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Las broncas sesiones de la Asamblea de Madrid dividen a los socialistas

Tomás Gómez y Maru Menéndez, en sus escaños de la Asamblea de Madrid. / Europa Press

Andrés Gil

  • Los diputados socialistas José Quintana, Antonio Fernández Gordillo, Laura Oliva, Teresa González Ausín y Carla Antonelli fueron expulsados este jueves por llamar “corrupto” a Ignacio González.

La Federación Socialista Madrileña (FSM) se rebautizó como Partido Socialista de Madrid (PSM), pero no abandonó su esencia. El enfrentamiento entre Ferraz y Tomás Gómez, evidenciado con la promoción de Trinidad Jiménez para disputar la candidatura autonómica, ha dejado unas cicatrices profundas que siguen abriéndose: los partidarios de Jiménez fueron ninguneados y los que luego apoyaron a Alfredo Pérez-Rubalcaba en el Congreso de Sevilla de hace año y medio, también.

Así, Gómez ha montado en torno a la dirección del PSM y del Grupo Parlamentario en la Asamblea una guardia pretoriana (Rosa Alcalá, Maru Menéndez, José Quintana, Helena Almazán, Juan Segovia, Laura Oliva...), que le sigue sin pestañear en una estrategia política cuya imagen más difundida por los medios, en particular los televisivos, que son los que más le interesan al líder socialista regional, es la del ruido en el Parlamento autonómico, en lugar de propuestas para gestionar la crisis de una manera alternativa a la del Gobierno regional, desplomado en las encuestas.

Este jueves fueron expulsados cinco diputados por llamar “corrupto” al presidente de la Comunidad, Ignacio González, en una estrategia para protestar por la expulsión, una semana antes, de su compañera Maru Menéndez por el mismo motivo. Una decisión polémica del presidente de la Cámara, José Ignacio Echevarría, quien ha suspendido un mes a la diputada mientras pasaba por alto el mismo insulto cuando fue pronunciado por González. La actitud de Echevarría ha sido muy criticada por dirigentes socialistas, como Alfonso Guerra.

Pero no todos en el PSM, y mucho menos en el PSOE, están con Gómez, a pesar de que algunos históricos y respetados políticos madrileños, como Juan Barranco, se hayan visto arrastrados por la tensión de la Cámara hasta el punto de cruzar el hemiciclo señalando con el dedo al consejero Salvador Victoria, mientras le llamaba facha. Todo ello después de que Victoria se burlara de Tierno Galván y Echevarría se negara a dar la palabra al propio Barranco.

Lo cierto es que las últimas encuestas muestran una considerable caída en sus expectativas de voto y cunde la sensación entre muchos cuadros socialistas que esta estrategia parlamentaria de confrontación directa es un error porque eclipsa todo mensaje político, por mucho que se muestren críticos con la gestión de González, las decisiones de Echevarría y las actitudes provocadoras de algunos diputados populares.

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