Netanyahu afronta un informe crucial sobre escándalos en la residencia oficial

El interventor del Estado israelí, Yosef Shapira, publicará mañana un informe sobre posibles irregularidades en la residencia oficial del primer ministro, Benjamín Netanyahu, cuyos resultados pueden ser cruciales para la reelección del líder conservador en los comicios del 17 de marzo.

La difusión del documento llega después de fuertes presiones de la opinión pública y de la intervención del asesor legal del Gobierno y jefe del aparato fiscal, Yehuda Weinstein, a la luz de acusaciones vertidas en la prensa y que forman parte de una demanda laboral contra el matrimonio Netanyahu.

Según las denuncias, la esposa del primer ministro, Sara, se habría quedado para su uso privado el reembolso de miles de envases de cristal consumidos en la residencia oficial, dinero que a priori pertenece a las arcas públicas.

Se trata de una suma relativamente pequeña porque de los 24.000 shékels (unos 6.200 dólares o 5.400 euros) calculados desde que llegó al poder en 2009, el matrimonio devolvió una parte del monto hace dos años.

El denunciante, Meni Naftali, exmayordomo de la residencia oficial, alega, sin embargo, que se consumían más botellas que las declaradas y que Sara pedía siempre que se adquiriesen las pequeñas dado que las de 1,5 litros no están tasadas.

El caso de Naftali, que llevó su despido a los tribunales a principios de 2014, también dejó al descubierto la posible compra de muebles para la residencia oficial en Jerusalén con intención de cambiarlos luego por otros más viejos en el chalet privado del matrimonio en la ciudad costera Cesarea.

El informe de Shapira también debe responder a las acusaciones sobre el elevado consumo de alcohol por Sara y de que si, como consecuencia de esto, trató de forma humillante al personal de la residencia oficial.

“Si se revela que es cierta la información, insto a Netanyahu a que abandone la campaña para ser primer ministro”, dijo recientemente la dirigente del frente pacifista Meretz, Zehava Galón.

Por su parte, la líder del partido Hatnuá, Tzipi Livni, que concurre a las elecciones en una lista conjunta con el Laborismo, recordó que Netanyahu gastó “en dos años 100.000 shékels (unos 22.471 euros o 25.773 dólares) del contribuyente en la compra de alcohol”, equivalente al salario mínimo con el que viven un millón de trabajadores.

Tras conocerse las primeras denuncias, el jefe del Gobierno aseguró que no se trataba más que de un exempleado frustrado y criticó a los medios de comunicación por dar pábulo al testimonio.

A pesar de que fue el diario Haaretz el que dio cuenta del escándalo, su principal dardo lo dirigió contra el poderoso grupo Yediot Aharonot, al que acusó de llevar a cabo una campaña de difamación contra su familia para recuperar el monopolio del mercado de la comunicación en Israel.

“Parece que Noni Mozes (presidente del grupo) siente un odio envenenado hacia Netanyahu, que ha ido creciendo a la par del éxito acumulado por su competencia (el gratuito) Israel Hayom”, decía un artículo aparentemente escrito a petición del primer ministro.

Los medios y los políticos del centro-izquierda acusan a Netanyahu de haberse creado un traje a medida con el diario gratuito Israel Hayom gracias al millonario estadounidense Sheldon Adelson, para impulsar su carrera política.

Además, en un esfuerzo por ganarse el favor del electorado, ha abierto las puertas de la residencia oficial a un popular programa local para mostrar la “humildad” en que vive el matrimonio.

Con la sintonía de “Falcon Crest” de fondo, el programa hace hincapié escena tras escena en los desperfectos de la residencia.

“Puedes ver la casa con todos sus desconchones. Verás que es 'algo' distinta de lo que se escribe”, dice Netanayhu al recibir al productor Moshik Galamin, en un vídeo que el Yediot Aharonot ya ha titulado cínicamente: “La crisis de vivienda de los Netanyahu”.

Pero la batalla por la supervivencia política del primer ministro, que aspira a un cuarto mandato, depende ahora en gran medida del interventor, que se limitará a describir los resultados de su investigación sin entrar en valoraciones penales.

En última instancia será el fiscal jefe quien decida si hay lugar para la apertura de una investigación, trámite que legalmente no le obligaría a dimitir pero que, en vísperas de elecciones, puede causarle un daño irreversible.