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La derecha insiste en el pacto oculto pese a la tensión entre el Gobierno y los independentistas

Pedro Sánchez y Joan Tardá, en una imagen de archivo

Gonzalo Cortizo

El independentismo catalán ha conseguido provocarle a Pedro Sánchez la primera gran crisis tras las elecciones del 28A, al bloquear el nombramiento de Miquel Iceta para presidir el Senado. A pesar del estado de tensión que se ha impuesto en las relaciones entre el Gobierno del PSOE y la esfera de ERC, desde la derecha se sigue alentando la teoría de que todo es un ejercicio teatral para esconder un gran pacto que Sánchez habría cerrado ya con los líderes del separatismo.

Horas después de frustrar el nombramiento de Iceta como senador, Albert Rivera seguía hablando este jueves de la existencia de una trama para hacer concesiones al independentismo. “Hasta el 27 de mayo no sabremos qué es lo que Sánchez ha negociado con Iglesias y los separatistas para garantizarse su investidura”, ha asegurado. El líder de Ciudadanos cree que ERC y el Gobierno “van a fingir que se pelean entre ellos porque estamos en campaña electoral y el PSOE tiene que tapar sus concesiones al nacionalismo”.

En la misma línea se han pronunciado desde Vox. Su vicesecretario de Relaciones Internacionales, Ivan Espinosa de los Monteros, ha dicho desde el Congreso que “pronto se conocerá” el nombre de la persona que el PSOE tenía “tapada” para presidir el Senado. Según la teoría desarrollada por la formación de extrema derecha, Pedro Sánchez nunca quiso que Iceta se hiciera con los mandos de la Cámara Alta. “Iceta es un peón en una jugada de segunda derivada”, asegura el nuevo diputado del partido que lidera Santiago Abascal. Esa decisión se ha hecho pública a primera hora de este martes; el elegido para el Senado es Manuel Cruz y el Congreso estará presidido por Meritxell Batet.

La exageración ha sido moneda de cambio habitual en los argumentarios políticos que han buscado retratar al PSOE como una formación que pone en riesgo la unidad de España, en favor del independentismo. Durante los mítines previos al 28A, Rivera, Casado y Abascal han pedido el voto contra el PSOE para evitar la victoria de una formación que indulta a golpistas. Se han dado por hecho unos indultos que no han sido solicitados y que no podrían tramitarse, ya que ni siquiera hay sentencia en el juicio del procés. Durante el primero de los dos debates televisados en la pasada campaña, Rivera siguió con su ofensiva y, encarado con Pedro Sánchez, dijo: “Lleva la palabra indulto en la frente”.

Casado y Rivera han dado por hecho que el plan de Moncloa pasaba por ordenar a la Fiscalía rebajar la calificación de los delitos por los que se ha procesado a los líderes independentistas. Solo la Abogacía del Estado modificó su primera calificación, mientras que el Ministerio Público ha mantenido la petición de elevadas penas por delito de rebelión.

La cuestión catalana y la existencia de un pacto oculto ha sido el tema principal con el que PP y Ciudadanos han intentado erosionar al Gobierno de Pedro Sánchez tras la moción de censura. La intensidad llegó hasta el punto de que el líder del PP responsabilizó al presidente del Gobierno de haber propiciado un golpe de Estado en Catalunya. Por aquellas declaraciones, los dos principales partidos dejaron de hablarse durante un breve tiempo, aunque no tardaron en retomar su agenda de relaciones institucionales.

La aprobación de los presupuestos con el apoyo de los independentistas iba a ser la prueba definitiva para que la derecha pudiera demostrar que ese pacto oculto existió. Rivera dijo en febrero que las cuentas públicas saldrían adelante como contraprestación a las 21 reclamaciones que Quim Torra puso sobre la mesa del Gobierno en la polémica reunión celebrada dos meses antes en el Palacio de Pedralbes. Pero los presupuestos no salieron y no hubo acuerdo con las formaciones catalanas. Sánchez se vio abocado a convocar elecciones anticipadas.

Ni siquiera el conflicto actual entre ERC y PSOE por el nombramiento de Iceta sirve para que una parte de la derecha deje de aferrarse a la idea de que el independentismo y el Gobierno comparten una agenda para romper España.

El PP es el único que ha empezado a matizar su argumentario. Tras la votación que ha impedido la designación de Iceta como senador, Pablo Casado ha dicho que “los ojitos, las luces largas que se daban entre PSOE, JXC y ERC han descarrilado”. Es la primera vez que el líder del PP no ve unidad de acción entre el independentismo y el Gobierno de Pedro Sánchez.

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