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Y Podemos le volvió a bailar el agua a la Vieja Derecha…
Hace un par de días; tras conocerse el resultado electoral de municipales, autonómicas y europeas; pensé en escribir a este periódico un artículo que llevara por título “Dimitir no es un nombre ruso, Pablo”. En él pensaba expresar lo que me parece evidente: quien llegó hablando de “Nueva Política” debería tener la altura suficiente para cumplir con el ejemplo, aunque sea por un ademán pedagógico con el resto de mortales y llenar así de contenido ese concepto que, de momento, no se puede decir que se haya distinguido como tal.
¿Hace falta que me explique? La marca Podemos no ha cumplido sus objetivos y va de batacazo en batacazo. La figura de su líder está fuertemente arraigada a esta marca. Cualquier líder que diera más importancia a su programa político que a su ego no esperaría otra debacle para dar un paso el lado y dejar el partido en manos, ahora sí, de una compañera que representara la más que necesaria reformulación estratégica del partido. Vamos, no creo que haya que ser Licenciado en Ciencias Políticas precisamente para saber esto. Como antaño se decía, lo veo más bien de Primero de Bachiller.
En fin, yo que soy un mindundi que suele dejar para mañana lo que tenía que hacer ayer, ¿dónde iba yo a escribir un artículo habiendo como hay tanto politólogo y columnista suelto? Pero hoy tengo libre en el curro y sí, me estoy permitiendo el lujo de recurrir a la escritura como forma de calmar la animadversión que me ha causado el titular con el que me he despertado: “Unidas Podemos no teme un adelanto electoral si Pedro Sánchez rechaza un gobierno de coalición”.
Me he tomado un rato para cerciorarme que no se trataba de la repetición de una pesadilla.
¿Pero de qué vais? Es lo primero que se le cruza a uno por la cabeza. La próxima va a ir a votaros tu madre. (¡Con todo el cariño del mundo para las madres que hacen lo imposible por sus hijos!).
Estamos en un momento histórico en el que, para grave perjuicio de la Democracia, se nos han presentado unas elecciones en clave de dos bloques claramente diferenciados: Derecha (categoría más amplia que incluye el dulcificante “conservadores”) y “Progresistas” (algunos más anquilosados que otros).
A mi entender, “votar con la nariz tapada” es un concepto al que no se le da el peso electoral que tiene; en especial para la izquierda, dicho sea de paso. Si en vez de rodearse de personas que los vanaglorian salieran un poquito del chalet a la calle, se darían cuenta de la inconsciencia que supone el titular “no le tengo miedo a las urnas”.
Es decir, ya no es sólo hablar del apoyo real o no que tengas en la calle, es que estratégicamente no se puede concebir una jugada más torpe. Estamos en un momento insólito donde hasta algunos “señoros del Ibex 35” se han manifestado públicamente para dar un tirón de orejas al que era su ojito mimado, animándolo a que se trague esas palabritas que se le escaparon cuando víctima de onanismo mental se reflejaba como líder de la Vieja Derecha.
Ciudadanos parecía aspirar a ser una Derecha Moderna que dejara atrás el enconamiento con la Iglesia y el Falangismo de este país, lo que llamo Vieja Derecha y que tanta relevancia tienen en el PP. Sin embargo, y tras uno de esos quiebros a los que se malacostumbra la gente, vio a un rival dónde tenía un saco de votos y se lanzó a una posición bastante poco funcional para aquellos poderes fácticos que están abiertos a encarar dicha modernidad.
Unidas Podemos ha sacado con esas palabras la “patata caliente” de la casa del vecino y se la han puesto en su propia casa. Un adelanto electoral sólo beneficiaría a esos dos actores que acabo de nombrar, a la Vieja Derecha (que no tiene más que perder) y a aquellos muchos mandatarios del IBEX35 que tan sólo se alejan de la Vieja Derecha cuando ésta ya no les sirve; cuando ésta ya no está en el Poder.
Un último mensaje para aquellos que dicen no tener miedo a las urnas, pregunten primero a sus bases y a toda España si queremos volver a ir a votar.
Y si se me permite una guinda, considérese la analogía entre los derroteros de Albert y Pablo, cada uno por su lado.
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