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Las propuestas del PSOE sobre puertas giratorias contradicen a Pedro Sánchez

Pedro Sánchez y Trinidad Jiménez en el hemiciclo del Congreso en una imagen de archivo

Irene Castro

El discurso de Pedro Sánchez sobre el fin de las puertas giratorias por las que altos cargos, exministros o expresidentes acaban en destacados puestos del sector privado se enfrenta a algunas contradicciones. El último caso es el de la exministra Trinidad Jiménez, que negocia su fichaje con la multinacional Telefónica. La oferta lleva sobre la mesa varios meses: desde antes de que abandonara el Congreso. Pedro Sánchez lo ha defendido por varios motivos. Uno de ellos es que Jiménez abandonó el Gobierno hace cuatro años y, por tanto, ha doblado el tiempo de incompatibilidad que establece la ley. 

Sin embargo, el programa electoral del candidato socialista establece que ese periodo debe aumentar a cinco años. Por tanto, la exministra no lo cumpliría y aún no podría incorporarse a la multinacional en el caso de que la Moncloa estuviera en manos de los socialistas y se hubiera aprobado esa medida. Fuentes de la dirección justifican, además, que Jiménez aún no ha aceptado la oferta y que ha dicho que va a “esperar para no entorpecer”. No obstante, esas fuentes evitan decir si la exministra esperará hasta diciembre de 2016, que es cuando se cumplen cinco años desde su salida del Ejecutivo. “Ella ha dicho que va a esperar”, se limitan a decir desde Ferraz. 

La justificación de los años que Jiménez lleva fuera del Consejo de Ministros choca con otra contradicción. El código ético que Sánchez impulsó pocos meses después de hacerse con la Secretaría General del partido no cerró las puertas giratorias. El documento de principios básicos que tuvieron que firmar en ese momento los cargos públicos socialistas no hacía ninguna referencia a esa fenómeno más allá de imponer la obligatoriedad a los expresidentes del Gobierno a renunciar al dinero que perciben del Estado por su condición de exmandatarios en el caso de que tengan una actividad profesional retribuida. 

En aquel momento, la dirección socialista explicó que no incluía cláusulas para evitar las puertas giratorias porque era un “compromiso” de Sánchez para su campaña electoral. Efectivamente, se incluyó en el programa del 20D. Fuentes del partido sostienen que el código ético es un documento genérico que incluye a toda la militancia como justificación para no haber introducido la prohibición de las puertas giratorias. No obstante, sí aparecen compromisos concretos como el de los expresidentes. Si Sánchez hubiera incluido la cláusula de los cinco años en el documento, Jiménez, como cargo público en aquel momento, tendría que haberlo suscrito y no podría incorporarse a la multinacional hasta dentro de diez meses. 

Además, Sánchez defendió que lo de la exministra no son puertas giratorias porque el puesto al que opta no es un sillón en un consejo de administración. El candidato socialista sostiene que Jiménez se incorporará a Telefónica como “una trabajadora de la compañía”. El periódico El Mundo publicó que el puesto para la extitular de Exteriores será “ejecutivo”. “No es lo mismo entrar en el consejo de administración que en otros cargos”, expresan desde Ferraz. Según las informaciones publicadas, Jiménez podría incorporarse como asesora internacional de la compañía. Además de como ministra de Exteriores, ha dedicado parte de su trayectoria política a las relaciones internacionales, especialmente con América Latina.

El PSOE andaluz mandó un mensaje claro tras conocerse las negociaciones de la exministra: “Los ciudadanos necesitan señales claras y nítidas de que la política no puede servir de trampolín para saltar a determinadas empresas con una relación con la administración”, dijo el número dos de la organización en Andalucía, Juan Cornejo, que pidió que se regulen este tipo de casos. 

En plena polémica por el fichaje de Jiménez por Telefónica, a donde han ido a parar un buen número de políticos tras abandonar sus cargos, otra exministra pasó a formar parte del consejo de administración de Nueva Pescanova. Se trata de Elena Salgado, que abandonó el Gobierno en diciembre de 2011 –no es militante del PSOE–, por lo que no ha cumplido tampoco los cinco años que defienden los socialistas para incorporarse al mayor nivel ejecutivo del una empresa privada.

No es el primer cargo de este tipo que ostenta la exvicepresidenta para Asuntos Económicos: apenas tres meses después de salir del Gobierno -en marzo de 2012- fichó por una filial de Endesa radicada en Chile. La maniobra le permitió pasar al sector privado sin tener que esperar los dos años pertinentes ya que la legislación impide asesorar a empresas en España pero no en el exterior.  

Ninguno de los principales cargos socialistas que se ha beneficiado de las puertas giratorias ha esperado el periodo de cinco años que ahora defiende el PSOE. Pedro Solbes –no era militante– fichó como consejero independiente de Enel en abril de 2011, justo cuando se cumplieron los dos años perceptivos desde que salió del Consejo de Ministros. Se da la circunstancia de que Solbes entró en esa compañía tras haber formado parte, como ministro de Economía, del Gobierno que facilitó que la compañía italiana se hiciera con el control de Endesa. 

Tampoco la exministra de Ciencia e Innovación Cristina Garmendia –no es militante del PSOE– esperó cinco años para incorporarse al consejo de administración de Gas Natural, al que se incorporó en marzo de 2015 aunque el fichaje se negoció al menos desde dos meses antes. Tras abandonar el Gobierno, Garmendia volvió a la actividad empresarial que desarrollaba antes de pasar al sector público.

Otro ejemplo de puertas giratorias es el de Jordi Sevilla, uno de los colaboradores más cercanos a Sánchez desde que se incorporó al comité de sabios que dirigió su estrategia antes de las elecciones y ahora es uno de los miembros del equipo negociador que ha elegido en su intento de llegar a Moncloa. Sevilla dejó de ser ministro de Administraciones Públicas en julio de 2007 y se quedó en el escaño hasta 2009, cuando lo abandonó para pasar a formar parte de la consultora PriceWaterHouseCoopers, en la que se encargó del asesoramiento de Administraciones Públicas para todas las divisiones de la compañía. Esa fue precisamente su área durante el tiempo que estuvo en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. 

El peor momento para las puertas giratorias

En el PSOE coinciden en que este ha sido el peor momento para que se levante una polémica sobre las puertas giratorias. Podemos utilizó los casos que afectaban a los socialistas para hacer un discurso muy duro contra el PSOE por permitirlos. De hecho, los de Pablo Iglesias plantean prohibirlas de por vida en el caso de empresas del Ibex 35 y aumentar a diez el número de años en el que los políticos no pueden ejercer en el sector privado. 

Sánchez e Iglesias se enzarzaron durante uno de los debates electorales precisamente por el caso de Jiménez en Telefónica. El candidato de Podemos afeó que pretendiera incorporarse al consejo de administración y el socialista salió al paso al afirmar que no negociaba sentarse en ese órgano y acusó a su interlocutor de “difamar”. 

En el PSOE existe la preocupación de que las puertas giratorias interfieran en las negociaciones para la investidura. No obstante, Albert Rivera, en quien los socialistas han centrado sus esfuerzos negociadores, ha defendido que esos fichajes no incumplen la ley y ha rebajado las exigencias respecto a Iglesias: “Tú no le puedes decir a otra persona que durante 20 años no puede trabajar en ningún ámbito, le tienes que decir cuántos años, cuánto le indemnizas y a partir de entonces cuáles son las limitaciones”.

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