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Garicano, el último riverista que abandona el barco de Ciudadanos

Archivo - Luis Garicano en una imagen de archivo.

Carmen Moraga

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Ha sido durante años una de la voces con mayor autoridad en Ciudadanos. Y no solo en el terreno económico, área que dirigió tras ser fichado por Albert Rivera en 2015. Las opiniones, muchas veces críticas, de Luis Garicano (Valladolid 1967) siempre han pesado, y mucho, en el partido. Tras su aterrizaje en política, Rivera le encargó diseñar el programa económico para concurrir a sus primeras elecciones generales después de haber decidido ampliar la acción política de Ciudadanos a toda España.

El catedrático de Economía y Estrategia de la Escuela de Negocios del Instituto de Empresa y doctor por la Universidad de Chicago (EEUU), se rodeó de algunos reconocidos profesionales para llevar a cabo la tarea, como el expresidente de la CNMV Manuel Conthe. Tenía entonces 48 años y una larga trayectoria en el mundo académico en instituciones tan prestigiosas como la London School of Economics. Si Ciudadanos llegaba a gobernar algún día, nadie dudaba que Garicano iba a ser el vicepresidente económico de ese gabinete con el que tanto soñó Albert Rivera.

Considerado un liberal en toda la regla, Garicano presentó el programa económico de Ciudadanos a mediados de febrero de 2015 en el madrileño Círculo de Bellas Artes entre una gran expectación mediática y una nutrida asistencia de público entre el que figuraban empresarios y miembros de la primera Ejecutiva Nacional de Rivera. Ya por entonces, los ejes económicos que presentó se basaban en las premisas que siempre ha defendido la formación que ahora lidera Inés Arrimadas: la defensa a ultranza de los autónomos, dotar de más ayudas a las Pymes, y bajada de impuestos a las familias como fórmula para salir de la crisis, una medida que chocaba con lo que por entonces proclamaba el PP de Mariano Rajoy, con cuyo Gobierno Garicano flirteó antes de que Rivera le atrajera a sus filas.

En el ámbito laboral, Ciudadanos apostó por el abaratamiento del despido, el contrato único y la creación de la llamada “mochila austriaca” como alternativa a la obligatoriedad de que los empresarios asumieran indemnizaciones que a juicio del partido de Rivera lastraban el mercado. En frente situó lo que el economista consideraba recetas “populistas” de Podemos, su gran enemigo ideológico. De hecho, en uno de sus numerosos libros, 'El dilema de España', el catedrático ya alertaba de “peligro” que a su juicio entrañaba el modelo económico del partido de Pablo Iglesias, que consideraba similar al de Venezuela. En contraposición, él sugería acercarse al modelo de Dinamarca, con medidas de corte más “modernas y liberales”.

El ala más centrista del partido

Garicano llegó a la política rodeado de un halo de influencia gracias a su impresionante currículo y sus artículos publicados en importantes periódicos nacionales de la prensa salmón, pero también extranjeros, como el Financial Times o Wall Street Journal en donde sentaba cátedra. Uno de los más comentados fue en el que pidió a Rajoy que renunciara a presentarse a la reelección para “facilitar una regeneración de la política española” y frenar el ascenso de Podemos.

Garicano llegó a Ciudadanos en los inicios de la expansión del partido prácticamente al mismo tiempo que uno de sus aventajados discípulos, el también economista Toni Roldán, al que incorporó a su equipo junto a otro reputado fichaje de Rivera, el inspector de Hacienda Francisco de la Torre, que se hizo cargo de la política fiscal. Los tres entraron a formar parte de la Ejecutiva Nacional junto a otros destacados dirigentes de Ciudadanos que, con el tiempo, y por diferentes razones, fueron desligándose de la formación entonces emergente.

Todo iba viento en popa para el partido hasta que en junio de 2018 Mariano Rajoy es desalojado de La Moncloa como consecuencia de la moción de censura que presenta el PSOE y que convierte a Pedro Sánchez en presidente del Gobierno. La animadversión del líder de Ciudadanos hacía el dirigente socialista va creciendo y en Ciudadanos empiezan a emerger dos almas, la más centrista –en la que se sitúa a Garicano y a Roldán–, y el ala más dura encarnada por el propio Rivera, Girauta y la guardia pretoriana del líder.

En febrero de 2019 Garicano anuncia su candidatura a las elecciones al Parlamento Europeo, que se celebraban en mayo de ese mismo año, y se somete a unas primarias a las que, ante el asombro de muchos, se presentan nada menos que 250 aspirantes a los que el economista vence sin problemas. La lista final incorporaba a personas provenientes de otros partidos, como Maite Pagazaurtundúa (UPyD), José Miguel Bauzá (PP) y Soraya Rodríguez (PSOE).

Poco después llega la famosa foto de Colón en la que Rivera, tras participar en la manifestación contra Pedro Sánchez, sube al escenario con Santiago Abascal y Pablo Casado. La incomodidad de Garicano, que aunque acudió a la concentración no se sumó a la foto, fue patente. A eso hay que sumar el escándalo del pucherazo en las primarias en Castilla y León en las que Garicano se situó del lado de Francisco Igea, el supuesto perdedor frente a la candidata impuesta por la dirección del partido, la ex dirigente del PP, Silvia Clemente, quién finalmente, tras comprobarse las irregularidades, se ve obligada a retirarse de la contienda. Esa decisión de Garicano de plantar cara en esa crisis a Rivera –intolerante con los discrepantes– abre una grieta en las relaciones entre ambos, crisis que poco a poco se va agudizando a medida que el líder de Ciudadanos se va a escorando cada vez más a la derecha, cerrando pactos con el PP tras las municipales y autonómicas del mes de mayo de aquel año.

Refugiado en Bruselas

Un mes más tarde, en junio, dimite su compañero Toni Roldán. “No me voy porque yo haya cambiado si no porque Ciudadanos ha cambiado”, señaló en rueda de prensa en la que no ocultó su malestar por la deriva derechista que había emprendido Ciudadanos, en donde las instrucciones dadas por Rivera para cerrar la puerta a cualquier acercamiento al PSOE habían dividido a la Ejecutiva. También abandonó el partido el eurodiputado Javiert Nart, aunque no dejó su escaño en el Parlamento Europeo. Y Francisco de la Torre. La unidad del partido hacía tiempo que había empezado a hacer agua pese a que las encuestas soplaban a su favor.

Garicano decidió refugiarse en Bruselas sin que Rivera diera muchas muestras de querer recomponer sus frías relaciones con el jefe de la delegación europea de su partido, que había sido ya elegido vicepresidente del grupo Renew Europe, la familia de los liberales europeos en la Eurocámara.

Es más, de cara a las elecciones generales de abril de 2019, el líder de Ciudadanos abrió la puerta a otros fichajes, entre ellos al del flamante empresario Marcos de Quinto, que se hace con las riendas del área económica. Junto a él entra el abogado de Estado, Edmundo Bal, y Sara Giménez, miembro de Secretariado Gitano.

El éxito del partido en esos comicios de abril de 2019 les coloca en 57 diputados en el Congreso. Pero el fracaso de la investidura ante la cerrazón del líder de Ciudadanos a apoyar a Pedro Sánchez aboca a la repetición electoral en noviembre. Rivera insiste en no querer negociar con el dirigente del PSOE al que acusa de preferir tener como socios a los “independentistas y separatistas”. Y el partido se hunde, quedándose en tan solo 10 diputados –después de apuntalar tras las elecciones de mayo a gobiernos autonómicos y municipales del PP con el apoyo de Vox en plazas como Madrid y Castilla y León–.

Rivera dimite tras el batacazo de noviembre de 2019, e Inés Arrimadas se hace con las riendas del partido y una herencia envenenada.

Muy crítico con el Gobierno español

Luis Garicano continuó en Bruselas y desde esa atalaya ha visto cómo se han ido sucediendo las derrotas en Ciudadanos: la sufrida en Catalunya en febrero de 2021, luego la de Madrid, en mayo, posteriormente la de Castilla y León y la última y más reciente, en Andalucía. Pese todo, se mostró comprensivo con Edmundo Bal al que consideró que había “pagado por errores que no ha cometido él” en su intento de no desaparecer en la Asamblea de Madrid.

Garicano intenta refugiarse en Bruselas con una agenda muy centrada en las prioridades de la UE en aquel momento, como la pandemia y la recuperación, informa Andrés Gil. Pero también lo hace con una intención de oposición al gobierno de coalición. Así, hace suyas las sospechas sobre las ayudas a la línea aérea Plus Ultra, que en la Comisión Europea nunca llegan a cuestionar; o siembra dudas sobre los presupuestos españoles o la gestión de los fondos europeos, ambos respaldados repetidas veces en Bruselas, en contra de los augurios de Garicano.

Como eurodiputado y vicepresidente de la familia liberal, Garicano se reúne con comisarios y mantiene una agenda política activa, con habituales intervenciones en los plenos de Estrasburgo, a menudo cuestionando al Gobierno español, ya fuera por la gestión de la pandemia, la gestión económica, o la gestión de la cuestión catalana, cosa que le llevó a algún que otro enfrentamiento con los líderes independentistas.

Pero lo cierto es que pese a su importante cargo en Europa su estela en Ciudadanos hacía mucho que se había apagado. Hasta que el pasado mes de julio anuncia por sorpresa que renuncia a su acta parlamentaria tres años después de entrar en la Eurocámara para asumir una plaza de profesor en la Universidad de Columbia (Nueva York).

“Si no se vuelve ahora a las clases y a la Universidad, no se vuelve nunca”, explicó a sus más cercanos. El golpe fue encajado por Arrimadas, que le deseó suerte. “Felicitamos a nuestro compañero Luis por este gran logro profesional, una evidencia más de que el proyecto liberal español está formado por personas con talento y una trayectoria valiosa, reconocida y ejemplar fuera de la política. Le agradecemos enormemente, además, su encomiable trabajo a lo largo de estos años en el partido y en la Eurocámara, donde deja una gran impronta. Será un honor seguir contando con su apoyo y colaboración, ya como miembro de la sociedad civil afiliado a este partido y perteneciente a este espacio político que tanto ha enriquecido y donde siempre tendrá su casa”. Su puesto lo ocupa ahora Adrián Vázquez, un joven eurodiputado que forma parte del equipo de la Refundación que ha emprendido el partido.

La larga lista de exdirigentes de Ciudadanos

Sin embargo, a principios de la pasada semana transcendió que Garicano también se había dado de baja como afiliado, una noticia que pudo confirmar esta redacción en fuentes de la dirección del partido.

Su nombre figura ya en esa larga lista de dirigentes que formaron parte de ese sueño de Rivera y ya no están. Entre ellos, Carolina Punset, que fue portavoz en la Comunidad Valenciana, y terminó abandonando la formación entre duras críticas al líder al que acusó de ser “la marca blanca del PP”; el balear Xaviert Pericay, fundador del partido, que escribió un libro muy crítico sobre el funcionamiento interno de Ciudadanos y el propio Rivera; José Manuel Villegas, el fiel escudero del líder que le ha seguido en sus andanzas en la empresa privada; Fran Hervías, el impulsor desde Génova de la opa hostil contra Ciudadanos; Juan Carlos Girauta, el exportavoz parlamentario, muy cercano ahora ideológicamente a Vox; Fernando de Páramo, el ideólogo del área de Comunicación; Ignacio Aguado, exlíder de la Comunidad de Madrid, hoy también fuera de Ciudadanos tras ser apartado de la candidatura electoral; la canaria Melisa Rodríguez, alejada ya de la política y de la formación; la escritora Marta Rivera de la Cruz, quien tras el fracaso en las elecciones de Madrid de mayo de 2021 fue fichada por Isabel Díaz Ayuso para repetir como consejera de Cultura; el valenciano Toni Cantó, quien tras irse al PP, ha terminado dejando la política para fichar como presentador de una televisión; o Juan Marín, quien tras su reciente fracaso en Andalucía ha terminado dejando la militancia en el partido para caer en los brazos del PP, algo que había asegurado una y otra vez que no iba a hacer.

De aquella Ejecutiva de 2015 la única cara visible que aguanta es, además de Inés Arrimadas, la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís, en la que todos depositan las esperanzas de supervivencia de la marca que quiere pasar ahora a llamarse Partido Liberal. Respecto a Garicano, la incógnita que se desvelará en los próximos meses es si, como ya ocurrió en el pasado, el PP, ahora en manos de Alberto Núñez Feijóo, trata de cortejar al gurú económico y si este acepta.

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