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¿Carpetazo final a la declaración del Antropoceno como 'época' geológica? Sus defensores recurren la votación

Una de las instalaciones abandonadas en la ciudad de Chenóbil.

Antonio Martínez Ron

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El pasado 11 de julio, cuando el Grupo de Trabajo sobre el Antropoceno (AWG, por sus siglas en inglés) anunció que el lago Crawford, en Canadá, era el lugar del planeta elegido para representar el inicio de este cambio geológico causado por la actividad humana, ya sonaban tambores de guerra. Miembros de de la Subcomisión de Estratigrafía del Cuaternario (SQS), que tiene que decidir si acepta el Antropoceno como “época” geológica, manifestaron entonces su malestar y acusaron a los miembros de la AWG de haberse saltado los procedimientos al convocar una rueda de prensa al margen de los circuitos oficiales y no haber presentado el informe preceptivo. 

Ocho meses después, y como en las buenas series de intriga, la tensión se ha resuelto en forma de filtración: algunos miembros de la subcomisión le contaron este martes al diario The New York Times que la votación ya ha tenido lugar y que los defensores del Antropoceno han perdido la batalla. Sin embargo, el presidente y un vicepresidente de la propia subcomisión han solicitado formalmente este mismo miércoles que se anule la votación y aseguran que no se han respetado los estatutos. 

¿Qué pasa aquí? ¿Significa esto que el reconocimiento del Antropoceno como época geológica ha quedado en vía muerta o aún puede continuar? Estas son las claves para entenderlo.

¿Qué se discute?

El concepto de “Antropoceno” fue acuñado en el año 2000 por el premio Nobel de Química Paul Crutzen para denominar a la etapa marcada por la actividad humana por analogía con la palabra Holoceno (la última y actual época dentro del período Cuaternario en la que vivimos y que comenzó hace 11.700 años). El concepto se fue haciendo cada vez más popular, al reflejar muy bien el enorme cambio introducido por los seres humanos, incluso en la geología. Pero los científicos abrieron su propio proceso de debate para ver si merecía ser considerado una “época”, como sugería de entrada la denominación casual de Crutzen, al equipararlo con el Holoceno. 

En 2009, la Comisión Internacional de Estratigrafía, que es la que gestiona estos cambios, formó el Grupo de Trabajo sobre el Antropoceno para reunir información con la que decidir si aprobar la designación de este nuevo periodo geológico, además del lugar ideal para albergar el estratotipo o punto de referencia. El proceso formal pasaba por la presentación de los informes definitivos del grupo ante la Subcomisión de Estratigrafía del Cuaternario, que lo sometería a votación. En caso de aprobarlo, el asunto pasaría la decisión a la Comisión Internacional de Estratigrafía y de allí, en caso de tener el visto bueno, se sometería al criterio final de los miembros de la Unión Internacional de Ciencias Geológicas (IUGS), con el requisito de superar el 60% de los votos en cada una de estas etapas. 

Es en ese primer paso de la carrera de obstáculos donde, aparentemente, el proceso se ha detenido, si la votación celebrada se da por buena.

¿Qué ha pasado ahora?

Según ha podido confirmar elDiario.es, la votación de la Subcomisión de Estratigrafía del Cuaternario tuvo lugar el pasado 4 de marzo y el resultado fue de 12 votos en contra y 4 a favor, con dos abstenciones y tres miembros de la comisión ausentes. Si nos atenemos a la formalidad que rige estos procesos, es el fin de la carrera: no se reúnen los requisitos para que el Antropoceno sea considerado una “época”, salvo que se tengan en cuenta los argumentos de quienes han recurrido y se anule la votación. En cualquier caso, si se detiene el proceso no significa que no se reconozca que el cambio producido por la actividad humana es una realidad, solo se discute qué etiqueta científica merece. 

¿Qué dicen los defensores del Antropoceno como “época”?

En un comunicado publicado 24 horas después de la filtración, Jan Zalasiewicz y Martin J. Head, presidente y vicepresidente de la Subcomisión de Estratigrafía Cuaternaria y miembros del Grupo de Trabajo del Antropoceno, han anunciado que han pedido que se anule la “supuesta votación”, dado que se han incumplido los Estatutos de la Comisión Internacional de Estratigrafía. Consideran que se han incumplido las reglas sobre la elegibilidad para votar de sus miembros, que no se ha asegurado un debido proceso científico y que se han descuidado los requisitos para una toma de decisiones democrática.

Deben demostrar que nuestro informe de casi 300 páginas no es válido, así funciona la ciencia

Alejandro Cearreta Investigador de la UPV/EHU y miembro del Grupo de Trabajo del Antropoceno

Entre sus argumentos, sostienen que la votación se aprobó a pesar de que presidente y vicepresidente estaban en contra de convocarla ahora, y que muchos de los miembros que votaron tenían el mandato caducado (lo que significa que no había el quórum necesario para que la decisión fuera válida). Otra razón poderosa es que en diciembre-enero elaboraron un documento de denuncia ante la Comisión de Geoética de la IUGS que emitió un informe al respecto el 19 de enero y en el que establecía una serie de medidas a tomar que no han sido respetadas por algunos miembros de la subcomisión. 

Según varias fuentes, este informe era crítico con las formas de quienes convocaron la votación y les llegó hace tres días, lo que supuestamente desató la rápida filtración a los medios. “Por otro lado, no hemos recibido el contrainforme sobre los datos científicos”, señala el geólogo español Alejandro Cearreta, investigador de la UPV/EHU y miembro del Grupo de Trabajo del Antropoceno. “Deben demostrar que nuestro informe de casi 300 páginas no es válido, así funciona la ciencia”.

¿Qué dicen quienes votan en contra?

Los detractores de la propuesta para que el Antropoceno sea considerado una “época” creen que los miembros del grupo de trabajo (AWG) han actuado como propagandistas y saltándose las reglas de funcionamiento de la subcomisión. Stanley Finney, quien ha sido presidente de la Comisión Internacional de Estratigrafía entre 2008 y 2016, sostiene que el grupo de trabajo envió su informe a principios de noviembre y después se puso en marcha la votación en plazo y forma. Según él, cuando una propuesta llega a una subcomisión hay 30 días para la discusión y otros 30 días para la votación, y Zalasiewicz y Head querían dilatar los plazos. “No querían votar porque sabían que iban a perder”, asegura. Sobre la filtración al New York Times, afirma que el voto no es secreto y que la política siempre ha sido hacerlo público de forma abierta y transparente.  

“Ha ocurrido lo que tenía que ocurrir”, opina Asier Hilario, director científico del Geoparque de la Costa Vasca y presidente de la Comisión Internacional del Patrimonio Geológico de la IUGS. “Básicamente, los últimos años ha habido demasiada publicidad y autobombo con este tema y no se han respetado los cauces establecidos por la comisión. La gente se ha ido descolgando y al final la propuesta no ha sido aprobada ni siquiera a nivel de subcomisión. Ha sido el perfecto ejemplo de cómo no hacer las cosas”.

A juicio de Finney, al grupo de trabajo se le asignó investigar y en lugar de eso tiraron hacia adelante y se convirtieron en defensores de una causa, sin tener en cuenta a los demás. “Si tenías ideas diferentes estabas desafiando el dogma”, asegura. “Debido a su campaña mediática –argumenta–, se ha confundido a la opinión pública, hasta el punto de que muchos creían que esto ya estaba aprobado”. 

Debido a su campaña mediática, se ha confundido a la opinión pública, hasta el punto de que muchos creían que esto ya estaba aprobado

Stanley Finney Presidente de la Comisión Internacional de Estratigrafía entre 2008 y 2016

Sobre el fondo del asunto, Finney insiste en que no niegan la influencia del ser humano en el planeta, pero creen que la consideración como “época” no se ajusta a los criterios científicos que se aplican en geología. “Los geólogos no usamos escala geológica para acontecimientos que ocurren en tiempos históricos, se usan tiempos de escalas humanas”, asegura. En su opinión, y la de otros, el Antropoceno debería ser considerado un “evento”, lo cual no necesita aprobación en subcomisión alguna. “Y si defienden que el lugar donde se marca es el lago Crawford, como mucho debería tener un nombre geográfico, como Crawfordiano”. 

¿Cuál es el siguiente paso?

“Nosotros, como grupo de muchos investigadores eminentes en nuestro campo de especialización, deseamos continuar, a título informal si es necesario, y continuaremos argumentando que la evidencia del Antropoceno como época debe formalizarse, de manera consistente con los datos científicos presentados en la presentación”, explica Colin Waters, presidente del Grupo de Trabajo del Antropoceno. Si las instancias superiores confirman la votación anterior, reconoce, “la propuesta actual no puede avanzar”. Pero, dados los importantes problemas con el procedimiento y las circunstancias de la votación, no están seguros de que la votación se mantenga y aspiran a que haya que repetirla.

¿Era una batalla perdida desde el principio?

La forma en que trabajan la mayoría de los geólogos, con etapas que duran millones de años, hace extremadamente difícil que les parezca aceptable considerar como “época” a un periodo que está en curso y que ha durado un suspiro en términos geológicos. Los pasos formales que deben dar para ello son un camino de obstáculos, pues se requiere un 60% de votos a favor entre comisiones en las que abundan los especialistas en tiempos profundos de la historia de nuestro planeta, lo que les da un sesgo en contra de etiquetar el presente. 

Al margen de los procedimientos formales, y a la espera de que los organismos internos les den la razón, los defensores del Antropoceno como “época” consideran probado más allá de toda duda que el Sistema Tierra ahora se encuentra claramente fuera de las condiciones interglaciares relativamente estables que caracterizaron la época del Holoceno que comenzó hace alrededor de 11.700 años, que estos cambios son colectivamente irreversibles y que los estratos del Antropoceno son distintos de los estratos del Holoceno, ya que contienen isótopos nucleares antropogénicos, microplásticos, cenizas volantes y residuos de origen humano, coincidiendo con la “Gran Aceleración” a mediados del siglo XX.

Si no está reconocido, ¿por que la RAE admitió la palabra Antropoceno?

En 2021 la Real Academia aprobó la inclusión de la palabra “Antropoceno” en el diccionario, definido como “Dicho de una época: Que es la más reciente del período cuaternario, abarca desde mediados del siglo XX hasta nuestros días y está caracterizada por la modificación global y sincrónica de los sistemas naturales por la acción humana”. Si finalmente se tumba su consideración como época, por una vez en su vida los académicos corrieron demasiado. Pero el Antropoceno no deja de ser un fenómeno que debería estar en el diccionario. Para ser rigurosos, solo habría que eliminar el término “época” de la definición. 

Si el proceso se detiene aquí, el antropoceno seguirá siendo un concepto totalmente válido y nadie pone en duda el enorme impacto del ser humano en las últimas décadas

Asier Hilario Presidente de la Comisión Internacional del Patrimonio Geológico de la IUGS

Si el proceso se detiene aquí, argumenta Asier Hilario, “el Antropoceno seguirá siendo un concepto totalmente válido y nadie pone en duda el enorme impacto del ser humano en las últimas décadas. Es un evento indudable, pero no existe unanimidad en la comunidad geológica para que esto pueda ser considerado un nuevo piso en la historia de la Tierra. Hablamos de una escala humana; la historia de la Tierra es otra dimensión”.

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