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Chile pide ayuda a España para salvar la cumbre del clima del fracaso

La presidenta de la COP25, la ministra chilena Carolina Schmidt.

Raúl Rejón

La Cumbre del Clima de Madrid amenaza con descarrilar. A medianoche de este sábado, la presidenta encargada de llevar las negociaciones, la chilena Carolina Schmidt, ha pedido  a la ministra en funciones Teresa Ribera que se haga con una buena parte de las conversaciones para desatascar la COP25. 

“Vamos a estar aquí con todo el compromiso como presidencia. Por sus mujeres, sus hombres y sus niños”, ha dicho Schmidt pasada la medianoche a todas las negociaciones. Sin embargo, la inusual petición a Ribera no deja de reflejar que la delegación chilena no ha sabido conducir la cumbre hacia un posible consenso. Así las cosas, la cumbre se arriesgaba a fracasar.

Si las posturas estaban enconadas a primera hora del sábado, todo el día de negociaciones a cargo de Schmidt y su equipo han derivado en más distancia, según han contado desde los despachos.

La chilena se ha quedado con los trabajos sobre el mercado de emisiones de gases, el famoso artículo 6 del Acuerdo de París. Un punto cuyo desarrollo parece casi descartado ya en Madrid. Y ha dejado para Ribera el resto de los puntos de la agenda de trabajo pendientes: la financiación del Sur global, la compensación de pérdidas y daños y la llamada a los países para que propongan más recortes de emisiones de CO el año que viene.

La mala evolución que ha tenido esta jornada de conferencia ha desembocado en que varias delegaciones hayan asegurado que la presidencia de Chile ha excluido “durante todo el día” a muchos países de los foros de trabajo. Han sido muy críticos los estados que forman la Alianza de Pequeños Estados Insulares (desde el Caribe a Oceanía). “Nos han dejado fuera al 90% de las delegaciones”, ha afirmado el representante de Papua Nueva Guinea. 

A pesar de haber iniciado la jornada con una recogida de posturas sobre los borradores redactados por la presidencia chilena de la conferencia, el sábado no ha resultado lo suficientemente productivo para aglutinar consenso. Uno de los coordinadores de las negociaciones, el chileno Andrés Landerretche, no ha explicado más que “si las partes no llegan a un consenso, no hay consenso”. 

La presidenta de la COP Carolina Schmidt había podido comprobar a primera hora las posiciones de los países al inicio de la ronda de conversaciones del sábado. Y eran bastante nítidas: China y la Unión Europea han dibujado líneas rojas una parte a cada lado. Los términos “fuerte oposición” o “párrafo inaceptable”, se han escuchado en la reunión, lo que, en términos de lenguaje diplomático, muestra unas negociaciones todavía enquistadas.

Los nudos han sido los mismos desde un principio: los Estados con, ahora, economías en fuerte desarrollo no quieren poner en peligro ese crecimiento todavía. China, India o Brasil recuerdan que ellos han aportado poco históricamente al calentamiento global y ponen freno al deseo de la Unión Europea de pasar página y subir la ambición por todas las partes: reforzar las medidas contra el cambio climático.

De hecho, la delegación de la UE ha exigido un “mensaje claro” al mundo de que hay que poner sobre la mesa medidas más ambiciosas en cuanto a la reducción de emisiones en 2020. En ese sentido, Alden Meyer, de la Unión de Científicos Preocupados ha dicho este sábado en la COP que “la última versión del texto es totalmente inaceptable porque no tiene una llamada a los países para mejorar sus compromisos. Nunca había visto una desconexión así entre lo que la ciencia precisa y reclama la ciudadanía y lo que están ofreciendo los negociadores”.

La ministra española para la Transición Ecológica en funciones, Teresa Ribera, ha hablado en el plenario del sábado para recordar que la COP se organiza (en este caso de manera exprés en Madrid) para que se saque adelante un acuerdo. 

En ese contexto, han surgido problemas para incorporar citas claras en el texto común pidiendo que el año que viene los países presenten planes nacionales más ambiciosos en cuanto a recortes de emisiones. Los planes irán apareciendo en 2020, pero este grupo de países ha exigido que, antes, los Estados desarrollados evalúen si han cumplido con sus compromisos anteriores. Incluso que el momento de pedirles a ellos que multipliquen los esfuerzos es a partir de 2023.

Los textos de borrador se han “debilitado mucho”, según han manifestado países como Colombia, Belice, Uruguay o México. Mencionan que los Estados pueden aprovechar la oportunidad de mejorar sus medidas contra el cambio climático el año que viene a pesar de que se reconoce que es necesario subir el nivel de la lucha contra el calentamiento global ante la situación preocupante del clima. 

Chile, encargado de llevar las negociaciones en Madrid, ha ido posponiendo la sesión final a lo largo del día según iba comprobando que no conseguía producir un texto final con suficientes posibilidades de ser admitido.

Otros escollos

No es el único escollo para terminar el documento. La financiación, el dinero, para reparar “los daños y pérdidas”que provoca el cambio climático no ha sido desbloqueada.

Y, en teoría, queda también por decidir cómo aplicar el mercado de derechos de emisiones de gases de efecto invernadero. La pelea tiene parecidos protagonistas. La Unión Europea ha repetido durante todos los días que este mecanismo no puede convertirse en una puerta de atrás entre países para falsear sus emisiones totales.

“No puede servir para hacer trampas”, ha explicado este viernes la arquitecta del Acuerdo de París, Laurence Tubiana. Tubiana ha hecho hincapié en que esos mercados, mal hechos, “ponen en riesgo la integridad ambiental del acuerdo”. Es decir, pueden falsear las emisiones reales que están llegando a la atmósfera al contabilizar varias veces el mismo recorte de CO.

Todo esto sobrevolado por la nueva línea negociadora de EEUU, que ha pasado de liderar el camino que llevó al Acuerdo de París a estar de salida del mismo acuerdo. Sin esa presencia, conceden casi todas las partes, “hay recelos”. 

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