La proporcionalidad

La medida de proporcionalidad respecto a las causas y consecuencias de las acciones que cometemos, promovemos, expresamos o juzgamos, cuando se tratan de situaciones políticas o colectivas, deben atender el máximo de intención en dirección a la armonía de convivencia y evitar la distorsión colectiva.

Las decisiones de políticos, las judiciales respecto a actos políticos, los discursos, las consignas... Todas ellas en tiempos de tensión deben tener como constante la disminución de la presión cuando esta ha sobrepasado los límites de la convivencia armónica.

Estos días están impregnados de situaciones semejantes, la distorsión aumenta cuando las notas las emiten personas ejerciendo cargos públicos dígase juez, militar, presidente de gobierno o de cámara parlamentaria, cargo político...

Por ejemplo, se ha filtrado parte de la condena del “procés”. Personalmente, ya me ha parecido una barbaridad que estos señores que se presentaron voluntariamente cuando se les requirió lleven dos años en prisión, creo que con una pena cumplida, una inhabilitación y una pequeña multa estaría más que cerrado el tema, cualquier desproporcionalidad respecto a la realidad y la libertad de individual creará reacciones de diferentes intensidades en contra.

Las palabras leídas por un General en Catalunya en el transcurso de una celebración militar intentando justificar una violencia desproporcionada el 1 de octubre 2017 o futuras intervenciones se encuentran fuera de la proporcionalidad armónica actual.

Los discursos del presidente del Gobierno en campaña electoral desmarcándose de Catalunya delante del resto del Estado, intentando ningunear todo problema en dicho territorio que no sea el independentismo.

Las palabras del actual presidente de la Generalitat hacia la movilización actúan igual en dirección contraria. Muchas veces estas arengas, proclamas, sermones, soflamas acaban siendo peroratas transmitiendo miedo, disgusto, indignación, despiste, división, discusión...

Cuando toda esta distorsión viene de cargos, su influencia en la ciudadanía multiplica el efecto de reverberación en contra de una parte de la misma que se encuentra descontenta y que ha demostrado que se sabe movilizar. Además, las partes activas contrarias aprovechan estas reflexiones para utilizarlas a su favor, muchas veces manipulándolas.

Proporcionalidad y responsabilidad de ejercer un cargo público sea electo o no, acaso es lo mismo que pronuncie un cierto tipo de declaraciones o afirmaciones o provocaciones o instrucciones Sánchez que Casado, Torra que Paluzie, Batet que Iceta, Torrens que Comin, Budó que Sala Martín, Borrell que Zapatero, Ábalos que Solana, un General con mando que uno retirado... Al formar parte directamente del aparato gestor del Estado, la amplificación de sus palabras se multiplica y el incremento de la intensidad de la presión producida en varias direcciones sobre la ciudadanía se eleva, en vez de linealmente, de forma logarítmica. Casi podríamos acompañarla de una escala de decibelios.

Generar un debate y diálogo que transcurra entre la intensidad de una conversación y la de un concierto acústico intentando no electrificar la situación, buscar la armonía, admitiendo las intensidades elevadas de la gralla, la tenora, la dulzaina, la gaita, los diferentes perniles, los ritmos de la Txalaparta , los timbales, las castañuelas... de toda la instrumentación que los acompaña y que muchas veces no está visualizada. Pensemos que todas esta voces musicales necesitan de un buen lutier arte-sano.