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Duelo en el polígono

El mayor de los Mossos d'Esquadra Josep Lluís Trapero, ayer en la Audiencia Nacional en Madrid.

EFE

San Fernando de Henares (Madrid) —

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Hoy seguía haciendo mucho frío en el polígono industrial de San Fernando de Henares, pero dentro del edificio de la Audiencia Nacional no se notaba. La temperatura subía a medida que avanzaba el combate entre dos púgiles: el fiscal Miguel Ángel Carballo y el mayor Josep Lluis Trapero.

Durante cuatro horas, que se suman a las seis de ayer, Carballo, armado de decenas de correos electrónicos, transcripciones de audios de comunicaciones policiales e informes varios que obran en el sumario judicial, ha sometido al principal acusado del juicio contra la cúpula de los Mossos d'Esquadra a un duro combate en el ring de la Audiencia.

A Carballo no le importa que suenen a repetidos algunos de los argumentos principales con los que el que fuera jefe de los Mossos se defiende de los puños de la acusación. El tiene su estrategia de combate, ha entrenado mucho, se ha estudiado el sumario, se lo conoce al dedillo y no quiere perder ningún asalto.

Pero al otro lado del cuadrilátero se ha encontrado a un contrincante que también se ha leído con detenimiento el sumario y que en ningún momento ha dado muestras de cansancio pese a la presión de las preguntas. Trapero apenas ha variado el tono de sus respuestas e, incluso, se ha permitido sacar su lado más humano.

De momento -aún tienen que interrogarle las defensas (será ya mañana)-, Trapero no está KO y eso que Carballo le ha puesto contra las cuerdas más de una vez, incluso al final del combate de hoy cuando el fiscal le ha instado a explicar ese plan que desveló en su declaración en el Tribunal Supremo para detener al entonces presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont.

Muy insistente ha sido el representante del Ministerio Público, inasequible al desaliento, para intentar sonsacar al acusado mayor los detalles de ese plan. Pero Trapero apenas lo ha detallado y no ha desvelado nada que no se supiera.

Falta mucho para saber cómo acabará la pelea para Trapero, que hoy ha echado algunos balones fuera para descargar la responsabilidad de algunas actuaciones de los Mossos durante el “procés” en la Comisaría General de Información, en los mandos intermedios o en los “pocos” agentes que no cumplieron con los mandatos judiciales.

Y ha echado mano de la “lógica” policial y operativa para rebatir algunas de las actuaciones que el fiscal ha puesto en entredicho, aunque dejando claro en cada respuesta que él no era el responsable de ellas y que, incluso, las desconocía.

Como desconocía incluso la existencia de los Comités de Defensa del Referéndum (CDR), según ha reconocido, o las tácticas que la “kale borroka” utilizó en su día en el País Vasco y que los “malos” querían trasladar a Cataluña.

Pese a ese desconocimiento, no ha eludido ninguna pregunta. A muchas ha respondido como el policía que es, con una defensa cerrada de los Mossos, que nunca recibieron directrices políticas, según ha recalcado, y que nunca actuaron con esa “mirada perversa” que se les atribuye.

Tampoco “espiaron” ni hicieron seguimientos a los policías nacionales y a los guardias civiles. Solo informaban de dónde estaban también por “lógica” operativa. “Estaban buscando balas de goma (de las UIP) en lugar de urnas”, le ha preguntado Carballo. “Estaban buscando urnas e intentando evitar el referéndum”, le ha respondido el acusado.

Y es que lo Mossos no pudieron hacer más para evitar el referéndum del 1-O porque, sobre todo, no tenían efectivos suficientes (se necesitaban 40.000 según los informes, pero la plantilla es de 18.000), pero los agentes, salvo excepciones, actuaron “con carácter general para cumplir la ley”.

Los agentes y sus mandos, también. Por eso, a Trapero, como jefe del cuerpo y como persona, le dolió que se le imputara por un delito de sedición solo por hacer su trabajo.

“Las cosas que he llegado a escuchar que hemos hecho, y no hemos hecho nada de eso. Lo dije desde la tristeza no, lo siguiente, y todos mis compañeros que estaban ahí piensan exactamente lo mismo”, ha afirmado.

No esperaba, y por eso le sorprendió, la actitud de los ciudadanos ante los colegios electorales, ha asegurado. Pero ese desconocimiento de alguien que convivía diariamente con independentistas y soberanistas no justifica la actitud pasiva de muchos de los agentes de un cuerpo que el 1-O él dirigía. Al menos así lo entienden las acusaciones.

Trapero se ha puesto los guantes y está peleando, pero de momento solo esquiva los golpes.

Sagrario Ortega

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