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El conflicto de Palestina en 4500 caracteres
En noviembre de 1947 la ONU aprobó la resolución 181 por la que se proponía la partición en dos estados de Palestina (una antigua “provincia” otomana bajo mandato británico desde 1918): uno judío, que ocuparía el 55% del territorio y en el que vivirían 500.000 judíos y 400.000 árabes, y otro árabe, con el 45% del territorio, habitado por 725.000 árabes y sólo 10.000 judíos. El 14 de mayo de 1948, el día previsto para que las tropas británicas abandonaran Palestina, David Ben Gurion, líder del partido laborista Mapai, proclamó unilateralmente en Tel Aviv la independencia del Estado judío con el nombre de Israel, habiendo conseguido previamente el apoyo de Estados Unidos y de la Unión Soviética. Al día siguiente Israel era invadido por los ejércitos de los Estados árabes vecinos en apoyo de las milicias árabes de Palestina, totalmente opuestas al plan de partición de la ONU, y con el propósito de acabar con el nuevo Estado. Pero el recién formado ejército de Israel, el Tsahal, los derrotó y además ocupó 350 poblaciones que en el plan de la ONU habrían correspondido al Estado árabe, así como la parte occidental de Jerusalén (que según el plan de la ONU habría quedado bajo un estatuto internacional). Israel aumentó así su territorio del 55% inicial al 78% de Palestina y la mayoría de los árabes que vivían allí fueron expulsados de sus casas por el Tsahal o las abandonaron antes de la llegada de sus soldados (en total entre 600 000 y 700 000 árabes marcharon al exilio, yéndose a vivir en su mayoría a Gaza o a Cisjordania. Fue lo que los árabes de Palestina llamaron Al Nakba (“El Desastre”). Las casas y propiedades de los que habían “huido” (término oficial utilizado por el gobierno israelí) fueron ocupadas por el alud de emigrantes judíos llegados desde Europa, en su mayoría supervivientes del Holocausto (unos 700.000 hasta 1951).
En junio de 1967 el Tsahal en solo seis días arrebató Cisjordania y Jerusalén Este a Jordania y Gaza y la península de Sinaí a Egipto, así como los altos del Golán a Siria. El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la resolución 242 que ordenaba la retirada de las fuerzas israelíes, pero esta no fue aceptada ni por los países árabes, porque reconocía el derecho a la soberanía y a la integridad territorial de Israel, ni tampoco por Israel que se acogió a la versión inglesa de la resolución que determinaba la retirada “de territorios ocupados”, no “de los territorios ocupados”, como decía la versión francesa. Tras la nueva derrota árabe, el grupo Al-Fatah de Yasir Arafat, que defendía que los árabes de Palestina debían apoyarse sobre todo en sus propias organizaciones (y no en los Estados árabes) para “destruir Israel”, se hizo con el control de la Organización de Liberación de Palestina (OLP). Se inició a partir de entonces una escalada de atentados y en octubre de 1973 los Estados árabes atacaron a Israel en la llamada “guerra del Yom Kippur” que se saldó con una nueva victoria israelí (Egitpo recuperaría el Sinaí en 1978 tras reconocer a Israel).
El primer (y único) paso para la resolución diplomática del conflicto fue la Conferencia de Madrid de octubre de 1991, patrocinada por Estados Unidos, que propició las conversaciones secretas entre la OLP e Israel que desembocaron en los “Acuerdos de Oslo” de1993-1995 por los cuales se creaba una Autoridad Nacional Palestina sobre algunas zonas de Gaza y de Cisjordania, presidida por Arafat, y a cambio la OLP renunciaba al uso de la violencia y reconocía al Estado de Israel, aceptando así la solución de los dos Estados propuesta por la ONU en 1947 y rechazada hasta entonces. Pero tanto en el lado israelí como en el palestino los sectores más radicales se opusieron a los acuerdos por considerarlos una “traición” y cuando llegaron al poder pusieron fin al proceso de paz. El derechista Likud de Benjamín Netanyahu, contrario a la solución de los dos Estados, ganó las elecciones israelíes e impulsó, sobre todo desde 2009, la extensión de las colonias judías en Cisjordania y la expulsión de los palestinos de Jerusalén Este, haciendo inviable ‘’de facto’’ el Estado palestino. Los islamistas de Hamás, por su parte, consolidaron su poder en Gaza —bloqueada por Israel— y su líder Ismail Haniya negó la validez a los “Acuerdos de Oslo”, rechazó la alternativa de los dos Estados y se negó a reconocer a Israel. Su propósito era destruirlo. Ambas partes retrotrajeron el conflicto a sus orígenes.
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