que en ningún caso serían los 4.288 que se nos pedían. Hablaban de unos dos mil, sin precisar la cifra. Ahora tampoco se sabe la cifra exacta, pero la actitud parece haber cambiado: estamos a la orden de “lo que nos diga la Comisión Europea, quédese con esta noticia”, dijo este martes Soraya Sáenz de Santamaría en la Sexta, subrayando que era nuevo lo que afirmaba.

Esta nueva disposición no se hubiera producido de no haberse capturado la imagen del niño ahogado, de no haberse difundido masivamente, de no haberse desatado una movilización y un clamor por parte de miles de ciudadanos en España, ante los que el gobierno no quiere quedar como insensible, no quiere que tampoco se le vaya ningún voto por ahí.

Parece evidente que el problema de los refugiados sirios que quieren ser alemanes, en concreto, y europeos, en general, era igual de grave y sangrante antes de la foto que ahora. Ha cambiado sólo la percepción, el estado emocional de los ciudadanos y eso ha obligado a los gobernantes a prometer cosas que antes rechazaban. Veremos si lo cumplen, pero seguro que Montoro anda ya rumiando algún tipo de IVA para los venidos de fuera.

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