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España no logra reducir en tres años las desigualdades que muestra PISA

España ha mejorado en PISA, al menos sobre el papel.

Daniel Sánchez Caballero / Sofía Pérez Mendoza

Como tres años en educación no son nada, los resultados del informe PISA no dejan grandes novedades respecto a la edición de 2012 (se nombran por el año en que se realizan los test, no en función de cuándo se publica). En el panorama general, España mejora muy levemente sus resultados —aunque estadísticamente es irrelevante— y fruto de la caída generalizada logra alcanzar la media de la OCDE.

Quizá una de las grandes novedades del informe está en lo que no cuenta porque no puede hacerlo. Tres años después, las diferencias internas que mostraba España siguen presentes. Diferencias de hasta un curso académico entre comunidades autónomas, diferencias de rendimiento entre familias según su nivel socioeconómico o diferencias entre el alumnado por género.

Antes de entrar a destacar algunos de los puntos más importantes del informe, intentando obviar los resultados en frío, un recordatorio. PISA —lo advierten la propia OCDE en sus informes— no evalúa específicamente los conocimientos que se adquieren en la escuela, según explica Julio Carabaña, sino algo que llaman literacia (traducción literal de literacy), un compendio de conocimientos que incluyen la educación no formal o incluso la experiencia vital de los alumnos.

Con estos mimbres en realidad la OCDE no explica qué funciona y por qué, sino qué parece funcionar según dónde y ya. Correlación, no causalidad. Entre sus fortalezas sí que está ofrecer una infinidad de datos abiertos para que los investigadores jueguen con ellos y saquen sus propias conclusiones, como explica Elena Martín en esta tribuna. No es todo desdeñable pero, sugieren los expertos, la riqueza de PISA no está precisamente en sus resultados.

Leve mejoría

Dicho lo cual, tampoco hay que obviarlos. España ha mejorado respecto al último PISA, aunque en global se mantiene bastante estable desde hace 16 años. Respecto a la última edición, de hace tres años, han subido muy ligeramente las notas en Matemáticas (de 488 puntos a 496) y Lectura (de 484 a 486) y bajado también poco en ciencias (de 496 a 493). Estas mínimas variaciones, insignificantes estadísticamente, sí han conllevado que España logre alcanzar o superar la media de la OCDE en dos de las tres categorías (en Ciencias no), algo que no había ocurrido en las seis ediciones de PISA. Para el Ministerio de Educación esto supone “un verdadero éxito”.

Sin embargo, si se analizan los números se detecta que la mejoría en el ranking de España se debe más a la caída del resto que a la mejoría propia. El sistema de clasificación que utiliza PISA provoca que la posición de cada país dependa también de lo que hacen los demás. De ahí la subida, aunque España sigue estando en los puestos 30, 25 y 32 de un total de 72 países. Y, otro recordatorio, esto no es una clasificación deportiva donde sólo cuenta el orden: importa más la nota que la posición.

En cualquier caso, los expertos alertan de que estas variaciones en la clasificación hay que tomarlas con cautela. Diferencias de seis puntos en una escala de 500 no suelen ser significativas.

Un curso de diferencia entre comunidades

Quizá el punto que más llama la atención —año tras año— de los informes PISA. La prueba evalúa no solo a España como conjunto sino que segrega datos de cada comunidad autónoma. Y, por los resultados, parecería que entre Castilla y León –la mejor– y Andalucía –la peor– no hay unos cientos de kilómetros sino un par de continentes.

Los alumnos andaluces rinden, grosso modo, como si estuvieran un curso por debajo de sus pares castellanos (diferecias de 40 puntos en PISA). Con la misma edad y estando en el mismo curso. Entre unos y otros —que abren y cierran la tabla— se sitúan el resto de las regiones pero siempre con un elemento común: norte bien, al nivel de los países punteros en algunos casos, sur no tan bien.

Estas diferecias son recurrentes en PISA. La novedad de esta edición es que, mientras en 2012 se explicaban casi íntegramente por el nivel socio-económico del alumno (hasta un 85%) este año ese factor ha perdido peso (50%). ¿Cómo se explican estas diferencias entonces? La OCDE no responde porque no lo sabe; solo ofrece correlación, no causalidad.

Uno de cada tres repite

El dato que más preocupa al Gobierno, según expresó el ministro Íñigo Méndez de Vigo. Uno de cada tres alumnos de 15 años ha repetido algún curso, dice PISA. El 31% del total, apenas cuatro puntos menos que hace tres años. La media OCDE está en el 11%.

De sobra son conocidos los efectos que tiene la repetición, y casi ninguno es positivo. Es cara para el sistema e ineficaz porque los alumnos no mejoran y acaban abandonando antes la educación. Efecto Pigmalión.

Un intradato preocupante en esta categoría es que, a igualdad de rendimiento en PISA, los alumnos de familias desfavorecidas tienen cinco veces más posibilidades de repetir un curso, la más alta de todo el informe. Aquí la OCDE sí tiende a mostrarse abiertamente contra la repetición, aunque no acaba de proponer una alternativa.

Género y nivel socioeconómico

Dos de los elementos que muestran la desigualdad entre españoles y que no se ha corregido en los últimos tres años: dime en qué familia has nacido y te diré tu rendimiento en PISA.

En cuanto al género, la diferencia entre chicos y chicas, sin ser enorme sí era significativa, según la OCDE. Ellos son mejores en Ciencias (seis puntos) y Matemáticas (16 puntos) y ellas en Lectura (20 puntos). De nuevo, PISA solo ofrece la información, no los porqués.

Si el sexo condiciona (a priori), más impacto tiene el nivel socioeconómico de las familias de los alumnos en el rendimiento de estos. Dice la OCDE que “el nivel de estudios de los padres es el factor asociado que más se correlaciona con los resultados de los alumnos en PISA”. Y España no destaca precisamente en este apartado. Dentro de la UE, nuestro país triplica el porcentaje de alumnos cuyas familias tienen un nivel educativo bajo y medio bajo (25% frente al 8%), mientras que por arriba se mueve en unos parámetros muy similares (55%). Falta, por tanto, clase media.

Colegios públicos frente a privados

Otro de los datos recurrentes en cada examen de PISA muestra las diferencias de resultados entre los colegios según su titularidad: los centros privados obtienen mejores calificaciones que la escuela pública. Pero eso es en frío, sin matices.

Los detalles los explica Héctor Cebolla en este artículo: las diferencias no son tales cuando se aplica el factor de corrección socioeconómico. Dicho de otra manera, no es que los colegios privados sean mejores, sino que sus alumnos, al tener un origen más favorecido, rinden mejor. En concreto, casi dos tercios de la diferencia de rendimiento entre unos centros y otros se explican a partir de esta variable.

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