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La reforma laboral pone a prueba las costuras de la coalición

Pedro Sánchez, Yolanda Díaz y los representantes de los sindicatos y de la patronal en la firma de la subida del salario mínimo de 2020.

Irene Castro / Laura Galaup

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La reforma laboral está pasando de ser el acuerdo estrella del Gobierno y los agentes sociales a la medida que pondrá a prueba las costuras de la coalición tanto de puertas adentro como hacia afuera. La negativa, fundamentalmente del PSOE aunque fue la posición inicial también de Yolanda Díaz, a modificar el texto surgido del pacto con la patronal y los sindicatos amenaza la mayoría de la investidura, que se había estabilizado con la aprobación de dos Presupuestos consecutivos. Pero la opción cada vez más posible de que el nuevo marco laboral salga adelante gracias al 'sí' de Ciudadanos reactiva la tensión entre los socios. 

Unidas Podemos no contempla por ahora otro escenario que no sea apoyarse en los grupos de la investidura para sacar adelante la reforma laboral. Sin embargo, en el ala socialista ya dan por hecho el ‘no’ de EH Bildu porque consideran inasumibles sus exigencias y, aunque ven más margen para atraer a PNV y ERC, los cálculos les salen con la vía Ciudadanos, a pesar de estar más apretados.

Esa opción la rechaza rotundamente el socio minoritario, que quiere tiempo y tranquilidad para que la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, pueda “hilar fino” para conseguir “la cuadratura del círculo”: no hacer cambios en el decreto ley secundado por los representantes de empresarios y trabajadores y lograr el aval de los socios habituales con compromisos a futuro.

Díaz tiene en la reforma laboral su gran escaparate del proyecto político que pretende impulsar y los acuerdos con CEOE y sindicatos le han granjeado en buena medida la buena imagen que tiene. La vicepresidenta segunda, a la que Pablo Iglesias señaló como cabeza de Unidas Podemos en la coalición tras su salida, es la líder mejor valorada y lleva ya varios barómetros del CIS por encima de Pedro Sánchez. Sin embargo, el apoyo de Ciudadanos sería una carta de presentación que complicaría el relato de Díaz en la izquierda. 

El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, que compite en buena medida con los comunes en ese espacio, ya señaló esa estrategia al lanzar a Díaz en manos de “la derecha” al considerar que el texto es poco ambicioso. “Para que se le llame reforma tiene que cambiar algo y cambia bastantes pocas cosas”, advirtió el líder republicano, que aseguró que “un grupo parlamentario de izquierdas no puede apoyar una reforma que no toca la indemnización por despido, que no dota de más medios a la inspección de trabajo, que no contempla o recupera los salarios de tramitación, que no dota a la administración de mecanismos para frenar ERE abusivos, que no lucha contra la precariedad o la falsa precariedad de contratos o que no hace prevalecer los convenios autonómicos frente al resto”.

“Durante nueve meses el Gobierno, Yolanda Díaz y su equipo estuvieron hablando preocupándose muy mucho por que la CEOE estuviera dentro de la negociación. Pero no hablaron nada con nosotros”, dijo Rufián el miércoles. Ese es un error que reconocen algunas de las fuentes consultadas: que Díaz no ha “cuidado” a los socios de la investidura. “No ha hablado con ERC”, reprochan en la cúpula del PSOE. Sin embargo, en el entorno de la vicepresidenta se quejan de esas críticas y aseguran que sí ha habido contactos durante todo este tiempo con los republicanos. Sostienen, además, que son “optimistas”, que siguen negociando con ERC y PNV y que lo seguirán haciendo a lo largo del fin de semana.

El PSOE, por su parte, no le hace ascos a Ciudadanos, cuyo apoyo permitiría a Sánchez situarse en el terreno de la centralidad que los socialistas no quieren nunca abandonar. También sería una forma de restar protagonismo a Díaz en la que ha sido su medida estrella provocando ciertos recelos en las filas socialistas, que han organizado una campaña en todo el territorio –con actos y mociones en los ayuntamientos y parlamentos– para reivindicar su sello también en el acuerdo. 

“La reforma laboral no es un proyecto de nadie, ni siquiera de ningún partido ni de ninguna formación”, avisó este jueves el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, que es el encargado de pilotar la negociación por parte del ala socialista. “Es un proyecto del Gobierno en su conjunto y debiera serlo de la mayoría de fuerzas en el Congreso”, agregó el hombre de confianza de Sánchez, que previamente hizo un llamamiento a “ensanchar mayorías”. Bolaños fue el encargado de negociar con Ciudadanos las prórrogas del estado de alarma durante los peores momentos de la pandemia. 

“Se puede llegar a acuerdos con quien piensa diferente y es positivo”, remarcó horas después la número dos del PSOE, Adriana Lastra, que también dejó claro que en este caso no hay socios prioritarios. “Me gustaría que todos los grupos aprobaran la reforma laboral. En eso es en lo que estamos trabajando de manera coordinada partido, Gobierno y grupo parlamentario. La única preferencia que tiene este Gobierno es que salga adelante”, afirmó.

Al igual que para el PSOE puede ser una oportunidad sumar esta vez a Ciudadanos, Inés Arrimadas tiene una opción de sacar la cabeza marcando distancias con PP y Vox apoyando una medida que lleva el sello de la patronal, que ha reclamado a los grupos del Congreso que avalen el texto para que no sufra modificaciones. El partido autodenominado liberal ha tomado nota. “Si no se toca una coma, votaremos que sí”, afirmó el portavoz, Edmundo Bal. 

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