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Robles se refuerza con una directora del CNI a la que quiso nombrar en 2018

Margarita Robles y Esperanza Casteleiro con el presidente de Bulgaria y el jefe de Estado Mayor del Ejército del Aire en una imagen de archivo.

Pedro Águeda

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La apuesta del Gobierno de Pedro Sánchez por colocar hace dos años al frente del CNI, por primera vez en su historia, a una miembro del servicio de Inteligencia ha acabado este martes con el cese de Paz Esteban como directora general. La respuesta del mismo Gobierno a la crisis que ha provocado la salida de Esteban ha sido insistir con otra miembro del CNI para dirigir el organismo. De entre los 3.000 agentes con los que cuenta el centro, el perfil de Casteleiro es de los más parecidos al de su predecesora: ambas son mujeres, civiles, ingresaron en los ochenta en el Cesid, han desarrollado sus carreras más en el ámbito del análisis que en el operativo, fueron secretarias generales antes que directoras y gozan de la total confianza de Margarita Robles.

La encargada de llevar adelante la investigación interna en el CNI que ha prometido el Gobierno para aclarar el espionaje a políticos y activistas del independentismo catalán será la que ha sido hasta ahora la número dos de Robles en Defensa. Y Robles ha sido la única voz autorizada del CNI en esta crisis, defendiendo en todo momento la legalidad de su actuación, justificando su necesidad y respaldando a sus agentes y a su ya exdirectora. Con la destitución de Paz Esteban, la ministra de Defensa no paga más peaje que recuperar su plan original, el que tenía al llegar al departamento, de ubicar a Casteleiro al frente del CNI, aseguran fuentes conocedoras de las intenciones de la ministra en 2018. 

Tras el triunfo de la moción de censura, el carácter persuasivo de Félix Sanz Roldán se volvió a imponer y, como ya hiciera con Rajoy, convenció a Pedro Sánchez de su continuidad pese al fracaso con las urnas del 1-O y el cambio de color político en Moncloa. El general pasó a la reserva en 2019 y, pese a su deseo de disfrutar de un mandato más, el Ejecutivo ya optó por que fuera sustituido de forma interina por Paz Esteban, que se ganó la confianza necesaria para que se formalizara su nombramiento en enero de 2020.

El paso de Casteleiro (65 años) por el CNI es más fácil de rastrear que el de Paz Esteban. Tiene que ver en parte con que fuera una de las damnificadas por el periodo de turbulencias que vivió el centro durante el mandato de Alberto Sáiz, el consejero de Medio Ambiente de José Bono en Castilla-La Mancha para el que el ministro de Defensa de Zapatero reservó la jefatura del servicio de Inteligencia. Sáiz incendió el centro con una treintena de destituciones, lo que activó los resortes internos: la publicación de que el director había disfrutado de fondos del CNI para su domicilio y viajes de ocio provocó su caída en 2009. 

Alberto Sáiz había elegido a su vez a Esperanza Casteleiro como su secretaria general, puesto que ocupó de 2004 a 2008. Casteleiro no aguantó tanto como su jefe directo y un año antes pidió dejar el puesto ante la conflictividad existente en el Centro Nacional de Inteligencia por la política de destituciones de Sáiz. Durante el periodo de Alberto Sáiz ocurrió algo sin precedentes: trascendió el enfrentamiento entre las divisiones de Inteligencia y Operativa. Al frente de la primera estaba Agustín Casinello, hijo del que fuera director de los servicios secretos durante la transición. El área operativa estaba dirigida por Francisco Montes. Casinello resultó apartado de su puesto por Sáiz y Montes continuó. Esperanza Casteleiro salió voluntariamente y acabó de jefa de la ‘antena’ del CNI en Cuba. 

Cuando Casteleiro estaba destinada en la isla, el Gobierno de Fidel Castro expulsó a todos los agentes del CNI destinados allí por sus contactos con la oposición. Solventado aquel incidente, Casteleiro volvió a La Habana hasta regresar a España en 2014 para representar al CNI en el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), un organismo del Ministerio del Interior que coordina las actuaciones de Policía y Guardia Civil y realiza una labor prospectiva. De ese periodo datan dos encuentros con Villarejo en las agendas del comisario que intentaban calmar las aguas ya revueltas en la relación con el policía. En aquellos encuentros influyó decisivamente que el jefe del CITCO en aquel momento era el comisario José Luis Olivera, amigo de Villarejo y procesado, como él, en la Operación Kitchen. 

Mujeres jóvenes entre militares

Casteleiro releva a Paz Esteban, que, como ella, pertenece a la generación de mujeres civiles que llegaron al centro en la primera mitad de los ochenta, cuando ninguna ocupaba aún puestos de responsabilidad y la mayoría de sus miembros, a diferencia de lo que ocurre hoy, eran militares. Era la etapa del teniente general Emilio Alonso Manglano al frente del servicio secreto y de su esfuerzo por modernizarlo y por que pasara de ser señalado como activo de la intentona golpista del 23-F a liderar el combate contra el involucionismo. Aquel periodo acabó abruptamente en 1995 con otro escándalo de intervenciones telefónicas, conocido como las 'escuchas del Cesid', que reveló el espionaje masivo a políticos, empresarios y periodistas por parte de un supuestamente renovado servicio secreto. 

“En primer lugar, mi gratitud al presidente del Gobierno y a ti, ministra [Robles], porque habéis hecho una apuesta novedosa y porque al otorgarme vuestra confianza para dirigir el CNI, le habéis mandado una señal clara de respaldo a la institución, una señal que todos nosotros valoramos muy positivamente y os agradecemos”. Estas fueron las primeras palabras en la toma de posesión en enero de 2020. La apuesta del Gobierno para solventar la crisis en torno al CNI pasa por que la pueda hacer suya su próxima directora general. 

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