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Colapso
Colapso. Una sola palabra, que, tanto políticos, como periodistas, evitan. Y, sin embargo, es el elefante en el salón. En el colapso, varios problemas convergen a la vez, y hacen que, cualquier solución en un sentido, empeore la situación en otro. Por ejemplo, durante Filomena, incrementamos nuestro consumo de recursos para afrontar la crisis, lo que aumentó las emisiones de CO2. Dichas emisiones, provocarán nuevos eventos climáticos extremos. Dejar de usar el vehículo privado, disminuiría las emisiones, pero destruiría puestos de trabajo, lo que incrementaría la inestabilidad social, con la posibilidad de que lleguen al gobierno opciones políticas que niegan el calentamiento global. Las macrogranjas contaminan el agua potable, además de incrementar las emisiones de metano a la atmósfera. Podemos cerrarlas, pero el precio de la carne subirá. La producción de petróleo ya ha iniciado su pendiente de descenso. Lleva décadas subiendo de precio. El diésel, que se fabrica con petróleo de alta calidad, empieza a escasear, pues es el que se ha extraído primero, y se necesita para la maquinaria pesada antes que para el trasporte privado. Hemos empezado a extraer guarrerías, como lo que hay en las arenas bituminosas, en el esquisto, o mediante el fracking. Cosas que se sabía que estaban ahí, pero que no se explotaban, por su baja calidad y alto precio de extracción. Lo peor, no es el precio de la energía, sino que hoy en día todo se hace con petróleo: las bolsas de basura, las jeringuillas desechables, la ropa, los envases, los neumáticos, los ordenadores, las suelas del calzado, las monturas de las gafas, los preservativos, en fin, les animo a que a partir de hoy se fijen en esas cosas. Es cierto que todo se puede fabricar con otros materiales, como antaño: vidrio, cerámica, metales, cuero, madera, piedra, hueso, fibras vegetales, caucho, etc. Pero todo eso significa, una vez más, aumentar los precios y la presión sobre el planeta: el vidrio, la cerámica y los metales necesitan altísimas temperaturas para fabricarse, ¿con qué energía?; el cuero y el hueso, necesitan una gran cabaña ganadera para sustituir una parte de los materiales plásticos; usar madera significa aumentar nuestra presión sobre los bosques, que necesitamos para reciclar el CO2 y frenar la desertificación y las inundaciones; usar piedra significa aumentar el número de canteras; las fibras vegetales y el látex, implican restar tierras de cultivos de alimentos, para cultivar algodón, lino, esparto, cáñamo, caucho (o biocombustibles), en una coyuntura de aumento del precio de los alimentos, escasez y eventos climáticos extremos que destruirán cosechas. Me podría extender, falta hablar de las nuevas y sucesivas pandemias, el agotamiento de los fosfatos, las guerras, las masas de desplazados, el colapso del Estado, la quiebra de los bancos, y, bueno, el deshielo de los glaciares y casquetes polares, y el aumento de las masas de agua oceánica, que alterarán los puntos de presión sobre las placas tectónicas, las cuales se moverán. Lo dejo ahí. Creo que he hecho una imagen clara de lo que es un colapso. Una palabra que debemos empezar a usar: colapso, colapso, colapso.
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