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Un banquete de 'schadenfreude' en la política española

Pablo Casado hace que toca la guitarra en una visita a Murcia en la campaña.

Iñigo Sáenz de Ugarte

El día después de unas elecciones es un festival de 'schadenfreude' y en las de este domingo la marca supera todas las conocidas. Está feo reírse de las desgracias ajenas, pero en el ambiente tumultuario de la política española es imposible evitarlo. Qué demonios, es casi una obligación constitucional.

Al frente del grupo está evidentemente el Partido Popular y su líder. En Twitter, no pasaron ni minutos antes de que la chavalada publicara todas las fotos en que Soraya Sáenz de Santamaría aparecía bailando, pinchando con un DJ o sonriendo. Siendo como es el PP un partido disciplinado –hubo monarquías feudales en el XVII que toleraban mejor la disidencia que en la sede de Génova–, es muy posible que el impacto en la maltratada posición de Pablo Casado no sea inmediato. Dentro de nada comienza la campaña de las municipales, autonómicas y europeas, y a ningún partido le interesa cambiar de caballo en mitad de la carrera. Aunque sea un caballo perdedor. Toca apretar los dientes y seguir corriendo, aunque se arriesguen a darse otra vez con la pared.

Las miradas están puestas en Alberto Núñez Feijóo. El presidente gallego no es de los que se precipitan. Sólo el Tribunal Constitucional es más lento que él. De hecho, podría ser ahora el líder del PP si se hubiera decidido a dar el paso antes de las primarias. Teniendo en cuenta la situación actual del partido, su decisión de quedarse como virrey de Galicia parece muy inteligente.

El número dos del partido, Teodoro García Egea, tuvo que dar el lunes una rueda de prensa que en realidad no estaba prevista. Iba tan escaso de argumentos para defender que Casado siga siendo el líder que tuvo que comparar la histórica derrota del PP con la típica novatada que pagas al estrenarte en un empleo: “Todos los líderes han tenido varias oportunidades. En estas últimas elecciones, (Casado) era el único que se presentaba por primera vez. Los proyectos necesitan tiempo”, dijo Egea. Lo malo es que para cuando Casado haya cogido experiencia lo mismo no queda partido que liderar.

En el PP, son unos cuantos los que no olvidan lo que hizo con todos los dirigentes que recordaban, aunque fuera vagamente, al pragmatismo de la era de Rajoy. Cómo fueron sustituidos de forma un tanto ignominiosa por caras bonitas y telegénicas con poca o ninguna experiencia política: “Lo tiene muy difícil para remontar esta derrota, porque ha echado a patadas a la generación experimentada, formada y creíble que más le podía ayudar a recuperar la seña de la gestión”, dijo a El Mundo una “veterana marianista” del PP.

En el apartado de las burlas contra los que se metían contigo, es muy probable que en el CIS hayan celebrado con champán el resultado de las elecciones. Su último sondeo –en el que se alejó de los polémicos criterios empleados antes por su presidente, José Félix Texanos– fue el que más se acercó al veredicto final de las urnas. Es la misma encuesta que Casado calificó entre risas de “sobrenatural”.

Capacidad de gestión y de pactos, sí tenía Javier Maroto en sus primeros años como alcalde de Vitoria. Un día, decidió asegurarse la reelección con una apuesta por la xenofobia al cuestionar con dureza las ayudas sociales que recibían los inmigrantes. Ganó votos, pero perdió la alcaldía. En esta campaña, llamó “escoria” al candidato de Bildu Iñaki Ruiz de Pinedo. Como alcalde en 2011, Maroto pactó con Bildu sin problemas, pero en 2019 los consideraba unos apestados. Resultó al final que el apestado era él, al menos en opinión de los votantes. Bildu le dejó sin escaño por 300 votos.

Para la prensa de Madrid, Cayetana Álvarez de Toledo era la estrella emergente de la campaña destinada a salvar al PP catalán de la extinción en esa comunidad. Un intento de boicot en la UAB contra un acto en el que ella participaba la colocó en todas las portadas. Toledo puso una foto de ese día en la cabecera de su Twitter, no fuera que alguien se olvidara. Aparecía en muchas fotos haciendo la V de la victoria, un gesto osado en el partido que sacó cuatro escaños en las últimas autonómicas y menos votos que la CUP.

El columnista de El Confidencial José Antonio Zarzalejos decidió ascenderla por su cuenta a la condición de futura portavoz parlamentaria del PP. Al hacer balance, Zarzalejos descubre ahora que la campaña del PP fue “suicida”, pero no se atreve a mencionar a la marquesa y nueva diputada. El suyo es el único escaño del PP –antes eran seis– que ha sobrevivido a la debacle catalana.

Le ha ido mejor a Inés Arrimadas, diputada electa por Barcelona, provincia que casi no pisó en la campaña. El resultado de Ciudadanos ha sido muchísimo mejor que el del PP. Aun así, seguirá en la oposición. Adiós al 155 permanente para Catalunya. Adiós a un descenso masivo de impuestos. Adiós a tantas cosas.

Eso no impidió a Arrimadas mostrar el lunes su rostro arrogante, el mismo que ofreció en campaña cuando dijo que estaba “salivando por las cosas que podremos hacer si gobernamos”. El domingo, las glándulas salivales se pararon en seco. La diputada achacó la derrota a la estrategia del PSOE de anunciar 'que viene la derecha', lo que en este caso era una descripción bastante realista. Arrimadas prefirió echar la culpa a los votantes por crédulos o sencillamente idiotas: “El lobo viene una vez, pero la segunda ya no te lo crees”. Es decir, que confía en que toda esa gente tan iletrada sea más inteligente la próxima vez.

La forma en que Arrimadas despreció cualquier mención a un posible pacto con el PSOE debería descartar cualquier especulación en ese sentido. La prensa de Madrid se arrodilló para pedir un segundo Gobierno de gran coalición –el primero fue el proyecto de PP-PSOE tras el 20D–, tan sólo horas después de afirmar que Sánchez no era digno de seguir un minuto más en Moncloa. “Pedro Sánchez ha de considerar la posibilidad de tender la mano a Rivera y contemplar la formación de un Gobierno moderado”, dijo el editorial de El Mundo. Para ABC, es también la opción “menos mala”. Por lo que dijo Arrimadas, los periódicos se han tragado todo su orgullo para nada y se van a quedar con las ganas.

El PSOE tiene la intención de seguir gobernando en solitario. Sobre un posible pacto con Ciudadanos, el ministro Ábalos dijo: “Nosotros queremos hacer políticas progresistas. No nos estamos planteando esa posibilidad”. Es muy posible que Ábalos sepa más del tema que el analista del Santander que escribió que un acuerdo PSOE-Cs complacería al mercado financiero y que desató tantas especulaciones el lunes.

Qué miedo dan las PNL de Vox

Vox obtuvo un gran resultado para un partido casi inexistente hasta hace unos meses. También puede presumir del honor de haber propiciado en parte la victoria de la izquierda al generar una movilización en las urnas mayor de la esperada. No ha sido extraño cuando su campaña se centraba en atacar a inmigrantes, izquierdistas, feministas y en general cualquier persona que no haya querido nunca convertirse en torero, cazador o cura.

De todas formas, 24 escaños son unos cuantos. ¿Cómo los va a emplear Vox? ¿Serán una amenaza para el sistema democrático? Su secretario general, Javier Ortega Smith, presumió de tener un arma secreta: “Nuestras proposiciones no de ley les van a hacer retratarse”, dijo muy ufano. Las PNL son la metadona con la que los partidos de la oposición intentan solventar la ausencia de la droga dura, que no es otra que el poder. Y es una metadona de muy baja calidad. Los efectos no duran nada.

Si la ultraderecha cree que con las PNL y sus 24 escaños van a acabar con “la hegemonía cultural de los progres” o “las leyes ideológicas (¿las hay de otro tipo?) del zapaterismo”, como la ley contra la violencia de género, van a alucinar cuando se enteren al llegar al Congreso de que hay 326 diputados más.

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