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Madrid, un nuevo síntoma muy grave de la Covid

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Aunque no es nuevo, se ha manifestado muy expresivamente en la capital de España. No es una nueva variante del virus pero necesita un nuevo tipo de vacuna.

Hace más de un año trataba de explicar los extraños comportamientos que, en relación a la Covid, podíamos observar en la gente en plena explosión de la epidemia. Y lo hacía desde mi punto de vista de médico de familia y comunidad, describiendo las diferentes fases de afrontamiento de la enfermedad por parte del paciente. El miedo, la negación, la búsqueda de la culpa o el culpable…

Los resultados de las elecciones no son, como pudiera parecer, la consecuencia del agradecimiento de los madrileños a la “libertad otorgada” por la presidenta durante estos meses para tomar cañas o abrir el bar del pequeño propietario desesperado. Son el resultado de la negación del problema por parte de una gran parte de la población que responde así, negando, a la enorme agresión física —700 mil enfermos, 15mil muertos— psicológica, económica y social que ha acabado con la capacidad de resistencia de la peña.

La respuesta del gobierno, más o menos sensato y acertado pese a las medidas, inesperables por lo demás si hubiera habido un gobierno de derechas, no pueden ser ni milagrosas ni inmediatas pero la gente necesita soluciones inmediatas.

Esa gente, arruinada, que pierde el empleo, que pierde seres queridos, que cae en barrena en la desesperanza del aislamiento, que no puede recibir asistencia médica porque están bloqueados los maltrechos servicios sanitarios, que ve como se agrava la dificultad de sus hijos en una escuela pública semiabandonada, necesita un culpable y que, además, les digan que aquí no pasa nada.

Esa ha sido la estrategia ganadora. No es para tanto, no necesitamos que nos digan si podemos abrir el bar o tomarnos cañas, queremos libertad. Y el culpable es el gobierno, no el virus. El ruido oculta el debate sobre la realidad que no es tan feliz. Esto se entiende muy bien porque pasa, a través de un inmediato cortocircuito, desde el oído hasta los sentimientos sin tener que detenerse a pensar. Aderécese esto con unos toques del nacionalismo castizo y el apoyo económico y mediático y ya tenemos…..Trump a la madrileña, como los callos. Un síntoma o consecuencia muy peligrosos de la Covid que ya se ha descrito en EEUU, donde parece que van poniendo tratamiento.

Como todo síndrome necesita ser bien descrito para poder ser diagnosticado y tratado a tiempo. Aquí el médico debe ser capaz de contener con empatía y oficio la angustia del paciente enfermo; porque está enfermo y muy enfermo, aunque pudiera parecer que los síntomas se deben solo a que está durmiendo mal y está agotado. Hay que explicarle comprensiblemente su estado, sin quitarle importancia pero ofreciéndole esperanza. Estamos ante un síndrome que no se cura con un medicamento mágico en unos días y que, como siempre en medicina, tiene causas sociales y se debe de abordar con tratamiento social y gran implicación de la persona. No hay milagros, ni menos curanderos mágicos como se nos quiere vender. No hay salvadores, en todo caso dirigentes responsables y ciudadanos inteligentes, que no quiere decir sumisos.

Nos han ofrecido un diagnóstico y un tratamiento de intrusos y malintencionados curanderos, que no solo son erróneos. Con mucha mercadotecnia y de sus dotes de charlatán de feria, se han presentado como salvadores aprovechándose del sufrimiento de las personas. Los redentores, como toda terapia no contrastada, producen enormes efectos secundarios: mayor empobrecimiento de los menos favorecidos que perderán sanidad, educación y servicios sociales y los más ricos serán más ricos, como ha podido ser constatado desde hace tanto tiempo cuando se emplean estas pseudoterapias. Más diferencias, insolidaridad y pobreza. Más inequidad. Casi todos salimos perdiendo. Esta no es la solución que, como siempre, pasa por la inteligencia personal, la inteligencia política y la inteligencia social.

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