Las atípicas Navidades de 2020 vinieron acompañadas de grandes dosis de alarma debido a la expansión de nuevas variantes del coronavirus SARS-CoV-2. Una de ellas, la B.1.1.7, conocida como la variante británica, ha acabado imponiéndose en España y en otros tantos países: según el último informe del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, en la práctica totalidad de las comunidades se estima que ya es responsable de más del 80% de los contagios y en algunas incluso superan el 90%. Ya es “nuestra variante”, dijo su director, Fernando Simón, hace algunos días. Pero otras dos, la sudafricana (B.1.351) y la brasileña (P.1), componen el mapa de VOC, es decir variantes de impacto, en España, y otras tantas son consideradas “de importancia”, un listado que se va actualizando a medida que evolucionan.
Si la británica es ya la predominante, la secuenciación genómica permite atisbar una detección puntual, al menos de momento, de las otras dos: de la sudafricana, extendida en Sudáfrica y países vecinos, se han identificado 76 casos en nuestro país; de la brasileña, 35. Ello no significa que no puedan crecer, pero según Simón, el hecho de que las tres compitan y la B.1.1.7 domine “no está dando espacio” a las otras dos, lo que “nos podría estar favoreciendo”. Y así lo afirmó porque, de acuerdo con los indicios que se van publicando, mientras las vacunas aprobadas en la Unión Europea rinden prácticamente igual ante ante la variante británica, la B.1.351 y la P.1 “se escapan un poco de su efecto”, concluyó el director del CCAES.
Lo cierto es que aún falta investigación, sobre todo con las dos últimas en ensayos fuera de laboratorio y en condiciones reales, pero de momento los datos disponibles apuntan a ello. Y así lo especifica también el propio Ministerio de Sanidad, que para cada una de las variantes cita un riesgo tanto de reinfección como de respuesta vacunal: “bajo” para la británica, pero posibilidad de una “reducción significativa de la efectividad de algunas vacunas” para la sudafricana y brasileña. Gorka Orive, doctor en Farmacia por la Universidad del País Vasco, resume el escenario actual: “La británica es capaz de ser inmunizada por las vacunas aprobadas en la UE. Posiblemente no ha dado mucho tiempo a conocer cómo se comportan el resto, pero es probable que las otras dos tengan mayor capacidad de evasión”.
“Lo que dicen muchos virólogos es que para cualquiera de las variantes es mejor estar vacunado que no, y por otro lado ninguna tiene una eficacia del 100%, pero es verdad que la británica es ahora la mayoritaria aquí. Se ha impuesto debido a que es más transmisible, y responde como nosotros queremos frente a las vacunas”, cree Fernando González Candelas, catedrático de Genética de la Universidad de Valencia e investigador de la fundación FISABIO, uno de los organismos que más secuenciación genómica del virus hacen. A lo mismo apunta el inmunólogo de la Universidad de Valladolid, Alfredo Corell, que constata que “todas las vacunas que se están usando probaron tener alta eficacia para la británica”, por lo que hay “una cierta suerte de que se haya impuesto esta” y no las otras dos.
Y más allá de los estudios, los especialistas apuntan también a “la evidencia por hechos” que se ve en los países ya avanzados en vacunación en los que domina la B.1.1.7, como Israel y Reino Unido, apunta el también miembro de la Sociedad Española de Inmunología. En esos países e incluso en España, donde ya tenemos señales de cómo está funcionando la inmunización, por ejemplo en residencias de mayores, en mayores de 80 años y entre los profesionales sanitarios.
La mutación E484K
¿Y por qué pueden darse estas diferencias entre unas y otras? La respuesta parece apuntar a la mutación E484K. Una de las alteraciones del SARS-CoV-2 más relevantes y más presentes en las variantes y que comparten tanto la sudafricana como la brasileña. No así la británica. Y una mutación que se ha asociado a un mayor escape vacunal. Lo explica Candelas: “Cuando aparecen nuevas variantes aparecen mutaciones, y en algunos casos, por ejemplo, la E484K, parece que permite al virus de alguna manera eludir parte de los anticuerpos que se generan en las personas vacunadas”. Lo que se ha visto con la variante sudafricana “y en general aquellas que llevan esta mutación”, es que “parece que los anticuerpos generados tienen menos capacidad de neutralizar el virus”, lo que “nos hace temer que su eficiencia vacunal poblacional pueda ser inferior”.
Pero no pasa igual con todas las vacunas, resalta este catedrático de Genética: un estudio en Sudáfrica, donde predomina la variante sudafricana, encontró que AstraZeneca llegó a ver reducida su eficacia frente a la enfermedad al 10,4%. De hecho, el país dejó de administrarla. Otras, como Janssen, ya autorizada por la Agencia Europea del Medicamento, o la estadounidense Novavax parecen también mermar su eficacia. Pero Pfizer o Moderna sí han comprobado que sus sueros estimulan anticuerpos neutralizantes y protectores frente a esta variante, aunque en menor medida. Un reciente estudio en Israel ha concluido que la B.1.351 reduce la respuesta de Pfizer, aunque los autores avisan de que hay muy baja presencia de esta variante en el país. Con todo, ambas empresas han anunciado que trabajan en prototipos nuevos para adaptarse a las mutaciones.
Datos parciales
Sin embargo, no hay respuestas concluyentes todavía y las evidencias podrían cambiar, advierten los expertos. De hecho, y a pesar de compartir la mutación E484K, la variante brasileña, que está causando estragos en Manaos, sería resistente a algunas terapias contra el virus, pero “menos a la eficacia protectora de nuestras vacunas”, según una publicación pendiente de revisión recogida por la Agencia Sinc. Por eso el ex presidente de la plataforma MIR de Medicina Preventiva y Salud Pública, Mario Fontán, prefiere tirar de cautela y huir de “las afirmaciones un tanto rotundas” que en su opinión se suelen hacer con las variantes.
Sobre los resultados pesimistas de la respuesta de las vacunas ante la variante sudafricana, hay que tener en cuenta que los análisis realizados son en laboratorio y no son ensayos poblacionales en condiciones reales, donde las cosas pueden cambiar. Los datos, opina Fontán, “son aún parciales como para saber a ciencia cierta cuál podría ser el impacto de estas variantes en la dinámica de la transmisión y la efectividad de la vacunación en condiciones reales”. Con todo, el experto sí desliza que la británica “sería la menos preocupante” con los estudios que hay a día de hoy sobre la mesa, pero “no quiere decir que no puedan surgir variantes distintas o predominar variantes diferentes”, advierte.
Eso es algo que dan por hecho todos los expertos. “Puede no, va a seguir haciéndolo”, dice Candelas sobre las mutaciones del SARS-CoV-2. La incógnita, añade, es cuáles serán sus efectos, aunque es optimista respecto a la capacidad de reformular las vacunas para producir una respuesta inmunitaria ante futuras variantes. “Puede ser que vayamos a tener una vacunación periódica, como ocurre con la gripe, no es seguro, pero puede pasar. Además es que todas las empresas están buscando ya cómo modificar sus vacunas para este fin”, concluye.
Gráfico elaborado por Victòria Oliveres
El Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias alude en su última actualización sobre el asunto que, aunque el riesgo de diseminación de la sudafricana y brasileña “se considera moderado”, podrían tener un “impacto alto” en caso de que la incidencia aumentase. Y eso es algo que solo somos capaces de detectar con una buena vigilancia epidemiológica y secuenciación del virus, pero España está aún en fase de integrar ambos procesos con el objetivo de que los datos disponibles apunten a una prevalencia más real de las variantes. Porque ahora, explica Sanidad sobre la británica, de la que hay estimaciones por comunidades, el número de casos secuenciados de cada una “depende en gran medida de la capacidad de secuenciación, por lo que no representan la prevalencia en las distintas regiones”.
Pero más allá de las vacunas, de esta última preocupa además su capacidad de transmisión. También de la sudafricana, con la que “probablemente”, dice el CCAES, comparta esta característica. La brasileña, sin embargo, está en estudio. También hay datos sobre que la originada en Reino Unido provoca una mayor gravedad de la enfermedad y es más letal, pero dos recientes estudios publicados en The Lancet sugieren que, aunque sí es más contagiosa, no modifica el pronóstico de la patología.
Aún así, las medidas a seguir son las mismas que hasta ahora, advierten los expertos. Porque “la pandemia y el contagio –cree Fontán–no es tanto una cuestión biológica sino social, de cómo nos relacionamos”. Las variantes “te pueden modificar como mucho la intensidad de las restricciones, el momento en el que ponerlas, pero las medidas de salud pública son las mismas y eso no se modifica por el grado de transmisibilidad”.