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Las aspiraciones de Vox en la campaña del 10N: superar los 24 diputados y llegar a ser tercera fuerza

Abascal en el acto de Colón celebrado en octubre

Laura Galaup

Vox se juega este 10 de noviembre la oportunidad de demostrar que el 28 de abril no tocó techo. El partido de extrema derecha entró en el Congreso con 24 diputados y 2,5 millones de votos de respaldo. Un mes después, en los comicios del 26 de mayo, perdió 1,3 millones de electores, pasando del 10,3% de votos en las elecciones generales al 6,2% en las europeas.

El primer reto del partido de Abascal pasa por rearmar a su electorado en un contexto político que le beneficia: sus seguidores están sensibilizados con el conflicto catalán y la exhumación del dictador Francisco Franco. Si lo consigue, el siguiente objetivo de Vox pasa por superar a Ciudadanos en las encuestas y tratar de seducir al electorado de Albert Rivera. Más allá del CIS, que vaticina peores resultados, la última proyección electoral publicada por eldiario.es le sitúa siete escaños por encima de la formación de Albert Rivera. Algunos sondeos llegan a dibujar una meta mayor, al posicionarles como tercera fuerza política.

“Creo que hay un cierto trasvase de votos de Ciudadanos y de la abstención hacia Vox”, señala Guillermo Fernández-Vázquez, sociólogo especializado en partidos de extrema derecha. Este experto cree que los de Abascal afrontan estos comicios como una nueva oportunidad con la sensación de que “a la segunda va la vencida”. “Hay una expectativa de que lo que no se consiguió en abril se puede conseguir ahora”, reseña, el autor del libro titulado Qué hacer con la extrema derecha en Europa.

Por su parte, el historiador Xavier Casals explica que estos comicios servirán para conocer “qué grado de fidelización del voto tiene” Vox. Con los datos que se conozcan el próximo 10 de noviembre se podrá elaborar “una radiografía más completa de los apoyos y penetración” del partido. Entre las dificultades que tiene por delante la extrema derecha, Casals destaca que hay autonomías en las que tiene “gran dificultad de penetración”, algunos de estos territorios son Catalunya, País Vasco, Galicia y Canarias.

Con esta campaña, los de Abascal dejan de ser unos novatos en periodos electorales. Llevan cuatro en menos de un año y durante los próximos siete días demostrarán si han aprendido a trabajar con las expectativas positivas que les crean las encuestas. Tras los comicios del 28 de abril han rebajado el tono de sus intervenciones. El vicesecretario de Relaciones Internacionales, Iván Espinosa de los Monteros, llegó a vaticinar en el cierre de campaña de las generales que ese domingo se iba a acabar “la hegemonía cultural de los progres” y que iban “a barrer a todos”.

“Me encanta el olor a pánico progre por las mañanas”, fue una de las perlas que lanzó. Finalmente, Vox consiguió entrar en el Congreso, pero no hubo ni júbilo ni euforia en la celebración. La noche electoral fue agridulce, esperaban mejores resultados, no preveían que el PSOE ganase las elecciones y tuviese posibilidad de formar gobierno. La falta de acuerdo entre Sánchez y Pablo Iglesias les ha concedido esta segunda oportunidad.

Crecimiento vinculado a la sentencia del procés

Hace unos meses la fotografía era distinta a la actual. Vox era uno de los partidos con peor proyección en las encuestas, durante el verano las sondeos elaborados por Celeste-tel le aportaban entre 7% y 8,7% de representación electoral en el Congreso. Sin embargo, arranca esta campaña como una de las incógnitas con posibilidad de progresión. “El crecimiento de Vox tiene mucho que ver con la crisis territorial”, incide Fernández-Vázquez. Sus dirigentes son conscientes de esta situación y la agitan entre sus seguidores. En la concentración del sábado convocaron a 20.000 personas en la Plaza de Colón para reivindicar “la unidad de España”, “el orden constitucional” y cargar contra la sentencia del procés.

En ella no solo criticaron a los líderes independentistas y el Gobierno de Sánchez, también pusieron a los magistrados del fallo en la diana. El secretario general de la formación, Javier Ortega Smith, que también ha participado en la acusación popular de este procedimiento, criticó la actuación de los jueces. “Han actuado prevaricando porque han sabido lo que estaba ocurriendo y lo han transformado hasta deformarlo, es irreconocible”, reseñaba sobre la sentencia.

Abascal ha arrancado la campaña en L’Hospitalet de Llobregat, en las afueras de Barcelona, donde ha reunido a unas 2.000 personas de todas las edades, informa Pol Pareja. Vox continúa agitando la bandera contra el independentismo y defendiendo que su formación es la única que actúa “frente al separatismo”, como revindicó el sábado en Colón.

Abascal ha asegurado que en su recorrido por las ciudades españoles existe un “clamor” en el que la “primera preocupación” de los ciudadanos es Catalunya. “El día 11 de noviembre si los españoles nos dan su confianza, la primera decisión será la de ordenar la detención y puesta a disposición judicial del capo de los CDR, Torra”, ha reseñado. En su discurso ha vuelto a cargar contra el president de la Generalidad al grito de “Torra a la mazmorra”.

En este municipio catalán se ha dirigido a los electores del PSOE que se “hayan sentido traicionados”.“No venimos a pedir el voto de la derecha, venimos a llamar a todos los españoles sin distinción”, ha incidido sobre su llamamiento al electorado socialista, justificando que “la emergencia nacional exige que solo nos fijemos en lo esencial y no en las pequeñeces”.

El independentismo y la exhumación de Franco han centrado el foco de sus críticas. Como ya hiciera en los dos grandes mítines que ha celebrado este mes, los celebrados en el Palacio de Vistalegre y en Colón, ha cargado contra Pedro Sánchez por “desenterrar los odios entre los españoles”. Ante esta decisión del Gobierno socialista, ha exigido que se respeten a “los muertos se llamen como se llamen: Francisco Franco, Dolores Ibárruri o Lluís Companys”.

Abascal no facilitará un Gobierno del PSOE

Durante estas semanas, el presidente de Vox ha tratado de distanciarse de PP y Ciudadanos al asegurar que tras el 10N no van a “facilitar un Gobierno en el que esté el PSOE”. “Si la situación se tiene que bloquear siete veces, la vamos a bloquear, porque creemos que el PSOE tiene que ir a la oposición muchos años”, apuntaba Abascal esta semana en una entrevista en Esradio. Frente al hipotético escenario de que la derecha sume tras la noche electoral, este diputado insiste en que su objetivo no es “ser un partido que sea simplemente el que da el visto bueno y permite la investidura de un Gobierno”.

Esta fue la misma argumentación que estiraron durante semanas de negociaciones para conformar gobiernos en la región de Murcia, en el Ayuntamiento y en la Comunidad de Madrid. Tras asegurar que no aceptarían un “trágala”, instar a Ciudadanos a que se sentase con ellos en las negociaciones y pedir su entrada en los ejecutivos como condición para dar su apoyo, terminaron cediendo y sosteniendo a PP y Cs en el poder de estas administraciones.

Vox ha conseguido normalizar su discurso e incluirlo en las administraciones. Sus proposiciones negocionistas con la violencia de género, poniendo en el disparadero los talleres LGTBI que se imparten en los colegios, buscado reducir el derecho al aborto o promulgando la caza se han extendido en las instituciones públicas.

A nivel nacional su política institucional ha estado marcada por los espectáculos que sus diputados han protagonizado en el Congreso. Arrancaron la legislatura ocupando los escaños del PSOE y pateando para impedir que se escuchase a los diputados independentistas, y la terminaron siendo expulsados por intentar incluir una iniciativa sobre Catalunya no prevista en el orden del día.

El partido de Abascal ya ha conseguido convertirse en una de las cinco fuerzas nacionales. El 10 de noviembre se determinará el músculo que hay detrás de esta formación. En abril las proyecciones vaticinadas por las encuestas consiguieron movilizar a la izquierda y reducir su porcentaje de representación en el Congreso, el próximo domingo se conocerá si esta segunda oportunidad ha beneficiado a la extrema derecha y consiguen convertirse en segunda fuerza de la derecha.

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