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La educación en manos del porno, ¿pero qué porno?

Imagen de uno de los cortometrajes pertenecientes al proyecto Xconfessions de Erika Lust.

Elena Cabrera

Los recientes cambios en la regulación británica sobre pornografía en internet no se quedaron sin contestación. El 12 de diciembre, al menos veinte parejas protagonizaron escenas de face-sitting ante un enjambre de centenares de periodistas frente a las puertas del Parlamento.

Face-sitting es una posición sexual en la que, habitualmente, una mujer se sienta sobre la cara de un hombre. Desde el 1 de diciembre, los internautas británicos no pueden acceder a un contenido que la ley considera “inaceptable” al interpretarse como una restricción de la respiración, a no ser que la escena deje ver claramente que la persona cuya cara hunde en los genitales de otra puede, a la vez, respirar sin dificultad. “Aparentemente -escribe en su blog el abogado experto en obscenidad y pornografía extrema Myles Jackman- la razón para esta distinción es que los hombres que lo intenten en casa podrían morir”.

La performer Diana J. Torres, conocida por su alias Pornoterrorista, participó en esa acción londinense. “Me sorprendió que fuera una protesta tan silenciosa, el gobierno prohíbe usar megafonía o cualquier tipo de sonido amplificado. A ratos más bien parecía un picnic de putas, maricas y locas, fue muy divertido y me alegro que haya tenido tanta repercusión”, relata.

Face-sitting no es la única de la larga lista de nuevas restricciones que el Reino Unido aplica a la pornografía de video de pago bajo demanda en internet, con el objetivo de equiparar todo ese contenido al que, en DVD, se vende bajo la etiqueta BBFC R18, es decir, para mayores de 18 años. El legislador británico considera que ya que un menor de edad puede visionar porno sin demostrar cuál es su edad, es mejor retirar todo lo que “podría perjudicar seriamente a los menores”. Comercialmente, salen perjudicadas las pequeñas productoras que venden material con representaciones alternativas de la sexualidad, bajo las etiquetas kink porn o alt porn.

Por ejemplo: la orina y la eyaculación femenina (squirting) son aceptables mientras no se hagan sobre otra persona. No obstante, la eyaculación masculina sobre otra persona sí es aceptable. Además, para que una eyaculación femenina sea permitida durante el sexo o la masturbación, debe ser breve -no más de un minuto- e íntima, no más de una pareja. El uso de la mano completa para la penetración no es aceptable si dejamos de ver el meñique, es el acto conocido como fisting o penetración de puño. Consumir semen es aceptable, no así ingerir el fluido femenino, la orina, el vómito o las heces.

Diana Pornoterrorista suele hacer talleres sobre el squirt. “Las sociedades que habitamos les cerraron el grifo a las mujeres hace muchos siglos” explica, “básicamente cuando se descubrió que 'el semen' de las mujeres no tenía un rol en la reproducción. La nueva norma británica no es extraña, responde a la idea generalizada de que las mujeres no pueden eyacular y que cualquier líquido que salga de entre sus piernas necesariamente ha de ser orina, es decir, algo insalubre y escatológico, residual”.

En el corazón del sexismo

Erika Lust es escritora, directora y productora de pornografía. Preguntada por eldiario.es sobre estos criterios que parecen marcar una diferencia entre actos similares dependiendo quién lo haga, nos repregunta “¿cuando se decide algo así, es por ignorancia o por sesgo ideológico? ¿Dónde comienza lo uno y acaba lo otro? Con una lista así se están estableciendo normas distintas para hombres y mujeres. ¿Eso no sería la definición más básica de sexismo?”.

“Puedo llegar a entender aunque no comparta -añade-, el razonamiento que hay detrás de algunos, como la estrangulación, pero en general me parece que se ha partido de una versión totalmente primaria, genital y masculina del sexo”. No obstante, la realizadora sueca, asentada en Barcelona, contextualiza esta regulación recordando que las leyes británicas han sido de las menos avanzadas en Europa en cuanto a pornografía. “El amante de Lady Chatterley es de 1928, pero no se permitió su publicación sin censurar hasta 1960, porque se lo consideraba pornográfico. Hasta este siglo la ley británica no permitía la venta o distribución de porno, mientras que en España se levantó la censura ya a principios de los ochenta”.

“La sexualidad es una de las cosas más manipuladas y restringidas que tenemos” analiza la Pornoterrorista, como la educación en que el género es únicamente “binario” (hombre/mujer) o que el cuerpo “no nos pertenece”. “A nosotras nos dicen que tener sexo sin amor es ilegítimo y a las que lo hacemos nos clavan el estigma 'puta'”.

Este mismo retraso lo pone en evidencia Miguel Vagalume, activista y cocreador del colectivo Golfxs con Principios a quien le llama la atención que “el squirting se prohiba por motivos morales, cuando el parecido con la eyaculación masculina es tan obvio y, en cambio, no resulte nada ofensivo que se vea el semen”. Otros actos sexuales censurados forman parte de las prácticas BDSM y, por tanto, son habituales de sus recreaciones cinematográficas. “En la lluvia dorada, el face-sitting, el bondage [ataduras], los insultos... resulta llamativa la censura de comportamientos que sólo pueden verse como ‘obscenos’ desde un punto de vista muy tradicional y heterosexual, dando un espacio central al hombre y la sexualidad masculina centrada en el coito y el semen como los únicos actos sexuales admisibles”.

Según el gobierno británico, esta Audiovisual Media Services Regulation no es más que la traslación de una directiva europea. En España, en lugar de legislar, se realizan campañas de divulgación. Para ello existe el Centro de Seguridad en Internet, accesible por un portal llamado Protégeles, con el objetivo de velar por la protección del menor en su acceso a internet. En su Investigación sobre conductas adictivas a Internet (PDF) decía que un 58,8% de europeos entre 14 y 17 años han estado “expuestos a imágenes sexuales”. Un 32,8% de aquellos que estuvieron expuestos calificaron la experiencia de “dañina” y que más chicos que chicas han estado expuestos a imágenes sexuales. La publicación de este informe ha generado artículos de prensa en los que se relacionaba la ausencia de educación sexual en la escuela con la pornografía como maestra de sustitución.

¿Qué educación sexual?

“La Ley Wert ha eliminado la educación sexual de los colegios” recuerda Vagalume, quien además de traducir y escribir textos sobre sexualidades no normativas, suele promover charlas y talleres. “La sexualidad, que no las prácticas sexuales, sino las muchas facetas de la sexualidad, se ha convertido en algo que hay que vivir en la intimidad, mientras que la religión católica es algo público y en lo que se adoctrina a miles de menores cada año. Eliminada la Educación para la Ciudadanía por sus contenidos relativos a la igualdad y homosexualidad entre otras cosas, es fácil ver qué tipo de futura población española quieren tener”.

Quizás, como aclara Miguel, los jóvenes entre 14 y 17 no están “expuestos” sino que acceden libremente a los contenidos que buscan, necesitan o desean. “Si recibiesen una educación sexual adaptada a su edad, deberían saber diferenciar algo que, sinceramente, mucha población adulta tampoco distingue: que el porno es ficción. Una buena educación sexual ayudaría a saber diferenciar entre cine y realidad, y disfrutar de ambas cosas sin mezclarlas, igual que podemos ver a Spiderman saltando por una ventana sin que eso suponga que la gente se tire por la ventana”.

“El porno comercial -analiza Diana Pornoterrorista- es una forma de manipulación capitalista de las personas y sus sexualidades, es un instrumento de control del Estado que dicta un poco lo que se ha de hacer en la cama, siempre jugando con esas dinámicas de frustración que la ficción del porno genera en la gente”. Cuando dentro del porno suceden cosas “que no se ajustan en esas dinámicas capitalistas, binaristas y frustradoras”, como ha ocurrido en Inglaterra, es cuando “el Estado se preocupa”.

Las películas de Erika Lust están alejadas de la heteronormatividad. Ponen el foco de lo excitante en un lugar más real y no sexista que el porno mainstream y mayoritario. Ella, además de realizadora y empresaria, es madre de dos hijas. “Suelo quejarme -admite- de que el problema está en que los menores, hoy en día, a menudo sólo reciben educación sexual a través del porno, ¡y no sólo del porno, sino de cierto porno! ¿No sería mejor que recibieran buenas clases en el colegio, en las que también se les hablara sobre igualdad, sobre sentimientos, sobre actitudes, además de enseñarles lo estrictamente físico? Eso sí tendría un efecto bola de nieve sobre la industria, porque crearíamos consumidores más críticos e informados, con gustos más diversos, que no estarían expuestos únicamente a los gustos de los viejos verdes que todavía dominan en el sector y que les inculcan un discurso sobre el género absolutamente machista, les imponen imágenes corporales que nada tienen que ver con la realidad y les hacen creer que determinadas actitudes son aceptables. Soy una firme defensora de educar antes que regular”.

Tanto el citado Myles Jackman como Jerry Barnett de la web Sex And Censorship, tomaron la palabra en aquella sentada-sobre-caras en Westminster. Barnett opina que esta censura no se reduce exclusivamente a la pornografía, que no se trata solo de que el Gobierno Británico no quiera que sus ciudadanos consuman pornografía o cierto tipo de pornografía. Para él, cuando se aplica censura sobre el porno es la primera fase, el primer aviso, para una escalada de censura en internet. El instigador de Golfxs con Principios, cuyo alias en las redes es La Mosca Cojonera, comparte “completamente” esa opinión. “Mi visión es que seguimos bajo el tsunami que comenzó en la época de Reagan, Thatcher y Juan Pablo II, y que se va llevando poco a poco lo que se consiguió en los años 60 y 70. Y esa censura y retrocesos se dan y seguirán dando tanto en internet como fuera. Tanto derechos laborales como ciudadanos, como libertades, servicios públicos, apoyado en legislación europea, van desapareciendo en un paulatino cambio de mentalidad”.

“Censurar actos consentidos entre adultos no parece la mejor forma de reforzar los derechos civiles, ¿no?” coincide Erika Lust. “No vivimos buenos tiempos para la libertad de expresión en internet, tanto en el porno como fuera de él”.

“Lo verdaderamente dañino -concluye Diana J. Torres- es la irresponsabilidad de los Estados para con la educación sexual de las personas, les resulta más fácil censurar apoyándose en la idea de que nos están protegiendo, es decir, paternalismo puro y duro, que entregar a las personas información verídica sobre sus cuerpos o que simplemente dejar de silenciar o manipular cuestiones como lo de la eyaculación en mujeres. A los sistemas patriarcales les aterroriza que las personas vivamos en cuerpos nuestros y que los vivamos desde goces autónomos, y ese hecho es una muy buena pista de cómo podríamos armar la revolución, la de verdad”.

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