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España se informa, se entretiene y se cultiva…

El futbolista Lionel Messi porta el brazalete de capitán durante un encuentro

Lorett Rodríguez Schaefer

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Enciendo la tele buscando información actualizada. Tenemos un canal de informativos de 24 horas. ¡Qué bien! Lo pongo. Me cuentan cosas, pero ¿todo esto no lo había leído ya esta mañana en Internet? Bueno, quizás sea mala hora, lo intentaré más tarde. Vuelven a pasar las mismas noticias, no, perdón le han añadido que Messi se va del Barça y que hay una auténtica consternación. Supongo que sería interesante si me gustara el fútbol. Hablan también de Madrid y de Barcelona, lugares en los que no vivo y noticias que no me incumben, o sólo tangencialmente, y que me animan a tomar partido por una u otra ciudad. Bueno, más bien por una, casualmente entre las dos la que menos me gusta. Descubro que debo ser independentista y que esto está mal visto. Me da igual. Yo sólo quería saber cuánto iba a durar la calima y la ola de calor extremo que llevamos sufriendo desde hace dos días en Canarias, para poder salir por fin de casa. Cambio al canal autonómico. Sale una señora de un pueblo del archipiélago (que por algo es un canal autonómico), cocinando y cuando la receta se pone interesante, se interrumpe la emisión con noticias. Debe de ser algo importante…

 Y es que la policía ha puesto muchas multas el fin de semana en la playa porque la gente no llevaba puestas las mascarillas y que Messi deja el Barça. Pienso que a los programadores de televisión deben de contratarlos por sus tendencias sádicas. Conseguir primero que te evadas de la realidad con Doña Pino y su potaje de jaramagos (que ya es difícil), para luego interrumpir constantemente la emisión con anuncios o noticias poco relevantes, para crearte desasosiego e insatisfacción y recordarte que tu realidad es otra - la nueva realidad- es una maldad.

Mi capacidad masoquista es nula, así que cambio de canal. Me voy a las privadas, gente muy malhumorada o excesivamente graciosa sentada en un ruedo soltando lo primero que les pasa por la cabeza; unos sobre cotilleos de viejas glorias o nuevas aspirantes, otros sobre gracietas de todo tipo y condición que encuentran en Ia red, otros sobre políticos y politiqueos, o hablando de deportes, no perdón, de fútbol, no perdón, de Messi. ¡Qué pena que no me guste el fútbol!

Seguimos a 35 grados, con calima y sin saber cuánto va durar este fenómeno meteorológico, que no paranormal, y que alguien con estudios sabrá cuando remitirá, pero que nadie nos cuenta.

Sigo con el zapping, es mediodía, nos alarman con que los casos de contagios de Covid-19 diarios se están acercando a los doscientos. Vivo cerca de una importante encrucijada de calles y oigo sirenas de ambulancias cada rato. Es difícil mantener el ánimo. ¿Volveremos al confinamiento? ¿Tendré trabajo?¿Podré visitar y abastecer de forma segura a mi madre de 80 años que vive sola y que, a pesar de su buen humor, lleva una semana con dolor de espalda y sin atreverse a ir al médico.

Ella, como supongo que hacen todos nuestro mayores, ve mucho la tele y, si no fuera porque habla idiomas y tiene la suerte de tener una antena parabólica con canales extranjeros, estaría seguramente mucho más preocupada y triste de lo que está. Ve algunas buenas películas, que luego comentamos, algunas series europeas de intriga, que las hay y muy buenas, programas culturales en los que se habla de libros, de música, de danza y de teatro, en dónde la gente de la cultura reflexiona sobre estos extraños tiempos que estamos viviendo, y documentales en los que no se habla solo de osos pescando salmones en los ríos norteamericanos, o de Hitler y la segunda guerra mundial.

Es afortunada. No depende de los canales públicos ni privados de nuestro país, en los que entre películas del franquismo y de machotes norteamericanos pegando puñetazos y asesinando a gente, se reduce mucho la oferta, ni tampoco de las plataformas digitales que a cambio de ver programas decentes, te hacen pasar primero por caja.

Se dice que un país tiene los políticos que se merece. No sé si será cierto. Me pregunto si tenemos la tele que nos merecemos.

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