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Entrevista Presidente del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo

Andrés Zamorano: “La medida estrella contra el tabaco es el precio, hemos solicitado subirlo a 20 euros la cajetilla”

El presidente del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo, Andrés Zamorano.

David Noriega

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Andrés Zamorano tiene claro lo que quiere contar. Para acompañar su discurso saca rápidamente un pequeño artilugio con forma de muñeco amarillo, una burda imitación de un Minion, los protagonistas de la popular franquicia de dibujos para niños. Se llama 'AKMinion' y a simple vista no se aprecia su verdadera utilidad. “Es un cigarrillo electrónico, se chupa por aquí y se carga por ahí”, señala el presidente del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo a la cabeza y la base del aparato, que tiene una vida de 4.000 caladas. “Esto, ¿a quién va dirigido? ¿Un chaval de 16 años va a comprar esto? Va a dirigido a niños mucho más pequeños”, insiste una y otra vez.

A poco que se analice este producto se aprecian sus contradicciones y las artimañas de camuflaje. La 'A' y la 'K' del nombre son las iniciales de “aroma king” y tiene sabor a piña. Pese a imitar la apariencia de un personaje claramente dedicado al público infantil, un pequeño dibujo en la parte trasera de la caja indica mantenerlo alejado del alcance de los niños. “¿Has visto el vídeo en el que le regalan vapeadores a una niña por la comunión? Hasta ahora habíamos hablado siempre de jóvenes y adolescentes, pero ahora se están dirigiendo a niños”, advierte Zamorano, que es también portavoz del grupo de tabaquismo de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, sobre la estrategia de la industria de cigarrillos electrónicos, que en la mayoría de los casos no es otra que la de las grandes tabacaleras.

¿Los niños son el nuevo público diana?

Las tabacaleras han perdido ventas en cajetillas, hay una curva descendente. Primero, la gente pasó al tabaco de liar porque era más barato y supuestamente más ecológico. Ese fue un argumento que se soltó y nos lo tragamos todo. Hay que tener en cuenta que la estrategia de la industria es sembrar dudas para ganar tiempo. Como vale todo, después sacaron el tabaco calentado, que está sujeto a la misma regulación, salvo el dispositivo, que se queda fuera. Y luego vienen los dispositivos que son depósitos de líquidos, que pueden llevar nicotina o no. Nos estamos juntando con tres epidemias: la de los cigarrillos de toda la vida, que está sin resolver; la de los vapeadores para jóvenes y ahora también para niños. Estamos hablando de que en la primera comunión hay mucha gente que regala esto. 

¿Cómo influye la popularidad de los cigarrillos electrónicos en el inicio del consumo de tabaco entre los jóvenes?

Hay estudios que dicen que los jóvenes y adolescentes que vapean tienen muchas más posibilidades de ser fumadores. Es de sentido común: si empiezas a vapear, es muy probable que cuando tengas algunos años más te inicies con la nicotina, que es una sustancia muy adictiva. Según el informe Estudes 2021, el 20% de los que empiezan a vapear luego fuman y el 80% de los que fuman, vapean. Nosotros hablamos de un multiplicador del riesgo. El gran drama es que cuando le preguntas a un fumador o a un vapeador si le gustaría dejarlo te dice que ojalá pudieran, pero los medios adecuados tampoco están cerca. Tienes que ir a un centro de salud, tiene que haber buena disposición y profesionales que tengan tiempo y formación para acompañar al paciente.

Los defensores del vapeo aseguran que sirven para dejar de fumar.

No hay ningún estudio que lo demuestre, más bien es una puerta de entrada. Los vapeadores son el caballo de Troya de las tabacaleras para que la gente se enganche. ¿Por qué fuman los adolescentes? ¿Por qué empiezan a vapear? Ellos dicen que es porque los influencers, los streamers y muchos actores lo hacen, porque está de moda. Hemos hecho un llamamiento para que no publiciten estos productos, para que no les coman el coco a cambio de dinero. Si anunciar tabaco está prohibido, pedimos que se equipare la legislación a todos los productos derivados y relacionados, también a estos dispositivos.

¿Han pedido que se regule como un producto para dejar de fumar?

No, no, no. Ni lo han pedido ni lo van a pedir. Tampoco hablan de subir el precio, ni de restringir los espacios sin humo, ni de las campañas, ni de prestar ayuda. Solo hablan de sustituir lo uno por lo otro. Eso se cae por su propio peso. Cuando se dijo aquello de que vapear era un 95% menos dañino, ni siquiera era una revisión científica y al menos seis o siete de los autores tenían conflicto de interés con la industria tabacalera (un artículo publicado en la revista The BMJ planteaba “serias dudas sobre las conclusiones de ese informe”). Lo que hacen es sembrar la duda para ganar tiempo.

¿Qué herramientas existen para dejar de fumar?

Conocemos qué ha demostrado su eficacia y seguridad, como es el tratamiento combinado cognitivo-conductual. Hay que trabajar junto al terapeuta para conocer por qué fumo y qué situaciones de riesgo me hacen fumar –el estrés, los nervios, las alegrías, las cervezas...– para no coger ese cigarrillo. Y me acompaño siempre de un tratamiento farmacológico, no solo para que el síndrome de abstinencia sea más leve, sino porque hay estudios que han demostrado que cuando se utilizan, se multiplican las posibilidades de ser exfumador al año siguiente. En España, ahora mismo, prescribirlos está a disposición de cualquier médico, con cargo al Sistema Nacional de Salud. El problema que vemos es que las condiciones son que se fumen más de 10 cigarrillos al día y que hayas tenido un intento serio de dejar de fumar en el último año. Es absurdo.

Con la ley del tabaco de 2005 y su reforma en 2010, España se convirtió en un referente en control y prevención del tabaquismo. ¿En qué situación se encuentra ahora el país?

Estamos por encima de la media europea en prevalencia, nos hemos quedado obsoletos. Tenemos a Francia, a Reino Unido, a más de 20 países que tienen empaquetado neutro y un montón de países que tienen el precio más caro. Y el precio no es un capricho, sino que a medida que aumenta, disminuyen las muertes. Aunque lo que funciona es el conjunto de medidas, si hubiera que tomar una sola, la medida estrella sería subir el precio. Lo ha dicho hasta la reina.

Una cajetilla de tabaco cuesta ahora mismo unos cinco euros. ¿A cuánto la subiría?

En Francia cuesta 10 euros y vienen autocares por Irún a comprar tabaco a España. Como país, me da vergüenza. Hemos solicitado que se suba a 10 euros y después de forma escalonada hasta los 20, siempre acompañado de ayuda al paciente fumador. Además, se recaudaría muchísimo más dinero. Actualmente, el Estado recauda 9.300 millones por impuestos, aunque ya sabemos, como nos han dicho los economistas por la salud, que nos gastamos 27.000 en todo lo relacionado con enfermedades, pruebas diagnósticas, ingresos hospitalarios y bajas laborales relacionadas con el tabaquismo.

¿Se ha relajado la percepción del riesgo del tabaco?

Creo que no. Tenemos la percepción de que hay buen ambiente social, cada vez se habla más de tabaco, de nicotina y de humo en los medios de comunicación y en la propia sociedad tenemos una avalancha de gente que quiere dejar de fumar. Yo tengo una lista de espera hasta diciembre, porque tienes que dedicar al paciente al menos media hora y los atiendo una vez a la semana. Hace poco ha salido una encuesta que para mí es muy importante, que preguntaba a qué edad le gustaría a usted que su hijo empezara a fumar. Todo el mundo contestaba que a ninguna edad. Si a la gente adulta le gustaría que sus hijos no fumasen y un 70% del 20% de los fumadores manifiestan su deseo de dejar de fumar, ¿quién se opone realmente a estos cambios? Está más claro que el agua que es la industria tabacalera, que habla a veces por boca de los hosteleros, a veces por boca de los vapers, que son los que tienen las tiendas, o de los que me insultan en redes.

No tomar medidas que está demostrado que disminuyen la prevalencia supone 56.000 muertes al año

Nueva Zelanda ha prohibido la venta de tabaco a los nacidos después del 1 de enero de 2009, lo que a la larga supone la prohibición de facto. ¿Es el ejemplo a seguir?

Exactamente. Y Finlandia (que anunció su prohibición para 2030). Lo que no es nuestro ejemplo a seguir es Reino Unido (que sí promueve el vapeo para dejar de fumar), ni Suecia, donde tienen el snus, un tabaco oral que aquí está prohibido y que produce problemas en las encías y en la boca. Para nosotros la solución es ir disminuyendo el consumo hasta una prevalencia del 5%. Pensamos que siempre va a haber gente que fume, pero cuando lleguemos a esa tasa, los efectos serán muy pequeños.

Con el adelanto electoral se queda en el tintero el nuevo plan antitabaco, que preveía prohibir fumar en el coche, regular el cigarrillo electrónico y más impuestos, entre otras medidas. ¿Ha faltado voluntad política para sacarla adelante pese a contar con el aval de las sociedades médicas?

Sí ha faltado. En 2014 salió una directiva europea que daba dos años a los Estados para regular los cigarrillos electrónicos. En aquel momento la ministra era Dolors Montserrat, que no hizo nada y se pasó el plazo. Bajo la amenaza de sanción, España sacó dos reales decretos en 2017. Luego vino María Luisa Carcedo, con quien tuvimos muy buena relación e hizo bastante. Fue quien anunció que se iba a financiar el Zyntabac y el Champix. Salvador Illa nos recibió dos veces, pero al final no hizo nada. Y luego vino Carolina Darias, que ha sido cero patatero. Yo creo que ya estaba preparándose para ser alcaldesa de Las Palmas y en Canarias el tabaco es intocable. Tiene excepciones, menos impuestos y acabamos de saber que Phillip Morris ha trasladado una parte de su producción allí desde Polonia. Ahora tenemos un ministro de Sanidad que lleva poco tiempo y que, con las elecciones, va a estar un periodo muy corto, pero ha tenido una buena iniciativa, que es sacar a consulta pública el decreto para regular los cigarrillos electrónicos.

¿Qué supone este inmovilismo en materia de prevención?

Supone 56.000 muertes al año por no tomar medidas que está demostrado que disminuyen la prevalencia. Nosotros tenemos la declaración Endgame, que persigue una generación libre de humo, tabaco y nicotina para 2030. Lo del humo te lo suscribe Philip Morris, que tiene una iniciativa que se llama ‘por un futuro sin humo’. En 2019 nos dimos cuenta de que les estábamos haciendo el juego y añadimos “tabaco y nicotina”. Ahora tendríamos que añadir también “sin nicotina o no”, porque los vapeadores supuestamente no llevan. La industria siempre va por delante. Ellos van en fórmula 1 y nosotros en coches antiguos.

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