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Baby-boomers: una injusticia social
Ahora que nos llega el momento de la jubilación a los de la generación del ‘baby boom’, la Seguridad Social no tiene ahorros y los jóvenes de la actualidad son una generación poco numerosa y muy precaria.
El ministro Escrivá ha promovido que los boomers tengamos que aceptar un ajuste en la pensión o un aumento de la edad de jubilación (o las dos) para asumir una parte de los costes que posteriormente supondrán nuestras pensiones.
¿Más ajustes? Tengo 56 años y llevo cotizados 39 años. Cuando cumpla la edad mínima para jubilarme (65) habré cotizado 48 años.
¿De verdad que no hemos contribuido lo suficiente?
Aquí nadie se pregunta algo fundamental: ¿Dónde está todo el dinero de las cotizaciones que hemos aportado los baby boomers?
Durante décadas, se han estado utilizado nuestras cotizaciones a la Seguridad Social para financiar otras partidas presupuestarias que nada tenían que ver con las prestaciones contributivas. Las cotizaciones financiaron hasta finales de los noventa una parte de la sanidad pública, financiando los gastos corrientes de la Sanidad, ni siquiera de la Seguridad Social.
Una buena parte de las infraestructuras sanitarias existentes hoy en día, principalmente hospitales, se han levantado con las cotizaciones a la SS de los baby boomers, así como muchas políticas de empleo, ya sean prestaciones, ayudas a la contratación, reducciones de cuotas, etc.
Se ha creado un serio perjuicio al sistema de pensiones, que ha tenido que soportar con cargo a sus recursos (fundamentalmente, cotizaciones sociales) la parte del coste no asumida por el Estado.
Tanto que miramos la equidistancia con el resto de Europa, miremos a los países de nuestro entorno ¿por qué el resto de países sí han hecho los deberes para garantizar un fondo de pensiones para nuestra generación y aquí lo hemos dilapidado con gastos que nada tienen que ver con las pensiones?
España nos debe el dinero que aportamos al sistema y que, más allá de la equidad intergeneracional, ha dilapidado y ahora nos obliga a sacrificarnos, una vez más, reduciendo nuestras pensiones o alargando, aún más, nuestras carreras, o como mucho me temo, haciendo las dos cosas.
Por si fuera poco, nos penaliza de manera cruel la jubilación anticipada, como si 48 años de vida laboral no hubieran sido suficientes.
Para devolvernos nuestros derechos no queda otra que aumentar la presión fiscal para financiar las pensiones a las que tenemos derecho.
España nos lo debe.
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