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Una treintena de fármacos aprobados podrían actuar contra el coronavirus

El equipo ha sido liderado por Nevan Krogan, de la Universidad de California (San Francisco, EE UU). / UCSF

Mónica G. Salomone - Agencia SINC

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La comunidad científica está en ebullición y comunica hallazgos con una rapidez inusitada. Hace unos días un amplio grupo internacional anunció que una treintena de fármacos ya conocidos podrían mostrar actividad contra el coronavirus.

Han trabajado a destajo, haciendo turnos, recordando –dice el autor principal– a quienes rompieron el código Enigma en la Segunda Guerra Mundial. Pero calma. Sí, podrían haber hallado un ingeniosísimo atajo hacia un fármaco eficaz, pero también podrían tener un valioso resultado sin aplicación inmediata.

Si funciona, será una estrategia innovadora capaz de cambiar la manera en que se buscan fármacos. Se basa en actuar contra la maquinaria molecular humana que permite actuar a los patógenos, una idea en estudio desde hace años, pero que aún no ha producido ningún medicamento en uso.

Los virus solo pueden replicarse literalmente hackeando la maquinaria molecular de su huésped (nosotros), por lo que esta táctica tiene mucho sentido. Pero exige conocer a nivel molecular cómo consigue tomar el control de las células humanas. Es lo que ha hecho el equipo liderado por Nevan Krogan, de la Universidad de California (San Francisco, EE UU).

El equipo, formado por 22 laboratorios –algunos europeos–, ha trazado en un tiempo récord el mapa de las interacciones de las proteínas del virus SARS-CoV-2 con las proteínas humanas. Le salen unas 330 interacciones.

Como explica Krogan a SINC, “las interacciones físicas son la manera más directa en que el virus consigue su objetivo de replicarse; estas interacciones son la mejor forma de entender exactamente cómo el virus secuestra nuestras proteínas para su propia supervivencia”.

Una vez conocidas las proteínas humanas que necesita el virus, el paso siguiente ha sido buscar fármacos ya conocidos dirigidos contra ellas. Han encontrado unos 70 compuestos, incluyendo una treintena de fármacos aprobados por la agencia estadounidense de medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), explican en el artículo publicado el pasado 22 de marzo y que por las prisas en esta situación aún no ha superado las revisiones habituales en el sistema de producción científica.

Ahora investigan la actividad antiviral de estos compuestos “y animamos a otros a hacer lo mismo”, escriben en su artículo. Desde el punto de vista científico el trabajo es un éxito de mezcla de ingenio y fuerza bruta logrado a ritmo de vértigo, y la propia comunidad no puede ocultar su satisfacción.

Krogan titulaba un artículo suyo en The Conversation: “El tratamiento contra la COVID-19 podría estar en fármacos ya conocidos”. Es en ese mismo texto donde recuerda a los criptógrafos de Enigma.

Cautelas a tener en cuenta

Pero ahora vienen las cautelas, incluso desde el propio Krogan: “Todavía no sabemos si estos fármacos serán efectivos”, subraya a SINC. “Podría ocurrir que [los fármacos que se investigan] ayudaran al virus, en lugar de perjudicarle. Debemos ensayarlo antes de recomendar a nadie el uso de cualquiera de los fármacos de la lista”.

“Hay que tener en cuenta que es un trabajo en curso, estamos al principio”, apunta a SINC Patrick Aloy, investigador principal del Laboratorio de Bioinformática Estructural y Biología de Redes del Instituto de Investigación Biomédica (IRB) de Barcelona. Aloy, que no ha participado en el trabajo de Krogan, acaba de conseguir una de las ayudas de la convocatoria de urgencia de la Comisión Europea precisamente para buscar fármacos activos contra el coronavirus usando una estrategia muy similar, en el proyecto RiPCoN.

El experto asegura por tanto que la táctica de buscar dianas farmacológicas entre las proteínas humanas que interaccionan con el virus es correcta, entre otras cosas porque el virus tiene muy pocas proteínas propias. Pero recuerda que queda bastante por hacer antes de dar con una cura.

Krogan ha avanzado tan rápido, en apenas semanas, porque construye sobre trabajos anteriores. Su grupo ha descrito el interactoma –las interacciones entre proteínas de virus y huésped– del ébola, el zika, el dengue, el VPH (virus del papiloma humano) y el VIH, entre otros.

El grupo europeo ha tardado más en empezar, pero sus resultados serán muy útiles; no se solapan con los del grupo estadounidense. “Somos complementarios”, explica Aloy.

El método seguido por Krogan ha consistido en pescar proteínas humanas utilizando como anzuelo moléculas del virus –solo se enganchan, y por esa razón se enganchan, las proteínas que interaccionan–.

Pero lo que se captura puede no ser una única proteína, sino un complejo proteico entero, por lo que no todas las interacciones ahora halladas serán directas. El proyecto de Aloy promete afinar y completar esos resultados.

¿Efectos secundarios?

Otro punto que llama a la cautela son los posibles efectos secundarios. Un paso fundamental es ver “qué proteínas humanas no puedes tocar” porque su funcionamiento es importante para el organismo, explica Aloy.

Krogan lo admite: “Si atacas el virus directamente, en efecto, reduces el riesgo de efectos secundarios, pero en ese abordaje el virus puede mutar y convertir el fármaco en inútil. Es mucho menos probable que las proteínas humanas muten, y por eso preferimos esta vía. Y sobre los efectos secundarios, precisamente para evitarlos nos estamos enfocando en fármacos ya aprobados para uso humano. Así esperamos conseguir alta eficacia y baja toxicidad”.

Miembros del equipo de Krogan en Mont Sinaí (Nueva York) y el Instituto Pasteur en París ensayan ahora estos fármacos en cultivos celulares. “Infectamos las células con el virus, añadimos el fármaco y después medimos cuántos virus quedan”, dicen. Los que muestran efectividad los prueban en modelos animales. “Esperamos que los resultados de estos experimentos preliminares lleguen esta semana”, señala Krogan a SINC. “¡Estoy ansioso por ver qué sale!”.

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