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La izquierda presiona para que Pedro Sánchez no dimita
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Opinión - Sánchez no puede más, nosotros tampoco. Por Pedro Almodóvar

Recta final para las elecciones en las que empieza todo

Díaz, Moreno y Maíllo posan antes del debate electoral a tres.

Gonzalo Cortizo

La pelea de Pedro Sánchez y Susana Díaz tiene meta volante el 22M. Pablo Iglesias, contrario a cualquier pacto antes de las generales, busca un éxito discreto para su candidata del sector crítico. IU mide el suelo de su hundimiento y ya verá si la posibilidad de un nuevo acuerdo con el PSOE es una balsa o una condena. A Ciudadanos le sirve casi cualquier cosa. El PP busca la mejor de sus caras para darse por perdido. Casi todo está escrito sobre lo que dirán las urnas el domingo. A seis días de las elecciones andaluzas, está en juego todo lo que viene después de las elecciones andaluzas.

Las encuestas coinciden en señalar que los socialistas ganarán pero sin mayoría absoluta. En los matices de la victoria pírrica habrá de leerse en qué posición quedan Susana Díaz y Pedro Sánchez en su batalla velada por pilotar el futuro del PSOE. A la andaluza le queda por delante el difícil camino de quien debe gobernar en el tiempo en el que los pactos están proscritos. Sin las cosas bien atadas en su tierra, Díaz tendrá más complicado dar el salto y presentar batalla en las hipotéticas primarias que el PSOE lleva aplazando desde los tiempos de Rubalcaba.

El secretario general del PSOE prometió amplia presencia en la campaña electoral pero sus compañeros de partido solo le han invitado a participar en dos mítines. Ante un auditorio repleto en Vícar (Almería), el madrileño intentó este viernes señalar cuál es el lugar de cada uno con un argumento que sonó a bofetada para la candidata: “Yo a Moncloa y tú a San Telmo”. Susana Díaz contestó al día siguiente insinuando que Pedro Sánchez no ganará las generales al afirmar que el PP “no sabe lo que le espera” con ella de presidenta. ¿El PP? ¿Rajoy en Moncloa y Díaz en San Telmo? La tensión entre los dos compañeros de partido es evidente pero sibilina, mordaz pero ambigua.

Podemos se enfrenta a su primera medición tras la sorpresa de las europeas. La candidatura de Teresa Rodríguez no es la opción más cómoda para Pablo Iglesias. La candidata es uno de los referentes del ya consolidado sector crítico, enfrentado al líder de la formación. En Podemos, sin embargo, todo es demasiado reciente para que esos enfrentamientos tengan mayor importancia por el momento. Al portavoz de la formación, Luis Alegre, se le escapó en precampaña que en Andalucía no salían para ganar. Luego tuvo que rectificar y su candidata encajó como pudo el desaire.

Izquierda Unida lo tiene muy difícil, lastrada por su pacto con los socialistas. Para los de Alberto Garzón, son las primeras elecciones tras saberse que el joven político defenderá las siglas en las generales. Garzón, andaluz y muy próximo a Maíllo, teme que un mal resultado el domingo complique aún más su posición de salida en la primera línea de la política estatal.

A Ciudadanos le vale casi cualquier resultado, siempre y cuando lo puedan vender en positivo. Los que echan cuentas ya piensan en los de Albert Rivera como bisagra necesaria para garantizar la gobernabilidad. Una entrada con fuerza en el Parlamento andaluz dará alas a quienes pronostican que Ciudadanos ha llegado para hacer de las generales una pelea de cuatro.

En cuanto al PP, no habrá fiesta en Génova 13, como no la hubo tras las elecciones europeas. Los de Rajoy, pese a las promesas de un millón de puestos de trabajo para Andalucía, asumen de antemano la derrota de un candidato a quien nadie conoce y que parece nombrado más para el medio plazo que para la cita en ciernes. El presidente del Gobierno tendrá que explicar la derrota a riesgo de que Esperanza Aguirre la explique en su nombre.

Los pactos improbables

No habrá pactos fáciles después de los comicios porque nadie quiere retratos que lastren la campaña para las elecciones generales. Por ese motivo Podemos no se plantea ni el más mínimo acercamiento a los del PSOE.

Difícil también lo tendrá IU para ofrecer acuerdos; su ruptura matrimonial con los socialistas es tan reciente que nadie entendería una nueva convivencia y, además, los de Maíllo (por no decir los de Alberto Garzón) tienen la aritmética muy cuesta arriba para ser llave de algo. Ciudadanos parece la única esperanza para que, abstención mediante, Díaz consiga la investidura en segunda vuelta. Cualquier gesto en Andalucía tendrá una inmediata lectura en “clave nacional”.

Las andaluzas son, en definitiva, un gran ensayo de lo que está por venir.

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