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Y nada más que la verdad

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy | Imagen de archivo.

Antón Losada

A la tercera fue la vencida. El sentido común y la razón jurídica empujaban de manera inexorable a que Mariano Rajoy acabara siendo llamado como testigo en el juicio de la Gürtel. Han aparecido durante las sesiones hechos nuevos y relevantes que reclamaban su testimonio y resultaba incomprensible que no compareciera quien era el secretario general del PP durante años clave de la vida de la trama, especialmente tras haber sido llamados a testificar los restantes exsecretarios generales. El argumento de inutilidad y redundancia manejado por la Fiscalía y los abogados del Estado para oponerse a la prueba testifical de Rajoy sí que ha acabado resultado inútil, además de extravagante.

Para quien crea en la independencia y la fiabilidad de la Justicia española la citación de Rajoy aporta una prueba en sí misma. Para quienes últimamente asistimos inquietos y desconcertados a una serie de sonoras decisiones que parecen indicar que tener buen patrimonio o un apellido con pedigrí suma puntos ante nuestros tribunales, supone un paso en la dirección adecuada. Para la credibilidad del propio juicio, la higiene procesal de nuestra democracia y la salud de nuestras instituciones trae una buena noticia.

Para Mariano Rajoy y el PP, en cambio, representa un riesgo que han hecho todo lo posible por evitar. Sea en la Audiencia o a través del plasma de una videoconferencia, testificar ante abogados que pueden ejercer el derecho de contradicción implica exponerse a la oportunidad de incurrir en contradicciones, dejar escapar aquello que no se quería o no se debía, o simplemente cometer algún error que pueda acabar pagándose caro.

Al testigo Rajoy se le pueden formular y se le formularán preguntas que carecen de una respuesta fácil o barata. La primera y la más difícil será explicar por qué dio la orden de dejar de contratar a las empresas Gürtel en el año 2004.

Si contesta que lo hizo, como han afirmado ya otros testigos, porque se le advirtió que Correa y sus mariachis andaban haciendo negocios oscuros a la sombra del partido, podrá preguntársele por qué, en lugar de dar traslado de tales denuncias a quien correspondiera para que fueran investigadas como parecía su deber, optó por dejarlo correr con un gracias por los servicios prestados mientras se les permitía seguir haciendo esos mismos negocios a costa del erario público en Madrid o Valencia.

Si responde que lo decidió únicamente porque querían cambiar de proveedor, entrará en directa contradicción con el relato que el propio PP nos ha suministrado para justificar sus casos de corrupción; esa épica historia según la cual fue Rajoy quién inició el desmontaje y desinfección de una trama Gürtel exuberantemente florecida bajo el mandato de Aznar.

Por mucho que corran en el PP para convencernos de que la han dejado atrás, parece que la corrupción siempre los acaba alcanzado. Mariano Rajoy, servidor del Estado y presidente del Gobierno, comparecerá como testigo obligado a contestar a todas las preguntas y decir la verdad y nada más que la verdad. No tiene derecho a mentir. Que nadie se lo regale. Adelante Mariano, la verdad te hará libre. Ya lo dijo Esperanza Aguirre, siempre es una alegría colaborar con la Justicia.

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