“Las dificultades para alimentar a mi hija siguen siendo las mismas o parecidas”
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Yomara, de cuatro años, maneja el móvil de su madre con la destreza digital intrínseca de los niños de hoy en día. Pulsa el botón de ‘play’ para ver un vídeo en el que aparece ella cuando tenía 15 meses mientras su madre, Eva Valverde, narraba para eldiario.es su testimonio como familia en situación de pobreza infantil.
La pequeña parece ajena a la gravedad del relato de su madre, solo se siente atrapada por la curiosidad de verse al otro lado de la pantalla del teléfono y reconocerse en ese cuerpo de bebé. Sin embargo, Eva lamenta que, desde aquella escena, aunque sus vidas han sufrido ciertos cambios, éstos no han supuesto una salida de la exclusión social en la que se ven inmersas.
Hoy, Eva está en situación de desempleo, aunque durante los últimos dos años asegura haber conseguido algún trabajo esporádico, en su mayoría por horas. Pero que no ha podido continuar debido a problemas de conciliación a los que se añaden la atención que Yomara necesita, no solo por su corta edad, sino porque la cría padece esclerosis tuberosa y las visitas al hospital son constantes.
Con esta situación de fondo, los ingresos familiares actuales corresponden los 512 euros mensuales de la prestación de la Renta Mínima de Inserción (RMI) y a una ayuda de 1.000€ anuales repartidos en dos ingresos, que recibe por tener a una menor a su cargo con una discapacidad reconocida del 33%.
Desde hace dos año y medio, madre e hija viven en un piso en la periferia madrileña por el que paga 75 euros mensuales de alquiler social al banco propietario del inmueble.
Estos son algunos de los cambios que han experimentado en el transcurso del tiempo desde la última entrevista con este medio, pero Eva lamenta que las dificultades para alimentar a su hija y llevar una vida normal, “siguen siendo las mismas, o parecidas”.
Yomara es una de las niñas y niños que viven en hogares cuyos ingresos están por debajo del 40% de la renta mediana y que, conforme a datos de Save the Children, ha arrastrado a 1.390.000 menores a una situación de pobreza severa, que según el análisis de la ONG se intensifica y se cronifica.
Bancos de alimentos para llenar la nevera
Eva revela cómo hace para convivir con los efectos de estas cifras. Por ejemplo, para llenar la nevera acude a Cáritas, donde la entidad le ofrece alimentos no perecederos como pasta, legumbres y, en ocasiones, otros víveres más escasos como el aceite o la leche. “Cuando puedo compro leche para mi hija, pero si no puedo, mientras le doy la leche de continuación de los bebés de seis meses, que es la que me dan en Cáritas”. También se sirve de las donaciones de comida de una iglesia evangelista del vecindario. “Hay que buscarse la vida como sea”, insiste esta madre.
Al mismo tiempo confiesa que echa de menos el funcionamiento y el apoyo que encontraba en el banco de alimentos de su antiguo barrio, que es autogestionado por la propia Asamblea de Parados de San Blas. “Es diferente porque allí íbamos nosotros a pedirlo, éramos nosotros los que nos poníamos en la puerta de los supermercados”, cuenta. Además de la propia implicación de los afectados, que se traducía en un empoderamiento colectivo, ya que ellos mejor que nadie sabían cuáles eran las necesidades según las circunstancias y el momento de cada familia, relata Eva.
A pesar de la melancolía que siente por el que fuera su barrio “de toda la vida”, ha encontrado apoyo en las vecinas de su actual bloque. “Desde que las conocí este verano, la verdad es que han sido mi aliento. Cuando no he tenido para comer ellas me han ayudado y si ha sido al revés y yo tenía algo del banco de alimentos lo compartía con ellas. Nos ayudamos mutuamente”, asegura con una sonrisa de consuelo.
Y es que la situación de esta mujer en su barrio de Carabanchel, donde el paro afecta a cerca de 20.000 vecinos, está más cerca de ser la regla que la excepción. Ella es consciente de esto, por eso le resulta imposible asumir que España esté en un proceso de recuperación económica o de salida de la crisis.
“Para mí y para quienes tengo a mi alrededor no hay recuperación. No salimos de la crisis, cada vez vamos a peor”, sentencia Eva. Eso sí, no niega que haya “gente que se recuperará”. Se refiere a quienes “han tenido dinero siempre y aunque con la crisis sus ingresos se vieran afectados, se recuperarán porque no han dejado de tener dinero nunca”.
Y señala la brecha social entre ese sector de la sociedad y entre aquellas personas que “hemos llegado a un punto en el que no tenemos nivel social… yo estoy en situación de exclusión social y no sé qué va a pasar conmigo si estoy viviendo de lo que me dan”.