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Una denuncia de la extrema derecha lleva al límite al Gobierno de Sánchez
Crónica - El día que Sánchez se declaró humano. Por Esther Palomera
Opinión - El presidente Sánchez no puede ceder

Ciudadanos y los aliados de la investidura presionan a Sánchez para que elija socios con otra prórroga de la alarma en el aire

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante el Pleno del Congreso de la semana pasada.

Iñigo Aduriz

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Después de que el PP rompiera en abril el consenso institucional en la lucha contra el coronavirus, dejando de apoyar las sucesivas prórrogas del estado de alarma, y una vez que los populares se pasaron al bloque del 'no' en la ajustada votación del pasado miércoles, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se ha visto obligado a realizar una serie de equilibrios parlamentarios para poder sacar adelante sus decretos. Unos movimientos que le llevaron, la semana pasada, a lograr acuerdos con partidos tan antagónicos como Ciudadanos y EH Bildu.

Los giros en busca de socios parlamentarios han despertado el recelo de prácticamente todos los partidos con los que ha dialogado el Ejecutivo, que ahora presionan a Sánchez para que elija los compañeros de viaje con los que pretende sacar adelante la recién estrenada legislatura y deje clara su política de alianzas. Todo ello con la vista puesta en una nueva votación para la última prórroga del estado de alarma, que previsiblemente el Gobierno llevará al Parlamento la próxima semana, y para la que aún no cuenta con una mayoría que garantice su aprobación.

Desde la izquierda (ERC, Compromís, BNG y Más País) piden a Sánchez que recupere y cuide la mayoría que permitió el éxito de la moción de censura de 2018 contra Mariano Rajoy, un logro histórico conseguido gracias a la alianza de las fuerzas progresistas, nacionalistas e independentistas, que se repitió en la investidura de enero. Ciudadanos, en cambio, pide al Ejecutivo que rompa con esos socios y se arrime al centro derecha.

Y el PNV, que gobierna Euskadi en coalición con los socialistas pero que está muy molesto por el acuerdo que alcanzó el Gobierno con EH Bildu la semana pasada para derogar la reforma laboral –del que se enteró por la prensa– a las puertas de las elecciones vascas del 12 de julio, reclama al Ejecutivo que le diga si le sigue considerando un aliado prioritario.

El PNV denuncia una “geometría variable sin coherencia”

“En política hace falta coherencia y a lo que sucedió el miércoles se le puede llamar de todo menos coherente”, aseguraba el sábado el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, en una entrevista en ETB en la que recalcaba que el Gobierno no tiene asegurado el apoyo de su grupo a una nueva prórroga de la alarma. “Bildu está en su derecho de pactar y el PSOE, de acercarse al resto de grupos parlamentarios, pero tiene que haber una mínima coherencia. Eso de la geometría variable sin coherencia lleva a este tipo de circos políticos. Y quien ha salido más tocado de todo esto es Pedro Sánchez y su Gobierno”, añadía.

Ortuzar se refería así al tenso debate que se generó el mismo miércoles entre los firmantes del acuerdo –PSOE, Unidas Podemos y EH Bildu–, acerca de si el pacto contempla la derogación “íntegra” de la reforma laboral, como defendió el vicepresidente segundo y líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, o si se refiere exclusivamente a los aspectos más lesivos como reivindica el PSOE, que apenas unos minutos después de que se conociera el documento suscrito emitió una nota anulando toda referencia a la “integralidad” de la derogación.

Para el PNV el acuerdo recoge aspectos poco novedosos y de “alcance dudoso y limitado”, como el referente a la financiación de los ayuntamientos. “Me da la sensación de que ese acuerdo no es suficiente pero, desde luego, las instituciones vascas van a tener otros mecanismos para asegurar una financiación correcta de los tres niveles institucionales del país, Gobierno, diputaciones y ayuntamientos. Una vía un poco más seria y un poco más segura para los tres niveles institucionales que lo que este acuerdo dice”, afirmó.

Ortuzar describió la situación política tras lo ocurrido el miércoles en los siguientes términos. “En este momento Pedro Sánchez tiene enfadado a Ciudadanos, que era la apuesta que había hecho en los últimos tiempos para garantizarse la mayoría en la prórroga; no creo que a ERC le haya hecho mucha gracia lo que ha sucedido, y es un apoyo importante; y a nosotros”.

“Ya a lo largo de esta crisis del coronavirus hemos ido gastando las dosis de confianza que teníamos en este Gobierno. Podríamos decir, usando un símil, que el depósito de confianza del PNV en el Gobierno y en Pedro Sánchez ya tiene la luz de reserva encendida. No sé con quién pretende Sánchez gobernar a estas alturas, pero con todos, en un totum revolutum, no es posible. Tiene que optar, y nosotros creemos que hay una mayoría clara, nítida y suficiente que es la que le llevó a la investidura, y en esa tienen que trabajar”, sentenciaba el presidente del PNV.

ERC reivindica el “espíritu de la investidura”

Los reproches de la formación nacionalista son idénticos a los planteados por el resto de socios de la investidura. “Estamos literalmente llevándonos por delante el espíritu de la investidura, que despertó muchísima ilusión en mucha gente, que era palanca para el progresismo, dique de contención para el fascismo”, alertó el pasado miércoles el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, durante el debate de la quinta prórroga del estado de alarma en la que su partido votó no por primera vez por discrepancias con el decreto del Ejecutivo.

El parlamentario republicano pronunció un durísimo discurso contra el PSOE y Unidas Podemos por haber alcanzado un acuerdo con Ciudadanos. “Ustedes [dirigiéndose a la bancada azul] venden eso de que los de ERC lo ponen muy difícil y me fuerzan a pactar con Ciudadanos. La derecha siempre compra más barato. Más banderas en los balcones y menos ayudas para la gente”, afirmaba Rufián, que también avisaba Sánchez de que Ciudadanos “puede disfrazarse de derecha moderada un rato”: “Inés Arrimadas no es [Angela] Merkel, es [María Dolores] de Cospedal”.

Este lunes, la secretaria general adjunta y portavoz de ERC, Marta Vilalta, aseguraba que no le constaba “ninguna negociación abierta” con el Gobierno sobre el estado de alarma “porque se ha verbalizado que quizás no hace falta”, y volvía a recriminar que el Ejecutivo optara por pactar la última prórroga con Ciudadanos en lugar de con ERC.

La política de pactos de Sánchez tampoco le gusta a Compromís, otro de los socios de investidura del Gobierno que el pasado miércoles se pasó al no por las discrepancias con el Ejecutivo sobre financiación autonómica. “Han sido capaces de llegar a acuerdos con quienes le niegan el pan y la sal y blanquean la extrema derecha [en alusión a Ciudadanos] y son incapaces de negociar con quienes les llevaron ahí y apoyaron todos sus decretos”, señaló el miércoles el portavoz de Compromís en el Congreso, Joan Baldoví.

Baldoví critica el “espectáculo” del acuerdo con Bildu

Este fin de semana, el representante de la coalición valenciana cargaba además contra el “espectáculo” que a su juicio supuso el pacto de PSOE y Unidas Podemos con EH Bildu a cambio de la abstención de la formación independentista vasca en la quinta prórroga de la alarma. Un pacto que se conoció justo después de que se votara en el Pleno el último decreto del Ejecutivo y del que Compromís, como el resto de socios de investidura del Ejecutivo, se enteraron por la prensa.

“No creo que sea lo que este Gobierno necesite ni lo que el país necesite”, apuntó Baldoví el sábado en una entrevista en RNE. “Negociar a última hora y de una manera tan deslavazada no creo que sea la mejor manera de dar seguridad al país ni de mandar un mensaje de tranquilidad”, remachaba, en alusión al acuerdo entre los partidos que sostienen al Ejecutivo y EH Bildu.

Las advertencias al Ejecutivo también llegaban por parte del portavoz de Más País en el Congreso, Íñigo Errejón, que el pasado miércoles recordó al Gobierno que la quinta prórroga del estado de alarma salió adelante gracias a su voto a favor. Errejón avisó al Gobierno de que tiene que “cuidar” a sus aliados parlamentarios y que eso pasa por “escuchar” sus propuestas. “Empieza a desvanecerse el bloque de la investidura y créanme que lo van a necesitar”, afirmó el portavoz de Más País, que recomendó a la coalición “reconstruir” los puentes con sus aliados parlamentarios. “Con el cambio de socios no vamos a ir muy lejos”, aseveró.

También el diputado del BNG criticó la “cerrazón del Gobierno”. “El PSOE y Unidas Podemos se equivocan en buscar apoyos a su derecha y no en la izquierda y el soberanismo”, afirmó Néstor Rego en el Parlamento.

Un estado de alarma “a la carta”

La petición es justo la contraria por parte de Ciudadanos. Este lunes, el portavoz adjunto del partido de Inés Arrimadas en el Congreso, Edmundo Bal, pedía a Sánchez que se fije en Ciudadanos “como partido de Estado que hace política útil” y no en los socios que sostienen al “Gobierno Frankenstein”, término despectivo con el que la derecha suele referirse a la pluralidad de fuerzas que respaldaron la investidura, que “solo ponen encima de la mesa cuestiones de naturaleza política que no tienen nada que ver con la lucha contra la pandemia”.

Bal recordaba que la semana pasada el portavoz que se enfadó “mucho, mucho, mucho” por el apoyo que dio Ciudadanos a la prórroga, fue Rufián. “Ciudadanos y ERC no tiene nada que ver, no coinciden en nada”, afirmaba el portavoz de la formación que se dice “liberal”, para sentenciar que “el Gobierno tiene que mirar al centro moderado, de la política útil”, informa Carmen Moraga.

En este momento es por tanto una incógnita si el Ejecutivo podría o no sacar adelante una nueva prórroga de la alarma, la sexta, si finalmente la solicita para poder mantener las restricciones de la movilidad en toda España. Precisamente tras las dificultades para sacar adelante la quinta, la polémica por el acuerdo alcanzado con Bildu, el malestar del PNV, la inflamación de la derecha y la presión social y empresarial, el Gobierno se plantea un estado de alarma a la carta.

Lo que estudia el Ejecutivo es proponer que cada comunidad autónoma decida si quiere permanecer bajo el mando único sanitario –el único que permanece ya en vigor– o si asume en solitario las consecuencias de las decisiones que adopte en adelante. El PP ya ha dicho que, sea cual sea la propuesta, su voto será el no, una postura que también se defiende desde Vox. ERC y PNV mantienen en el aire su respaldo a la espera de una negociación con PSOE y Unidas Podemos que pueda desbloquear sus diferencias.

Y Ciudadanos no quiere adelantar aún qué hará su partido si finalmente se solicita esa sexta prórroga: “Nosotros siempre tomamos decisiones con responsabilidad”, recalcaba Bal este lunes.

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