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Pikara Magazine es una revista digital que practica un periodismo con enfoque feminista, crítico, transgresor y disfrutón. Abrimos este espacio en eldiario.es para invitar a sus lectoras y lectores a debatir sobre los temas que nos interesan, nos conciernen, nos inquietan.

Acción por la memoria de las mujeres ajusticiadas en Madrid.

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El II Encuentro feminista internacional sobre la caza de brujas fue celebrado en Madrid durante el fin de semana del 29 al 30 de octubre, cuando el mundo entero resucita la iconografía paródica que solo en disfraces de satánica sexi genera más de ocho millones de dólares anuales. Organizado por el nodo madrileño del colectivo Memoria de las brujas junto con la historiadora Silvia Federici, este segundo congreso estuvo centrado en la vigencia actual de las cacerías, evidenciando que esta guerra abierta contra las mujeres no terminó en una historia de superstición feudal.

La caza de brujas nunca paró, continuó a través de la colonización y la recolonización provocada por la crisis de deuda de los años 90. Por ello, actualmente vive un repunte azuzada por las derechas de todo el mundo. No podemos pensar este fenómeno sin entender los procesos que en las últimas décadas han contribuido a la expansión global del capitalismo por los cuatro continentes. En los últimos años, se ha vuelto a secuestrar, torturar y quemar por brujería a mujeres en distintos puntos del mundo, como Ghana, la India o Papúa Nueva Guinea. Como en los primeros ciclos de las cacería, las acusaciones de brujería van de la mano de la intensificación del patriarcado, el empobrecimiento de masas, la destrucción de los bienes comunes, las privatizaciones forzosas, el auge de los fundamentalismos religiosos, etcétera.  Una vez más, las mujeres son las primeras víctimas. Se desvalorizan nuestras vidas, porque somos el principal sujeto de reproducción social.

Sorprende cómo resucitan de forma casi exacta las mismas narrativas, acusándonos de similares poderes malignos. Si a las brujas de los siglos XVII y XVII las culpaban de arruinar las cosechas y enfermar a sus vecinos, a las feministas del siglo XXI nos han atribuido la propagación de la Covid-19 y el surgimiento de la pandemia. Si antes nos acusaban de ofrecer niños al diablo, ahora nos imputan adoctrinarlos en las escuelas. No olvidemos sonados casos de caza de brujas en el Estado español, como las terapias de conversión, la asentada violencia obstétrica, la instigación contra las personas trans, la persecución hacia Pamela Palenciano o el montaje policial conocido como Caso Infancia Libre, cuyas afectadas pudieron participar brevemente en el Encuentro. Además, se están volviendo a encender las hogueras en aquellos lugares donde el neoliberalismo exige la implantación forzosa de los modos de hacer capitalistas, y la economía monetaria se impone sobre la riqueza compartida del procomún. Entre las ponentes internacionales, se tuvo la ocasión de escuchar a Sashiprava Bindhani, una de las autoras de la ley de prevención de caza de brujas en Orisa (India); Tanja Seter, artista y activista contra los seis campos donde las mujeres de Ghana son actualmente torturadas y asesinadas bajo la acusación de brujería; y Nancy Santi, primera curaca del Ecuador y miembro del nodo de Memoria de las brujas en dicho país.

Este congreso ha dado cabida a la investigación militante fuera de los circuitos académicos. Es un movimiento de mujeres desde abajo, ya que el circuito mainstream de las universidades no ha prestado apenas atención al fenómeno. Durante las ponencias, el campo historiográfico de la caza de brujas venía igualmente sostenido por los puntos de vista teóricos de las feministas marxistas y las ecofeministas decoloniales y antieuropeistas. En conversación con Silvia Federici para Pikara Magazine, esta aseguró que difícilmente pueda sostenerse una oposición dura entre ambas escuelas de pensamiento si se mira a través del prisma de la persecución violenta contra brujas y calibanes. En distintos momentos quiso incidir en que la historia de la transformación de las mujeres en sirvientas de los hombres va de la mano de la historia de las personas esclavizadas, racializadas y perseguidas por disidencia sexual y de género. Luchar contra la caza de brujas es también luchar por la liberación de todos los calibanes. Por tanto, hablamos de un marco de reflexión que permite aunar sucesos pasados y presentes; y que se ha dado y se da en todas las clases sociales y en todos los territorios occidentales o violentamente colonizados. Sin embargo, se trata del único acontecimiento global que no solamente ha sido silenciado y olvidado historiográfica y políticamente, sino que además es ridiculizado y folklorizado mediante escobas y calderos. ¿Qué otro genocidio masivo ha convertido a la víctima en una atracción turística?

Ignorar la historia de las mujeres es otra forma de violencia de género. Memoria de las brujas nace de la importancia de leer la historia no solo como dominación, también como resistencia.  En su intento por recuperar la memoria de este feminicidio, además de las distintas ponencias, se presentaron tres iniciativas creadas por el propio colectivo. La primera de ellas, el documental “A witch story”, nacido de la confluencia durante el Primer Encuentro (Iruña, 2019) entre la cineasta Yolanda Pividal y la escritora Alice Markham-Cantor, descendiente directa de Martha Carrier, bruja ahorcada durante los juicios de Salem de 1692. En él, se reconstruye la historia de Markham-Cantor a través de su antepasada, al tiempo que se testimonia el proceso de redacción de Calibán y la bruja. La segunda acción, consistió en un itinerario de la represión contra las hechiceras de Madrid, donde se pudo cartografiar los espacios de detenciones, torturas y castigos públicos instalando placas en conmemoración de las mujeres ajusticiadas por la Inquisición. El nodo de Madrid ha publicado el libro Paseo. Madrid y la caza de brujas fruto de esta investigación. Finalmente, el colectivo feminista de Terrassa presentó una acción similar en honor a las cinco mujeres ejecutadas por brujería en su ciudad, en 1619, acontecimiento histórico que ellas rescataron del más absoluto olvido a pesar de ser uno de los pocos procesos en los que se conserva la documentación completa.

Nacido a raíz de lectura de Calibán y la bruja: mujeres, cuerpo y acumulación originaria, el colectivo Memoria de las brujas cuenta con distintas sedes dentro y fuera del Estado español y permanece abierto a cualquier colaboración. Desde 2018, viene trabajando al margen de las instituciones con el fin de investigar, recuperar y generar conciencia alrededor de las cacerías pasadas y presentes. Porque cuando tenemos miedo de ser silenciadas, somos anuladas en nuestro propio parto, nos imponen o nos impiden cuidar, nos tachan de locas y nos internan en contra de nuestra voluntad, nos criminalizan por falta de recursos, nos señalan por migrantes o nos acusan de no ser verdaderas mujeres están conectando nuestra historia con la de todas aquellas perseguidas, castigadas y disciplinadas por el estado capitalista por brujas.

 

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