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Pedro Sánchez trata de liderar un frente político para evitar que el virus se convierta en una refriega partidista

Pedro Sánchez y Pablo Casado, durante la reunión que mantuvieron en febrero en la Moncloa.

Esther Palomera

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Puede que la política no se parezca a la ficción. O sí. A veces, hay frases que uno escucha en las mejores series de Netflix y las proyecta de inmediato sobre el epicentro del poder real. “No sé si lo han notado pero la política ya no es un teatro. Es el mundo del espectáculo. Así que montemos el mejor espectáculo de la ciudad”. Lo dijo Francis Underwood (Kevin Spacey) en House of Cards, y si uno se para a pensar en las últimas 72 horas vividas como consecuencia de la crisis del coronavirus hasta le encajaría que la reflexión haya sido compartida en algún despacho no muy lejano.

El espectáculo en este caso es colectivo: colas en los supermercados, médicos diciendo una cosa y la contraria, universitarios que huyen despavoridos a sus ciudades de origen, precios desorbitados de alimentos básicos en los portales de compra-venta, gente en el metro con mascarillas, parlamentos vacíos, reuniones por videoconferencia, carreteras sin atascos, hospitales colapsados, bancos sin empleados, tiendas de barrio cerradas… Y una legión de políticos incapaces, no ya de compartir un mismo relato, sino dispuestos a aprovechar el momento para atizar al contrario y aprovechar la alarma sanitaria para sacar rédito partidista. 

En la Moncloa lo han percibido, aunque quizá tarde. El presidente no llamó a la oposición para informarle de la realidad de los hechos hasta el lunes por la tarde, cuando la histeria colectiva ya se había desatado, después de anunciar el cierre de la red educativa en Madrid y Vitoria, y en las redes los bulos corrían a tanta velocidad como las noticias no contrastadas en algunos digitales y las valoraciones precipitadas de algunos políticos. 

La presidenta del Congreso, tras conocerse el aislamiento de los 52 diputados de Vox por el contagio de uno de ellos, intentó el martes reunir a todos los portavoces parlamentarios en una comparecencia conjunta para transmitir un mensaje de tranquilidad a funcionarios y ciudadanos. No tuvo éxito porque la portavoz del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, se negó a ello, como relatan desde la Presidencia y confirman el resto de portavoces parlamentarios. Batet compareció acompañada de algunos miembros de la Mesa de la Cámara, también del popular Adolfo Suárez Illana, quien hizo incluso un comentario irónico sobre las consecuencias que su gesto le traería en la relación con su compañera de filas. 

La división contribuye al caos

En ese momento, la también diputada del PP y miembro de la Mesa, Ana Pastor, ya estaba en su casa con fiebre, pero su jefa de gabinete, al ser preguntada, dijo no saber nada sobre las causas. Al día siguiente, ella misma confirmaba en su cuenta de twitter que había dado positivo en la prueba del coronavirus. Por su parte, Pablo Casado ya había cargado contra el Gobierno, exigido medidas económicas y acusado a Sánchez de ir por detrás de los acontecimientos. 

Lo que no logró Maritxell Batet lo intentará ahora Pedro Sánchez con el propósito de evitar que la gestión de la crisis sanitaria siga siendo un arma de desgaste contra el Ejecutivo y un elemento más para la refriega política. 

Los datos alarman, la desinformación multiplica la histeria y la división política contribuye al caos en la sociedad y aumenta la intranquilidad. El presidente se ha propuesto por ello liderar un frente político con el que frenar la escalada de críticas y voces disonantes, y ha adoptado dos decisiones en este sentido: la convocatoria de una reunión el sábado, por videollamada, de la Conferencia de Presidentes para abordar la situación y una respuesta común de todas las Comunidades y una “cumbre” de líderes políticos en el Parlamento, que tendrá lugar el próximo lunes.

Sánchez trata de aplacar los impulsos de la derecha de dar una de cal y otra de arena, esto es ofrecer “lealtad” con una mano y, con la otra, acusar de “irresponsabilidad” al Gobierno por haber actuado tarde y dilatado decisiones por ejemplo en Madrid que el Ejecutivo regional llevaba pidiendo días. “Cualquier propuesta razonable y viable de la oposición, la incluiremos en el Real Decreto del plan de choque”, sostienen en la Moncloa, donde por cierto no ha llegado ni una sola propuesta desde el otro lado del tablero político.

Intercambio de recomendaciones

En su conversación con los dirigentes autonómicos, el presidente tendrá oportunidad de explicarles de primera mano las medidas económicas y sociales contenidas en el plan de choque que prevé aprobar este jueves el Consejo de Ministros. Pero también podrán poner todos en común las recomendaciones sanitarias que aconsejan los expertos para contener la expansión del virus.

El Ejecutivo ha ensalzado estos días la coordinación con las comunidades autónomas a la hora de acordar las medidas de contención frente a la propagación del virus, algo que desmiente la denuncia de la Comunidad de Madrid sobre una presunta dilación en la toma de decisiones “al margen de los criterios estrictamente científicos”, como ocurrió con el anuncio del cierre de los colegios y las universidades.

El propio Casado sostiene que ahora que Sánchez “ya se ha decidido a tomar medidas debe hacerse de una forma coordinada, eficaz y decidida”. El PP, añadió, no va a “buscar ningún rédito electoral” en esta crisis sanitaria, pero “las medidas se tienen que tomar de manera urgente, inmediata y dando la cara”. En su opinión, el hecho de que Sánchez compareciese el martes por la noche en Moncloa y que 20 minutos después se conociese la noticia de que se aplazaban Las Fallas en Valencia es una forma de “no asumir” la decisión, que “tiene un coste electoral” .

La pugna de las derechas

Pero el PP no está solo en su cruzada contra el Gobierno. Ciudadanos se ha sumado a los de Casado para que Pedro Sánchez comparezca en el Congreso y explique la gestión de la crisis. Los dos partidos han registrado una petición conjunta de comparecencia del jefe de Gobierno en la Comisión Constitucional ante la previsible ausencia de plenos. Ni siquiera han esperado a la reunión que este jueves va a celebrar la Junta de Portavoces, donde los grupos iban a estudiar las opciones para que el Gobierno diese cuentas a la oposición a pesar de que estén suspendido el pleno de esta semana. 

Todo esto antes de que en la OMS calificase ya de “pandemia” el coronavirus, la Comunidad de Madrid elevase a 31 el número de fallecidos (49 en toda España), el BCE alertase de una crisis si la UE no tomaba más medidas y Argentina y Colombia ordenasen cuarentena a los viajeros de China, España, Francia e Italia. Con este panorama más nos valdrían mayores dosis de responsabilidad y menos espectáculo.

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