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“El arte es un sistema de ‘lobbies' masculinos”

La obra "Tortilla a la española" de Pilar Albarracín es una de las que se muestran en la exposición "Genealogías feministas del arte español" en el Musac

Elena Cabrera

De todos los museos y centros de arte que hay en España, sólo el 22% está dirigido por una mujer. De todos las comisarios independientes que hay en España, tan solo el el 38% son mujeres. En cambio, cuando el método de acceso a este trabajo se vuelve objetivo, mediante oposición al cuerpo de conservadores del Estado, sorprendentemente el porcentaje se invierte y se vuelca en las mujeres con un 67% de conservadoras.

Estos datos los aporta el informe de la asociación Mujeres en las Artes Visuales del pasado mes de enero. Este documento señala “la cooptación” o “redes de complicidades entre colegas” como el origen de esta desigualdad. “El sistema del arte es un sistema de lobbies y los lobbies son masculinos”, analiza Nekane Aramburu, historiadora del arte, museóloga, gestora de proyectos artísticos y comisaria. “Las mujeres no adoptan estos modelos por el carácter de la mujer, que es más de crear redes colaborativas, más de compartir y ser abiertas, menos atraídas por la erótica del poder entendido desde el arquetipo establecido. Ser mujer y ser independiente siempre se ha pagado muy caro”.

El artículo 26.1.c de la Ley de Igualdad de 2007 apunta que los organismos públicos deberán “promover la presencia equilibrada de mujeres y hombres en la oferta artística y cultural pública”. En cambio, y por poner un ejemplo destacado por la asociación MAV, la programación para 2013 en el Museo de Bellas Artes de Bilbao es cien por cien masculina. La Fundación que promociona y desarrolla el Museo tiene una Comisión Asesora Artística formada por once expertos, de los cuales diez son hombres. El director del Museo, desde hace once años, es Javier Viar. En su historia la institución nunca ha tenido una mujer al frente.

Las de abajo

Para Aramburu, la dirección de los altos cargos es “piramidal” y, en esta estructura, la cúspide está formada por “casi siempre de hombres” mientras que “a medida que bajas en la pirámide las trabajadoras son mujeres”. Las mujeres están en mayoría en muchos lugares del arte donde no se toman decisiones: en las facultades, entre el público de los museos, entre las conservadoras, coordinadoras de exposiciones temporales y entre el personal técnico, administrativo, de mantenimiento, limpieza y seguridad de los museos. Y en minoría entre la crítica, los premiados, los patronatos y los sujetos de exposiciones individuales.

Un año antes de la Ley de Igualdad y durante el mismo Gobierno socialista, con César Antonio Molina dirigiendo el Ministerio de Cultura, se formuló un documento denominado Código de Buenas Prácticas en Museos y Centros de Arte. En él, no había ninguna mención a la igualdad de oportunidades y trato o a la paridad, como recogió la ley posterior al pedir que “se respete y se garantice la representación equilibrada en los distintos órganos consultivos, científicos y de decisión existentes en el organigrama artístico y cultural”. “En la elección de directores -explica Aramburu- presuntamente se aplica el Código de Buenas Prácticas organizando concursos que si se estudiaran estadísticamente, revelarían que se han convertido en falsos rituales para que la dirección política acabe colocando a quien deseaba en el momento de redactar sus bases. Hasta ahora hay muy pocos ejemplos donde esto se haya aplicado honestamente. Lo sé porque lo he padecido directamente”.

Dos semanas antes de las últimas elecciones generales, con Ángeles González-Sinde como ministra de Cultura y Ángeles Albert como directora de Bellas Artes y Bienes Culturales, se intentó cerrar un pacto de Estado para proteger las artes visuales. La Estrategia para las Artes Visuales sí tuvo en cuenta el género y contó con la opinión de MAV pero es tan poco vinculante como el Código de Buenas Prácticas. “Debemos una y otra vez insistir”, opina Aramburu, “porque los datos son reveladores: las composiciones de los jurados en las direcciones de museos, las programaciones públicas en las que apenas se incluyen a mujeres artistas, la formación de las colecciones... esto sigue sin cambiar”, aunque la comisaria es consciente de que todavía “se lleva poco tiempo denunciando de forma explícita y organizada la desigualdad de género”.

Con la atención informativa volcada en la feria ARCO, del 13 al 17 de febrero, el tejido artístico de España está dedicado a “salvar la cultura, los museos, las galerías” de “la precaria situación de los artistas en ese país” y en “propugnar la igualdad”, concluye Aramburu, que pone como ejemplo que en la directiva del Instituto de Arte Contemporáneo hay 13 miembros de los cuales nueve son mujeres. “Pese al panorama tan demencial que se ve en España, yo soy positiva, creo que la era del amiguismo y el politiqueo tiene sus días contados. El sector es más profesional y eso conlleva la presión por la igualdad de oportunidades para todos. Evidentemente, el sistema de arte tal y como estaba constituido se está desmoronando y los modelos se van a reinventar basados en la transparencia y nuevas formas de gestión”.

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