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Análisis - Sánchez, ¿acicate o lastre para Illa? Por Neus Tomàs

La política española, en manos de Puigdemont

Carles Puigdemont, en una comparecencia ante los medios.

Neus Tomàs / José Precedo

Carles Puigdemont decidirá quién es el presidente en Catalunya y cuándo se le inviste. El president cesado no tiene prisa pese a que el plazo expira el 22 de mayo. Esa es la fecha límite para evitar unas nuevas elecciones que Puigdemont ni siquiera descarta. Su círculo más fiel en Junts per Catalunya considera que la decisión de la justicia alemana de denegar su extradición por un delito de rebelión pone contra las cuerdas al juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena y defiende que hay que aprovechar el eco internacional para mantener la tensión. No se descarta que su defensa acabe presentando una querella contra el juez del Supremo.

Puigdemont no está solo en esto: su estrategia es compartida con la CUP, que insiste en que el candidato de la mayoría independentista debe ser el presidente cesado. Su mensaje sigue siendo 'Puigdemont o Puigdemont'. Una tesis de la que ERC no quiere ni oír hablar.

Solo serían cábalas del independentismo si no fuese porque la política española y la estabilidad del propio Gobierno de Mariano Rajoy dependen de lo que decida Puigdemont. Que pueda haber presupuestos generales del Estado pasa por un pacto con el PNV que exige la retirada del 155 para cualquier acuerdo con el PP.

Esta semana los nacionalistas vascos han dejado la puerta abierta al negarse a presentar una enmienda a la totalidad a los presupuestos en el Congreso. El comunicado en el que se anuncia la decisión del Euzkadi Buru Batzar advierte que no se trata de un cheque en blanco al Partido Popular y presenta su decisión como “una oportunidad a la apertura de un nuevo tiempo de diálogo político en el Estado español y en Catalunya, así como a la restauración de un Govern legítimo”. 

Los números con Ciudadanos están hechos y se presentaron por fascículos hace unas semanas en las que el partido de Albert Rivera aprovechó para vender como logro suyo la discreta subida de algunas pensiones. Pero los escaños no suman sin el PNV.

Fuentes conocedoras de las conversaciones entre partidos sostienen que no habría problema para cerrar el acuerdo con los nacionalistas vascos siempre que se desbloquee la situación en Catalunya. Aunque oficialmente el PNV niega que se haya sentado a negociar, el capítulo de inversiones para Euskadi el proyecto de presupuestos que ha presentado el Gobierno de Rajoy sube un 32% hasta los 509 millones de euros.

El grupo parlamentario ha optado por ganar tiempo y ver cómo se resuelve la situación catalana antes de hacer un pronunciamiento definitivo sobre las cuentas dentro de un mes, con el cálculo de que para entonces ya habrá Gobierno en Catalunya.

En las últimas semanas el PNV presiona en una doble dirección: para que el Gobierno propicie una distensión con el independentismo y a los partidos en Catalunya con el objetivo de que pueda haber un presidente de la Generalitat cuanto antes.

El presidente del PNV, Andoni Ortúzar, evidencia en cada comparecencia pública los malabares que tiene que hacer su partido. El miércoles durante una entrevista en la cadena Ser reconoció lo poco que le gusta al PNV la actuación del Gobierno en Catalunya pero aludió también a la necesidad de contribuir a la estabilidad política: “Son más que unos presupuestos, y nosotros hacemos un análisis de la política catalana y del 155 como un hecho muy grave, muy doloroso, que no entendemos. Lo hemos vivido como una agresión, no nos gusta. Tenemos una semana y vamos a hacer todo lo que esté en nuestra mano para que haya estabilidad, soluciones políticas a problemas políticos. Necesitamos saber cuál es la posición del gobierno español ante un próximo panorama político en Cataluña”.  Al mismo tiempo mandó un mensaje a los partidos independentistas catalanes: “Percibimos en los partidos catalanes la necesidad de tener cuanto antes un gobierno”.

Dirigentes nacionalistas han mantenido encuentros con los partidos independentitas y han llegado a la conclusión de que todo está en manos de Puigdemont. Ortúzar subrayó en esa misma entrevista que espera que antes del 27 el independentismo presente un candidato sin problemas judiciales.

Entretanto, Esquerra descarta que la solución pase por forzar una votación en el Parlament que implique una investidura fallida, aseguran fuentes del partido a eldiario.es. Eso es lo que pasaría si el nombre elegido es el del expresident Puigdemont. El ministro portavoz, Íñigo Méndez de Vigo, reiteró el lunes por la noche en una entrevista en 8TV que el Gobierno central no permitirá que el candidato sea él. “El señor Puigdemont es un huido de la Justicia que ha cometido, presuntamente, actos delictivos, así que la idea que pueda ser presidente es absolutamente inviable. Lo que tiene que hacer es ponerse a disposición de la Justicia española”, intentó zanjar.

Las quinielas

El reloj corre mientras en JxCat, ERC y PDeCAT nadie se atreven a pronosticar quién acabará siendo presidente. El nombre preferido por Puigdemont sigue siendo el de Elsa Artadi, pese a que ella no se postula. En las quinielas aparecen otros nombres, desde la alcaldesa de Girona, Marta Madrenas, al de Mollerussa, Marc Solsona. Este último es uno de los preferidos en la dirección del PDeCAT. En ERC aseguran que no cuestionarán el nombre elegido porque su prioridad es que haya gobierno cuanto antes.

De lo que decida el expresident depende el futuro a medio plazo de la política española: no solo los presupuestos generales, también la estabilidad del Gobierno y la amenaza de unas elecciones anticipadas.

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