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Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

La lucha como forma de resistencia

El afecto es revolucionario

Anita Botwin

A todas aquellas personas que hacen de su vida la lucha como forma de resistencia…

A Marta

Una de las personas más maravillosas que conozco en el mundo se llama Marta. No diré su apellido por si se enoja de tan humilde que es. Pero sí diré que es mi loca feminista preferida del mundo.

Está pasando una mala racha vital, es una luchadora y superviviente. Pero como ella misma dice: es bonito a veces y necesario mostrar nuestras vulnerabilidades porque también tiene su sentido político. Muy de acuerdo. Lo se “sufrirlas en silencio”, como las hemorroides, no va para nada conmigo.

Marta me ha salvado la vida varias veces, aunque a lo mejor no lo sepa. La última vez fue con un abrazo y un maravilloso comic que me hizo reír. A algunos quizá esto le pueda parecer insignificante, incluso inventado, porque ahora nadie cree de la dignidad y la decencia de otros. Tiempos oscuros que corren.

Cualquier texto que yo escriba se quedará chiquito a la altura de la persona más maravillosa y que peores chistes cuenta del mundo –dicho sea de paso-.  Curioso que a alguien que le cueste tanto la vida, sea una salvadora de vidas ajenas. Y es que, haciendo autocrítica, cuando se está jodida es difícil salir de una misma y ayudar a otras. Necesitas ayuda como el comer y eso te impide ver luz a tu alrededor.   

Marta está en un Grupo de Apoyo Mutuo (GAM) no mixto de salud mental, que esto puede sonar a chino porque estamos acostumbradas a lo institucionalizado y jerarquizado en todos los ámbitos de nuestra vida.  Hace poco formó parte del XI Congreso de la Asociación Madrileña de Salud Mental donde hablaba de los GAM, pero también de su experiencia en primera persona. Y así dijo: “Para mí estar hoy en esta mesa, dando esta charla, es un ejemplo del poder del apoyo mutuo, de su fortaleza y de esas veces en que Sí se puede”. Marta cuenta que empezó a poder hacer más cosas cuando empezó a encontrarse a gente que creyó que podía hacer más cosas, y no fueron sus profesionales precisamente.

Muchos de estos profesionales te cronifican. Es decir, te dicen que eres así, tienes tal o cual trastorno y no vas a salir de ahí, que la medicación apaciguará algo los síntomas. Pero no mucho más. La realidad es que, al menos así lo he sentido yo, la mayor parte de las veces no tienen ni idea. De hecho creo que casi nadie la tiene. Por eso es precisamente la gente de nuestro entorno, gente que nos quiere, que nos conoce bien, la que más nos ayuda. No precisamente los manuales de cómo ser feliz en 10 sencillos pasos, como contaba en mi anterior post.

Siguiendo con el hilo del chaleco salvavidas, Marta cuenta que sigue en el mundo de los vivos gracias al apoyo mutuo. Y no seré yo quién lo cuestione. Porque aunque Marta tenga una fortaleza increíble –sea lo que sea que signifique fortaleza- su grupo de apoyo mutuo significa para ella y otras tantas un bálsamo que no presta ni de lejos el sistema de salud mental. Frente a los ingresos psiquiátricos, que lejos de ayudar parece que hacen sufrir más a quienes acuden para sobrevivir, se genera una respuesta por parte de la sociedad. Al final, como ha ocurrido con otras carencias del sistema como la vivienda, donde se han parado desahucios y liberado espacios para reubicar a personas que vivían en la calle; estos grupos de apoyo mutuo dan una respuesta de salud mental a personas que no encontramos respuestas por parte de la institución.

Porque creo importante luchar contra el estigma en salud mental y que salgamos del armario los cientos de miles que sufrimos o tenemos problemas, escribo este texto. Porque agradezco profundamente el compromiso de mi amiga Marta que hace posible la vida de otros con su propia experiencia y su lucha. Porque creo fundamental la construcción de una sociedad en la que cuidemos de otros y de nosotros mismos; proteger al otro, promulgar y practicar lo comunitario.

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No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

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