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Una auxiliar de ayuda a domicilio: “Somos el único contacto con el exterior”

Daisy, una auxiliar del grupo Asispa, una de las tres empresas concesionarias del servicio del Ayuntamiento de Madrid, sale para hacerle la compra a una persona mayor en Madrid.

EFE

Madrid —

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En Madrid hay cerca de 10.000 auxiliares de ayuda a domicilio del Ayuntamiento, en su mayoría mujeres, que cuidan, asean y hacen la compra a personas mayores dependientes. Una labor que cobra más importancia durante la crisis del coronavirus, ya que son su “único contacto con el exterior”.

Josefa, una de las usuarias del servicio, tiene 94 años. Ha pasado la guerra, el exilio, la pérdida de familiares y, ahora, se lamenta: “Ay, mi niña, con todo lo que yo he pasado y ahora esto. Si es que en la vida no hay descanso”.

El servicio de ayuda a domicilio del Ayuntamiento de Madrid atiende a personas con dependencia, la mayoría mayores entre 80 y 90 años y con patologías previas, el grupo de mayor riesgo ante la COVID-19.

Cada auxiliar atiende a una media de entre 5 y 7 usuarios al día.

Durante el confinamiento el trabajo consiste en cuidar, asear, y hacer la compra, ya que con los protocolos preventivos se ha eliminado el servicio de limpieza.

Daisy es auxiliar del grupo Asispa, una de las tres empresas concesionarias del servicio del Ayuntamiento de Madrid que trabaja en ocho distritos, entre ellos Chamberí, el más envejecido de la capital.

“Los abuelos tienen miedo pero intento animarlos y decirles que todo acabará bien”, cuenta esta auxiliar a Efe, quien señala que el trabajo “más importante” que está haciendo durante la pandemia es “darles cariño y compañía” en una situación “tan triste”.

Una de las nuevas funciones de las que se están encargando las auxiliares es la realización de videollamadas: “Los abuelos, obviamente, no tienen ni idea de hacer estas llamadas y es emocionante ver su cara de ilusión cuando ven a sus hijos pero, sobre todo, a sus nietos. Te entra mucha congoja”.

El cuidado del aseo es lo que “más nervioso” pone a las personas mayores de la ayuda a domicilio pero, a base de tranquilizarles, se han dado cuenta que no hay riesgo.

“Tenemos el máximo cuidado”, recalca Daisy.

La directora de la empresa Asispa, Soledad Asispa, advierte del “miedo” con el que viven los mayores, que se ha visualizado en un incremento de bajas del servicio en los distritos donde trabajan: “Al principio ponían excusas y no nos explicaban por qué querían dejar el servicio, luego nos reconocieron que tenían miedo”.

Desde el inicio de la crisis del coronavirus se han dado de baja del servicio a petición propia 36.645 personas usuarias, según datos facilitados a Efe por el área de Familias, Igualdad y Bienestar Social del Ayuntamiento de Madrid.

Sin embargo, también se ha producido solicitudes del servicio o reactivaciones ya que hay mayores dependientes que estaban al cuidado de sus hijos pero con el coronavirus “muchos sienten miedo de contagiar a sus progenitores al ser trabajadores esenciales o bien porque han enfermado y no pueden atenderlos”.

Por otro lado, la directora de Asispa reconoce a Efe las dificultades con las que se han encontrado durante el inicio de la pandemia, cuando faltaban protocolos y medidas de protección, pero que se han resuelto.

Los primeros días por ejemplo carecían de material de protección y, gracias a la donación de una cadena de peluquerías, tuvieron batas desechables que “cumplía un poco la función”.

De cara al futuro, cree que se establecerá como rutinario el uso de la mascarilla en el servicio a domicilio para prevenir los contagios, ya no sólo del coronavirus sino de cualquier otra enfermedad porque la COVID-19 ha hecho a la sociedad concienciarse “de que somos cuerpo, somos humanos, y hay cosas que no podemos controlar”.

“Es irónico. Todo lo que hemos luchado por la soledad no deseada y ahora llega el virus y los que tienen que estar más aislados son los mayores”, comenta Raquel, encargada de repartir los servicios entre las auxiliares.

Destaca como “algo positivo” de la pandemia el hecho de “poner el foco en el cuidado de los mayores” y espera que todo el movimiento colaborativo y vecinal que ahora está volcado en los vecinos mayores “se mantenga”.

Por Ana Márquez

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