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El socio de Ulibarri en la trama Enredadera asegura que los supuestos sobornos, presiones y reuniones son “faroles”

La policía recopila cajas de documentación en uno de los registros de la Operación Enredadera.

Laura Cornejo

“Conocí a José Luis Ulibarri en 2016, tenía una empresa de patatas en Valladolid […] decidimos hacer una empresa en la que él tendría el 60% de la sociedad y yo el 40%, estuve de acuerdo. Porque él es un hombre influyente y a mí no me conoce nadie”.

El socio del cabecilla de la trama Enredadera, Ángel Luis García, explicó así al juez su alianza con el todopoderoso Ulibarri, un acaudalado constructor que controla importantes medios de comunicación en Castilla y León, empezando por el canal de televisión que sufraga el Gobierno regional y en el que tiene de socio a Antonio Míguel Méndez Pozo, otro hombre del ladrillo en esa autonomía.

García está considerado según los investigadores como el número dos de la organización que amañaba contratos en Ayuntamientos y Diputaciones y en la que Ulibarri ejercía de “conseguidor” para sus firmas e incluso para firmas de la competencia. El empresario, que salió de prisión hace un par de semanas, y está acusado de graves delitos relacionados con la corrupción en el sumario Enredadera, manejaba importantes contactos entre los políticos y mecanismos de presión  por su condición de editor de prensa en Castilla y León.

El pasado 5 de julio, tres días después de su detención, García relató al juez que él ni siquiera conocía el sector donde pretendía operar con Ulibarri. “Yo sobre todo quería aprender el tema técnico. Agema [la pequeña empresa de construcción que tiene] sólo puede hacer pequeñas obras. Nunca ha tenido obra pública consistente”, contó al juez instructor. Su contacto con Gespol, la firma de software de pacificación del tráfico a través de radares y semáforos, quería vender en Castilla y León y no recuerda cómo contactan con él.  El juez le preguntó por sus contactos con políticos.

García aseguró que conocía al alcalde de León, Antonio Silván –que aparece en los pinchazos telefónicos a Ulibarri informándole de la puntuación en un concurso- pero que sólo habló con él “dos veces”, y a dos de sus concejales –uno de ellos dimitido por su implicación en el caso-. Se le preguntó por concejales, por técnicos, por alcaldes…y García no negó conocerlos, pero sí se refirió a encuentros casuales y conversaciones “triviales”. 

Silván y Ulibarri

Su testimonio dejó al descubierto a Ulibarri. Se le preguntó si se había reunido con la alcaldesa de San Andrés del Rabanedo, María Eugenia Gancedo (PSOE) y contestó afirmativamente, pero que no sabía de qué habían hablado. También contestó que creía que se había reunido con el alcalde de Villaquilambre, Manuel García (PP) -hoy en la oposición tras una moción de censura por la trama-, pero que tampoco conocía el motivo. Asintió a la pregunta de si se habían producido encuentros entre Silván y Ulibarri. “Sé que quedan”, confesó.

El empresario esquivó las preguntas que le afectaban directamente. El juez quiso saber si había comido con uno de los concejales del Ayuntamiento de León, tal y cómo había comentado a Ulibarri en una llamada el 2 de febrero de 2017. “No he comido nunca con Yiyo. A veces digo cosas para quedar bien con Ulibarri”, declaró. Aseguró no recordar la conversación en la que este le dice que es suyo, que lo tiene controlado. García cuenta al juez que a veces fanfarronea. No supo explicar por qué uno de los directivos de Gespol dice en una llamada que se han reunido en el Ayuntamiento de León con varios concejales y que entraron por una puerta trasera y accedieron a la sexta planta en un ascensor con llave. “Es todo mentira”, declaró.

Un rácano y un niño de los recados

Para sus encuentros con el asesor de Ciudadanos en la Diputación, Sadat Maraña, presunto contacto que le facilitaba información sobre concursos y supuestamente influía en las decisiones del PP por ser un partido llave, sí tiene explicaciones. “Hace un año que no hablo con él porque cero, cero, cero”. Llega a explicar la entrega de un sobre diciendo que era la dirección de un médico porque Maraña tiene a una hija enferma, que él no da sobres de otro tipo porque es “un rácano”. “Yo era el niño de los recados, no he visto ni un duro”, afirmó. También contestó sobre un concurso en el Ayuntamiento de León en el que pensaban ir en UTE (Unión Temporal de Empresas) con Etra, filial del grupo ACS.

Según las conversaciones pinchadas, Florentino Pérez dio la orden de no presentarse a nada con Ulibarri por estar imputado en Gürtel. Pero García relató al juez que nunca tuvieron interés en presentarse y que no le consta que Ulibarri diese alguna directriz para que no se le adjudicase el concurso, a pesar de que las conversaciones, que él aseguró no recordar, eran evidentes. Ulibarri exigía el 4% de lo que facturase Etra si ganaba el concurso.

Cuando el juez le pregunta por una conversación en la que dice que ya ha dado 6.000 euros al asesor de Ciudananos, lo justifica así: “Tengo la manía de decir la palabra 6.000 euros”. También niega otra charla telefónica, en la que decía que había que pagar “sólo por éxito” (por concurso ganado). “Ni le ofrecí ni le di dinero a Sadat”. García negó pagos, negó conversaciones, y cuando el juez le preguntó por frases concretas, como la intención de Maraña de presionar a una alcaldesa, responde que eran “faroles”.

En su frenética actividad, el socio de Ulibarri llegó a trabar contacto con el exministro de Fomento en el Gobierno de Aznar Francisco Álvarez Cascos. “Él me dice que quiere entrar en Carrefour. No recuerdo bien quién me lo presentó [...] Hemos tratado que queremos introducirnos en Leche Pascual, en Helios, pero está todo parado”, explicó. El juez le preguntó si le había puesto en contacto con cargos electos, pero García dijo que sólo con técnicos de Foro, su partido en Asturias. No recordaba por qué Cascos le dijo en una conversación “esto no se puede contar”. Relató al juez que había borrado todos los chats de conversación con él.

El socio de Ulibarri, al que todos los investigadores atribuyen un papel clave, apenas admitió durante el interrogatorio nada que le incrimine. Hasta el punto de que hay varias conversaciones en las que menciona pliegos de concursos y cuando el juez le pregunta responde que ni sabe lo que es un pliego y que suele decir que sí a todo sin entender. Tampoco tuvo memoria para saber cómo se hizo con el concurso de San Andrés del Rabanedo subcontratando al verdadero adjudicatario, ni que mediase para que no lo sancionasen por la renuncia al contrato. También evidenció lagunas cuando el juez le pregunta por los testaferros de Ulibarri, que según relató García a un amigo por teléfono, había conocido en Valladolid.

Aunque no paró de hacer gestiones para la empresa que tenía con Ulibarri, Utebo, aseguró que las decisiones las tomaba el constructor, que él ni siquiera tiene firma ni poderes. “Algunas de las reuniones que he tenido ha sido para justificarme delante de José Luis [Ulibarri], no he dado resultados para la empresa. A los  cargos de los Ayuntamientos los he conocido por José Luis, hace dos años ni los conocía”, confesó. También explicó que nunca estuvo en reuniones con cargos electos, que montó la empresa con Ulibarri porque pensó que la iban a vender. “Me he dado cuenta de que ni un chavo, pero yo no lo busqué por influencias”, se lamentó ante el juez. García insistió en que sólo consiguió una operación en Arroyomolinos. Obvió la tesis fundamental del juez y el fiscal: aunque no ganasen concursos, los conseguían para otras empresas y se lucraban con ello.

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