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Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

Ciudades inteligentes y accesibles. ¿Dónde?

Parque Biblioteca Español

Anita Botwin

Hay dos o tres meses al año en los que no vivo. Me explico. Vivo, pero no lo hago con “normalidad”. Esos son los meses de verano que paso en Sevilla. Es entonces cuando debido al calor se agrava mi enfermedad y los síntomas discapacitantes aparecen con más fuerza. Entonces vivo un poco como el prota de La Ventana Indiscreta mirando la vida de otros por la ventana. No es que no salga nunca, pero ni de lejos todo lo que me gustaría. Incluso aunque esté “recluida” no me siento como debería. La fatiga me deja muchos días tirada en la cama, sufro fuertes dolores y síntomas que me cuesta explicar y que tampoco vienen al caso más allá de poner un punto de partida a este artículo.

Estuve dándole vueltas a esta temática, quizá encerrada en mi obsesión calorífica y me puse a pensar sobre cómo deberían ser las cosas para que la situación de las personas que tenemos estos problemas pudiera mejorarse. ¿Había solución?

Me fijé en la ciudad y en lo que me rodeaba. En general, las ciudades no son accesibles para las personas con discapacidad, en cuanto a barreras arquitectónicas se refiere, pero tampoco lo son en otros sentidos. No es que me vaya a poner ahora a exigir aire acondicionado en las calles -aunque no estaría mal, modo ironic on- pero creo que las ciudades deberían ser más amables y vivibles en todos los sentidos. Me gustaría una ciudad donde hubiera más zonas verdes con sus fuentes y sus árboles refrescantes, y una ciudad donde hubiera toldos no sólo en las calles más turísticas y comerciales, sino en todas ellas, especialmente en lugares donde el calor te impide llevar una vida normal. Creo que no pido tanto en una ciudad donde pueden freírse huevos en su asfalto. No sólo hablo en nombre de las personas que podamos presentar un problema como el mío, sino también por las personas más mayores, los niños, personas con enfermedades...

Repensando la ciudad e investigando sobre el tema me encuentro con iniciativas muy interesantes y sostenibles. Una de ellas es el “Asfalto de colores” para combatir el calor producido por la acumulación de hormigón, el asfalto y otros materiales que absorben calor durante el día, de tal forma que por la noche aún permanece lo suficiente como para no poder pegar ojo.

Todo ello, unido a otros factores como los edificios que no permiten que corra el viento, la falta de espacios verdes o los gases contaminantes de los coches, contribuyen al efecto conocido como isla de calor. Esta iniciativa de asfalto frío y colorido reflejaría entre un 30 y un 50% de la energía del Sol, en vez del 5% con el asfalto que usamos.

La plantación de vegetación en las azoteas de los edificios también ayudaría a reducir la pérdida de agua de la lluvia porque las plantan absorben los rayos del sol y enfrían el aire que hay a su alrededor.

De hecho, en los pueblos y en ciudades como Córdoba la vegetación ha estado siempre muy presente. De ahí que los patios andaluces cordobeses sean un sitio turístico de interés por su gran cantidad de variedad de plantaciones, que provienen de la necesidad de refrescar las casas en verano.

No sólo es fundamental tener en cuenta a las personas con diversidad funcional en cuanto al tema de la sostenibilidad. Una ciudad no puede llamarse inteligente si no cumple la normativa de la accesibilidad universal. Para todo ello sería fundamental que nuestro propio colectivo formara parte del diseño de aplicaciones accesibles y amables, así como de la mejora de las ciudades para hacerlas más vivibles y humanas. Es necesaria la participación ciudadana en los proyectos municipalistas de ciudad, y eso debería incluir a todas las personas. ¿Quién puede entender mejor que los propios afectados los fallos del sistema?, ¿quién me iba a decir a mí por ejemplo, que el calor y el verano podían ser un problema para personas en mi situación?

Sobre la accesibilidad y la inclusión de todas las personas en las ciudades poco se habla, y no hay demasiada documentación técnica al respecto, por lo que se me ocurre que pensemos en el modelo de ciudad que queremos y lo construyamos entre todos y todas. ¿Empezamos?

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No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

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