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CRÓNICA

El efecto Michavila: desconfía de las encuestas que te dicen sólo lo que quieres escuchar

Michavila en una conferencia en Santa Cruz de Tenerife en abril de 2023.

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La vida es dura en política si tu gurú favorito sufre un patinazo. Es lo que ocurrió al Partido Popular en la noche del 23 de julio, cuando la mayoría absoluta de sus escaños y los de Vox prometida por Narciso Michavila resultó ser una quimera. Precisamente en los días en que algunos periódicos publicaban artículos en los que se especulaba sobre cómo sería el Gobierno de Alberto Núñez Feijóo, se estaba produciendo una corriente de votos favorable al PSOE. Michavila y otras empresas no la vieron venir y les pasó por encima.

El presidente de GAD3 ha dado una entrevista a ABC centrada en explicar qué es lo que ocurrió. No es la primera vez que habla en público de su error, lo que es un gesto elogiable desde el punto de vista de la transparencia. El diario abrió su portada con la conversación. “¿Qué pasó, Michavila?”, es el titular. Suena a grito desgarrador. 'Cómo pudiste hacerme esto a mí, Michavila' podría haber servido también.

En su explicación, hay razones de peso y también otras un tanto peregrinas. Afirma que “el gran cambio se produjo sobre todo en Cataluña” y lo ilustra con un dato muy concreto, el de 200.000 votantes de Esquerra que supuestamente sólo eligieron la papeleta de su partido para el Senado, pero la del PSC para el Congreso. “Pensábamos que era ruido, y no era ruido. El elector catalán nos lo estaba diciendo. Estaba en un cambio de voto y no supimos dimensionarlo”, dice.

El presidente de GAD3 acierta al destacar una de las frases más relevantes de la campaña. Con la intención de intimidar a sus adversarios, Santiago Abascal prometió que los catalanes pagarían directamente las consecuencias de una victoria de la derecha y la extrema derecha. “No tengo ninguna duda”, dijo a la pregunta de si volverían las tensiones a Catalunya en ese caso. “Y peores, no tengo ninguna duda”, insistió. La amenaza de mano dura tuvo una respuesta clara en las urnas.

La chulería del presunto macho alfa de la extrema derecha fue un regalo para sus rivales de la izquierda al despertar a los votantes indecisos.

El fracaso del PP no se mide sólo por lo ocurrido en las cuatro provincias catalanas, como sostiene Michavila. El voto socialista resistió por encima de lo que esperaban muchos en Andalucía. Después de resultados muy malos en las autonómicas de 2022, con mayoría absoluta para Moreno, y las municipales de mayo de este año, el PSOE se quedó a sólo cuatro escaños del PP en las generales.

“El sector no tuvo una de sus mejores noches”, afirma refiriéndose a todas las encuestas. No opinan igual evidentemente las empresas que sí se acercaron al resultado final, las que mantuvieron a lo largo de la campaña, hasta la prohibición de publicar sondeos, que la suma de PP y Vox no tenía garantizada la mayoría absoluta.

Uno de ellos es Gonzalo Adán, director de Sociométrica, que hace las encuestas para El Español. En una entrevista en el Diario de Mallorca el 30 de julio, dijo que un tercio de las publicadas no preveían esa mayoría. Menciona un problema recurrente con los sondeos: “Todo esto empezó porque una o dos encuestas, no más, con un cierto prestigio, estaban apuntando a un dato que no era cierto”.

No dice cuáles son, pero bien podrían ser las publicadas por ABC (GAD3) y El Mundo (Sigma 2).

A partir de ahí, se produce un efecto arrastre de otras empresas, un consenso a posteriori movido por los que no quieren quedarse solos. “En este caso concreto, si una empresa de prestigio otorga inicialmente 150 escaños al PP y una empresa menos prestigiosa le otorga 140 escaños, esta segunda empresa pondrá al final 145 escaños”, dice Adán a modo de ejemplo.

Para el director de Sociométrica, todo fue “un espejismo”. A ello hay que sumar la remontada final del PSOE que se inició el día después del cara a cara televisivo entre Feijóo y Sánchez del 10 de julio, que acabó con muy buenas sensaciones para el líder de la oposición. El PP se confió y dio por hecha la victoria que Michavila le había pronosticado. Renunció al debate a cuatro y dejó que Sánchez y Yolanda Díaz formaran un frente común en el que la alternativa sólo era el líder de Vox.

“Las encuestas no detectaron esa remontada, que fue muy acelerada, porque las encuestas miden movimientos lentos, no movimientos rápidos. No hay una sola encuesta que pueda medirte un posible cambio de ayer a hoy”, opina Adán. Los medios publican 'trackings' diarios con datos recopilados en los tres o cuatro días anteriores. Dan una imagen de exactitud, de actualización constante, que no es del todo real.

Por toda una serie de razones, una encuesta puede quedarse vieja en 24 horas. En muchos casos, los medios de comunicación las tratan como si fueran divisas fuertes que mantienen su valor durante demasiado tiempo.

Una encuesta del CIS reveló un número sorprendentemente alto de votantes que tomaron su decisión muy cerca del final. Una legislatura muy polarizada y con un elevado nivel de tensión política no hizo que la gente lo tuviera clarísimo desde antes de la campaña. Un 12,5% decidió el voto al inicio de la campaña, un 15,9% en la última semana, un 3,3% en la jornada de reflexión y un 6,8% en el mismo día de las elecciones. Todos ellos juntos suman un 38,5% de los que finalmente votaron. Incluso si el dato es algo exagerado, hablamos de cifras muy significativas.

El fenómeno del votante que duda hasta el final podría haber estado detrás de la sorprendente victoria de Donald Trump en 2016. Esas elecciones presidenciales de EEUU han alcanzado un estatus casi mítico a la hora de encontrar ejemplos de países en que la mayoría de sondeos no supo acertar el resultado. Se han realizado innumerables estudios y no todos con las mismas conclusiones.

Hay dos que destacan sobre las demás. La población con estudios universitarios suele responder con más frecuencia e interés a las empresas encuestadoras. Si tu muestra contiene un porcentaje no representativo de estas personas, sus resultados estarán sesgados, en este caso a favor de los demócratas. Si tu muestra está mal hecha, y eso es un gran reto en cada cita electoral, el resultado no será representativo.

Hay otro factor relevante que cuenta con similitudes con lo ocurrido ahora en España. Un estudio obra de un comité de expertos llegó a la conclusión de que Donald Trump recibió un alto número de votos en los últimos días de campaña en estados clave. En concreto, un 13% de los votantes en Florida, Pennsylvania y Wisconsin decidieron en la última semana votar al que fue el ganador de las elecciones.

Trump ganó las elecciones por una diferencia a su favor de sólo 77.000 votos –en un país en que 128 millones de personas votaron a Trump y a Hillary Clinton– en los tres estados que finalmente le dieron la victoria: Pennsylvania, Michigan y Wisconsin.

Políticos, periodistas y encuestadores pueden verse arrastrados por la influencia de acontecimientos políticos anteriores que parecen anunciar un resultado previsible. Ese papel lo jugaron las elecciones de mayo, que concedieron un triunfo a la derecha incluso mayor del esperado. Es lo que explica Susana Quintas, directora técnica de Simple Lógica, cuyas encuestas publica eldiario.es. Sus previsiones acertaron al pronosticar que PP y Vox no tenían asegurada la mayoría absoluta.

“Me da la sensación de que las autonómicas y las municipales estaban ahí al lado y las consecuencias de esos cambios de Gobierno, a pesar de que el PSOE no había perdido votos, dieron la impresión de que había habido una revolución de la derecha que no fue tal”, dijo Quintas a este diario.

En la entrevista con ABC, Michavila se empeña en destacar que si el resultado hubiera sido distinto en cuatro provincias, el PP habría conseguido su propósito. Escogiendo otras provincias, se podría llegar a conclusiones diferentes. Un dato incontestable sobre qué partido rentabilizó mejor sus votos es que de los cientos de miles de votos que no obtuvieron representación en el Congreso la formación que más perdió fue Sumar (casi 600.000) y después Vox (486.000). Pero Michavila dice que el votante de izquierda es “mucho más estratégico” y que conoce mejor la ley electoral.

Al final, lo que nadie puede olvidar, él tampoco, es que seis días antes de las elecciones predijo que el PP podría alcanzar 160 escaños en el Congreso. A las ocho de la tarde del 23J, su encuesta para Telecinco le dio 151. El PP se quedó en 137.

Esa cifra de 160 era también la previsión optimista del partido de Feijóo y no tenía inconveniente en contársela a algunos periodistas.

El 28M generó mucho ruido, en expresión de Quintas, y hay que decir que Michavila contribuyó a ese ambiente incluso antes de las autonómicas y municipales. Estaba convencido de que el PSOE resistiría hasta cierto punto en la cita de mayo, porque presidentes autonómicos y alcaldes socialistas tirarían del voto.

En las generales, Sánchez estaría más solo y mordería el polvo. “Pedro Sánchez va a perder las elecciones (generales) por goleada”, dijo el 3 de mayo.

Al final, el que perdió por goleada fue él. “Es como si fallas un penalti en la final”, dijo en la entrevista. El suyo salió por encima del larguero y acabó fuera del estadio.

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