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ENTREVISTA Director de la revista 'Adiós'

Jesús Pozo: “Tenemos un grave problema de suelo, hay que pensar en nuevas formas de enterramiento”

Jesús Pozo, director de la revista Adiós

Cristina Armunia Berges

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La revista pudo llamarse El féretro, Ataúd o Servicios funerarios, pero terminó llamándose Adiós. “Si la revista de la vida y del corazón se llamaba Hola, la nuestra tenía que llamarse Adiós”, explica divertido Jesús Pozo, director de la única revista impresa en España que trata en exclusiva el tema de la muerte y los asuntos funerarios desde un punto de vista cultural y artístico. Desde el otro lado del teléfono, recuerda como entre él y Nieves Concostrina, su redactora jefa, bautizaron a esta publicación hace ya 25 años.

En 1986 la empresa funeraria Funespaña les encargó que ideasen un proyecto de revista. Querían que les propusieran alguna idea para montar una gaceta relacionada con el sector, pero que no fuera un catálogo puro y duro de tipos de urnas, sino que abarcase muchas más dimensiones de un tema del que normalmente nadie quiere hablar. La muerte entonces y hoy es un tabú, un asunto que suele estar relegado a la intimidad más familiar.

Como profesional del periodismo lo último que se te ocurre es hacer una revista que trate sobre la muerte

“Yo ya estaba fuera de Diario 16. Lo aceptamos con todas las prevenciones posibles. Como profesional del periodismo lo último que se te ocurre es hacer una revista que trate sobre la muerte”, explica Pozo, todavía con trazas de incredulidad. Desde el primer momento, tuvieron claro que había que hablar de la muerte desde una perspectiva artística y cultural. Según su director, ahí reside gran parte de su éxito. La publicación lleva 150 números. “Al sector funerario en general le dedicamos el 25% o 30% y el resto tiene cine, poesía, arte, historia, psicología, antropología”. Desde hace poco más de un año también incluyen artículos relacionados con la memoria histórica.

¿Por qué cuesta tanto hablar de la muerte? “Porque está mal visto, por el miedo”, responde el periodista, habituado a hacer este tipo de reflexiones. “La gente sí que quiere hablar en reuniones pequeñas. Lo que pasa es que no está bien visto hablar de la muerte a nivel social”, considera Pozo y se pregunta al mismo tiempo por qué no habría que hablar de ella o a quién beneficia que no se hable de ella. “Si la muerte pertenece a la vida, ¿por qué no hay que hablar de la muerte? ¿Es porque la Iglesia es la propietaria del dolor, de la inquisición y del horror de la muerte? Yo dejo la pregunta ahí”.

Para superar los tabúes asociados a la muerte infantil, a los suicidios o a las muertes durante la pandemia, desde la revista se organizan concursos de relatos, cuentos infantiles y cortos. Cada año reciben cientos de propuestas, por lo que Pozo sostiene que hay muchas ganas de desarrollar el tema, pero que hay que encontrar la manera.

El año de la pandemia ha sido un año de mucho silencio

El año de la pandemia ha sido para la revista un tiempo “muy duro, muy complicado”. “Ha sido un año de mucho silencio porque tú tienes una información que no puedes transmitir a la opinión pública”, dice compungido. El año 2020 acabó con un exceso de mortalidad de más de 68.000 fallecidos y fue el año con más muertes desde que hay registros.

“Tenías la información por ejemplo del número de muertos que estábamos conociendo realmente y no podíamos hacer una información diciéndolo porque podía ser más perjudicial de cara a las miles de personas que estaban encerradas en sus casas”, explica. También sabían que se estaban trasladando fallecidos “fuera de Madrid porque los hornos crematorios no daban abasto”. “Ha sido un tiempo muy duro”.

Las incineraciones siguen en aumento

Una de las figuras más curiosas dentro del ámbito mortuorio son los enterradores. Hace unos años la Esfera de los Libros le propuso a Pozo que escribiera un libro sobre enterradores en España, que terminó llamándose De cuerpo presente. Vida, anécdotas y curiosidades de 13 sepultureros. “Me recorrí España buscando gente que quisiera hablar, porque no a todos los enterradores les gusta decir que lo son ni hablar de su trabajo”, reconoce. “Todos los enterradores con los que hablé, 13 en total, querían ser incinerados”, asegura Pozo. “Cuando hacían las exhumaciones para trasladar restos, no les gustaba absolutamente nada lo que veían”.

En España, las incineraciones siguen en aumento. Se espera que para el año 2025 esta opción aumente hasta superar el 60%. “Ya hay empresas trabajando en otros sistemas que no son la incineración, como son la hidrólisis alcalina o la ultracongelación”, indica Pozo. “Tenemos un grave problema de suelo. Hay que pensar en nuevas formas de enterramiento y en esto es en lo que está trabajando el sector ahora mismo. Se está trabajando mucho con arquitectos, para encontrar nuevas formas de enterramiento y nuevas formas de inhumaciones, que no sea la tumba de suelo permanentemente”.

Ya hay empresas trabajando en otros sistemas que no son la incineración, como son la hidrólisis alcalina o la ultracongelación

Entierros en directo, códigos QR en lápidas para conocer algo más de información sobre el fallecido, pantallas en las lápidas o apps para decir adiós y conectar con el resto de la familia son cada vez más habituales. “Las nuevas tecnologías han entrado de lleno en el sector desde hace ya años”, confirma el periodista y añade, por otro lado, que algunos cementerios españoles han optado también por “instalar placas solares en la parte de arriba de los edificios de nichos”. “Son unos lugares donde no afecta a nadie que se instalen y donde se genera una cantidad de energía, no solamente para el cementerio y sus oficinas, sino para distribuir en esa ciudad o en ese pueblo”.

Los féretros del Juego del Calamar

Todas las novedades del sector se presentan cada año en la feria internacional de productos y servicios funerarios Funermostra. Y en la edición de este año hubo un claro protagonista. Los féretros inspirados en la popular serie de Netflix de 'El Juego de Calamar' causaron sensación entre periodistas y visitantes. “Con todo lo que se estaba hablando allí de nuevas tecnologías, de la memoria histórica, de psicología y de la pandemia... pero resulta que lo que más le interesó a los medios es que había una empresa que tenía los féretros del Juego del Calamar”, comenta Pozo con cierta frustración, y añade que también había una reproducción exacta del féretro de Tutankamón. “La estrella de la feria ha sido el ataúd del Juego del Calamar, con lo bestia que es esa serie. De repente hay cosas que tienen un exitazo tremendo”.

Aunque este no es el ataúd que más ha llamado la atención de Pozo en todo este tiempo. “El más llamativo y hortera fue uno que vi en una feria de cristales de Swarovski, que pensé, estas cosas quién se las compra. Es que yo odio las cosas con brilli brilli. También he visto ataúdes de oro. No entiendo yo por qué hay que enterrar una fortuna de ese nivel”. Para Pozo, en estos momentos, son mucho más interesantes los diseños de las urnas que los de los féretros: “El negocio va hacia la incineración”.

En España los servicios funerarios pueden costar una media de entre 2.500 y 3.000 euros. Todo depende del tipo de servicio que se contrate, del número de flores, del coche que traslade el cuerpo o del féretro

¿Cuánto cuesta morirse? “La gente dice que morirse es caro y yo siempre he dicho que morirse en España es muy barato. Cuesta cero pesetas. Lo que cuesta es el servicio funerario”, comenta con ironía. Según sus cálculos, en España estos servicios pueden costar una media de entre 2.500 y 3.000 euros. Todo depende del tipo de servicio que contrates, del número de flores que quieras, del coche que traslade el cuerpo o del féretro que elijas. “El servicio funerario es el único pago que se hace de una compra-venta de algo que el que paga no lo disfruta, lo disfruta el muerto. Y esto a mucha gente le molesta porque tú, cuando te compras un coche para ti, tú eres quien lo disfruta. Pero el servicio funerario se lo estás comprando a otro y eso fastidia a mucha gente”, concluye.

Para Pozo, toda esta polémica sobre cuánto cuesta morirse debe ser objeto de una reflexión profunda. Compara el caso español con el de Países Bajos, en donde hay incluso guarderías en los tanatorios para poder llevar a los niños a un entierro, destaca. Pozo cree que hay que ir a los cementerios, y no solo en el día de Todos los Santos. Propone ir de continuo, como sucede en otros países europeos en los que sus camposantos son un monumento más. 

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