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La UE amplía el permiso para un pesticida de agricultura ecológica pese a su riesgo tóxico para la fauna

El sulfato de cobre es utilizado como fungicida en la agricultura ecológica

Teguayco Pinto

El pasado mes de enero, la Comisión Europea volvía a extender por un año más la autorización de los compuestos de cobre que se utilizan habitualmente en agricultura ecológica como fungicidas. La extensión de esta autorización llegó apenas unos días después de que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) publicara un informe en el que se alertaba del elevado riesgo de este tipo de compuestos para aves, mamíferos y organismos del suelo.

La polémica que envuelve a estos compuestos se debe a que el cobre es un metal pesado y, por tanto, puede llegar a tener una elevada toxicidad en determinadas circunstancias, por lo que fueron incluidos en la lista de “candidatos a sustitución” en 2015, lo que significa que deben ser sustituidos siempre que sea posible, ya que son “de especial preocupación para la salud pública o el medio ambiente”.

Estos compuestos estaban autorizados hasta el 31 de enero de 2018, a la espera de que se publicaran los resultados de un nuevo análisis. Sin embargo, el Comité Permanente de Plantas, Animales, Alimentos y Piensos de la UE ha decidido ampliar la autorización antes de la publicación de dicho informe.

Mientras tanto, la EFSA los califica como de “alto riesgo”, especialmente para los organismos del suelo, ya que este tipo de fungicidas minerales de acción directa son muy poco selectivos y actúan sobre una gran número de especies, ya sean lombrices, hongos, bacterias, etc.

De uso común en agricultura ecológica

El uso de compuestos de cobre es habitual en la agricultura ecológica, ya que, según la normativa europea, para la producción ecológica solo se pueden utilizar fitosanitarios, fertilizantes o acondicionadores del suelo de origen natural. En el caso de los fungicidas, los más eficaces son los compuestos de cobre, como óxidos, sales o sulfatos, entre los que destaca el sulfato cuprocálcico, conocido popularmente como caldo bordelés.

Este tipo de compuestos tienen limitado su empleo hasta un máximo de 6 kilogramos de cobre por hectárea al año, aunque los especialistas aseguran que es difícil determinar un nivel a partir del cual el cobre va a ser tóxico, porque sus efectos dependen de muchos factores, incluido el tipo de suelo.

“Los que investigamos sobre efectos del cobre recomendamos unas prácticas de manejo de estos compuestos de acuerdo a las propiedades del suelo y el historial acumulado, porque es difícil establecer un número concreto, aunque sabemos que a partir de ciertos niveles va a causar daños irreversibles”, explica a eldiario.es David Fernández, investigador de la Universidad de Vigo.

La investigadora del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentaria, Assumpció Anton, coincide con Fernández y asegura que “la respuesta no es tan sencilla como decir simplemente que es peligroso” y que “lo ideal es analizar bien las condiciones en las que se va a poner”, explica a eldiario.es.

Aún así, Anton recuerda que en ciertas regiones “se ha abusado del uso del cobre” y los niveles acumulados son demasiado altos. “A día de hoy ya hay zonas donde el límite de los 6 kilogramos es peligroso, ya sea porque se han producido excesos o por las características del suelo”, por lo que asegura que “la normativa debería ser un poco mas restrictiva”.

El cobre se utiliza especialmente en viñedos

El análisis de la EFSA sobre el uso del cobre en la agricultura se centró, entre otros cultivos, en viñedos, donde su uso es relativamente común y las dosis suelen ser elevadas y con numerosos tratamientos, por lo que los organismos del suelo se pueden ver fuertemente afectados.

La producción de vino ecológico sería uno de los sectores más afectados si la normativa fuera más restrictiva, por lo que la Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica recordó a la Comisión Europea que en la actualidad no hay alternativas de origen natural que sean tan eficaces como los compuestos de cobre.

En una misiva enviada en 2014, cuando la Comisión discutía la regulación de estos compuestos, esta federación aseguraba que “reducir el uso adicional de cobre a nivel nacional cuando no hay alternativas efectivas disponibles no es la estrategia adecuada para desarrollar la viticultura orgánica”.

El análisis de la EFSA también ha considerado los riesgos a los que están expuestos los trabajadores de los viñedos y ha concluido que “la exposición estimada de los trabajadores que entran en viñedos tratados con formulaciones a base de cobre supera los niveles de exposición aceptables”, por lo que recomiendan que se extremen las medidas de precaución.

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