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Casado utiliza la crisis del coronavirus para tratar de escapar de la batalla interna del PP

Pablo Casado, este miércoles, durante el acto de la AVT con motivo del aniversario de los atentados del 11-M

Iñigo Aduriz

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La crisis del coronavirus está sirviendo al presidente del Partido Popular, Pablo Casado, para tratar de escapar de la batalla interna que se evidenció la semana pasada con motivo del 8M y las últimas salidas de tono de su portavoz en el Congreso de los Diputados, Cayetana Álvarez de Toledo, acerca del feminismo o los medios de comunicación.

Con unas bolsas europeas que no dejan de hundirse ante las posibles consecuencias financieras que pueda generar la epidemia, Casado ha logrado volver a hablar de economía, una de las tradicionales bazas que suele utilizar la derecha para defender su gestión frente al “derroche” y el “despilfarro” con el que los populares tratan de relacionar a la izquierda. El coronavirus permite así al PP aparcar los debates de la semana pasada sobre el papel de los medios o la igualdad, que la propia dirección popular reconoce que provoca “divisiones” en el partido.

Las espadas se mantienen sin embargo en alto en la sede nacional de Génova 13, donde molestaron sobremanera las declaraciones que realizó Álvarez de Toledo acerca de la prensa y el feminismo a lo largo de la semana pasada. El lunes 2, la portavoz parlamentaria cargó contra La Sexta, a la que acusó de “hacer negocio con la erosión de la democracia”, durante una entrevista en Onda Cero en la que contraprogramó al propio Casado, que estaba siendo también entrevistado en Telecinco.

El martes, la también periodista dirigió sus dardos contra la prensa, aunque esta vez sin un destinatario claro. “Hay medios que hacen negocio a costa de la democracia y hay medios que promueven o participan de las mentiras populistas y nacionalistas a costa de la democracia”, dijo.

Las causas del malestar

Todo ello generó un fuerte malestar en Génova 13 entre los dirigentes de la cúpula popular más cercanos a Casado, los de su total confianza en el Comité de Dirección. Estos máximos responsables del PP no quieren verse enfrentados a un grupo mediático tan importante como Atresmedia, –del que forman parte, además de La Sexta, Antena 3 u Onda Cero–, a las puertas de una campaña electoral por los comicios del 5 de abril en Euskadi y Galicia, siempre que la contención del virus permita la celebración de ambos comicios.

El enfado de la cúpula popular se agravaba ese mismo martes por las descalificaciones hacia el movimiento feminista vertidas por Álvarez de Toledo en la rueda de prensa posterior a la Junta de Portavoces del Congreso. Frente al sector más moderado del PP, que se declaró abiertamente “feminista” y defendió la presencia del partido en las marchas del 8M, la portavoz popular se identificó como una “feminista amazónica de la escuela de Camille Paglia”, una escritora y profesora norteamericana que, por ejemplo, considera que “sin el hombre la mujer nunca hubiera salido de la cueva”.

Álvarez de Toledo recalcó además que no acudiría a la manifestación del 8M, en un claro desmarque de la dirección de su partido que, tras constatar el éxito sin precedentes del año pasado, sí se apuntó el pasado domingo a la gran marcha de Madrid. Acudieron la vicesecretaria de Política Social, Cuca Gamarra, –única dirigente de la cúpula del PP que en las primarias apoyó a Soraya Sáenz de Santamaría– o la concejal madrileña, Andrea Levy, entre otras dirigentes. Las populares llevaron, no obstante, un lema propio: 'Mujer por encima de todo'.

Las polémicas internas generadas por la portavoz popular en el Congreso forzaron a numerosos dirigentes a desmarcarse de sus declaraciones sobre los medios y la igualdad. Casado, en cambio, optó por el silencio hasta el mismo viernes, cuando aprovechó precisamente un acto sobre el 8M para dejar claro su respaldo a Álvarez de Toledo, una de sus grandes apuestas políticas que distintas fuentes en el PP aseguran que tan solo cuenta con la confianza del máximo líder, a la que nombró portavoz en julio con los principales barones en contra.

“Es una extraordinaria portavoz en el Congreso. A todos los partidos les gustaría tener a Cayetana como portavoz. Es una persona que siempre ha decidido ser libre”, dijo Casado.

Una nueva estrategia de comunicación

Frente al mutismo de días anteriores, desde que el pasado lunes se dieran nuevas cifras acerca de la expansión del coronavirus la estrategia comunicativa de Casado daba un vuelco de 180 grados. Si bien la semana pasada, en plena guerra interna, el líder del PP aparcó su habitual híper presencia mediática y se negó a responder a las preguntas de los periodistas en todos sus actos públicos, ahora ha multiplicado sus comparecencias y no tiene ningún problema en atender a las cuestiones que le planteen los medios de comunicación.

El mismo lunes el presidente de los populares convocó una rueda de prensa improvisada tras el Comité de Dirección de su partido, para la que avisó a los medios con solo tres cuartos de hora de antelación y que tuvo lugar apenas 15 minutos antes de que comenzara una comparecencia pública del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sobre el coronavirus.

El presidente de los populares enmendó entonces toda su estrategia de los últimos días, que se había centrado en la unidad de los partidos para hacer frente a la crisis sanitaria generada por la epidemia, intentando utilizar el coronavirus como una nueva arma de oposición contra el Ejecutivo. Esa es la misma línea que siguió el martes, cuando presidió su propia Comisión de Seguimiento y Evaluación del Coronavirus, al margen del Gobierno. Y también este miércoles, tanto en la entrevista que concedió a la Cadena Cope como después, en las declaraciones a la prensa que realizó en el Bosque del Recuerdo de Madrid en un acto en conmemoración del 16 aniversario de los atentados del 11M.

Aunque prometía “lealtad” al Gobierno de coalición de PSOE y Unidas Podemos en la gestión de la epidemia, Casado cargaba contra las decisiones adoptadas por el Ejecutivo en los últimos días. “El Gobierno ha ido por detrás de los acontecimientos”, sostenía, en la citada entrevista radiofónica. Mientras trataba de enviar un “mensaje de unidad” al Ejecutivo ante la expansión de la epidemia, aseguraba también que esa unidad debe ser “para hacer algo” por parte del presidente del Gabinete progresista, Pedro Sánchez.

La “irresponsabilidad” del Gobierno

“Le tiendo la mano no solo para apoyarle sino para darle algo de impulso”, aseguraba el líder del PP, volviendo a reclamar a Sánchez, que ayer mismo anunció un amplio paquete de iniciativas para hacer frente a las consecuencias del coronavirus, que aplique algunas de las medidas económicas del programa electoral de los populares, como bajadas masivas de impuestos o la paralización de la derogación de la reforma laboral de 2012.

Casado cargaba de lleno contra el Ejecutivo por llamar a la movilización feminista del pasado domingo con motivo del 8M, a la que también acudieron dirigentes del PP. “No puede ser que horas antes de cancelar la actividad educativa estuviera alentando a que la gente saliera a manifestarse. Es una irresponsabilidad”, aseguraba el presidente de los populares, que aunque reconocía que “sí hay una coordinación” entre Gobierno y comunidades autónomas lamentaba que “no se hayan tomado medidas antes”.

Aunque en los últimos días no hubo ninguna petición pública, Casado aseguraba que la Comunidad de Madrid que gobierna el PP en coalición con Ciudadanos y con el apoyo de Vox “llevaba semanas diciendo que había que tomar medidas” para hacer frente al coronavirus. “Las comunidades autónomas gobernadas por el PP también necesitan colaboración del Gobierno y lealtad”, sentenciaba.

Pese a todas sus declaraciones, Casado insistía este miércoles en que Sánchez “va a encontrar más lealtad en el PP que en sus socios de investidura”. Aunque esa supuesta “lealtad” pasa, de momento, por un ataque constante a la labor del Ejecutivo para contener el coronavirus, que ha permitido al presidente de la formación conservadora esquivar la división interna del Partido Popular entre el sector moderado que aborrece los acuerdos con Vox y el giro a la derecha de la dirección y el más radical, el aznarismo al que Casado ha colocado en los puestos estratégicos de la cúpula de la principal fuerza de la oposición en España.

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