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Las mujeres alzan la voz en los funerales católicos por primera vez en España

Ceremonia con las tres religiosas responsables de las exequias en Barcelona.

Jesús Bastante

en religiondigital.com —

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Es uno de los lugares tradicionalmente vedados para los laicos o las mujeres. Los servicios religiosos (o ‘exequias’) en tanatorios eran territorio único y exclusivo de los sacerdotes, que controlaban el último de los llamados ‘ritos de paso’. Hasta ahora. En una decisión novedosa, el Arzobispado de Barcelona ha nombrado a diez personas, tres de ellas mujeres, con los permisos para oficiar las ceremonias de despedida en los funerales católicos.

Ahora, tal y como apunta la diócesis en un comunicado, el Arzobispado cuenta con 33 personas que pueden oficiar dichas ceremonias, así como atender pastoralmente a quienes acuden a los tanatorios católicos para despedir a sus seres queridos. Con todo, la gran mayoría siguen siendo sacerdotes (16), y otros 7 diáconos. De la decena restante, siete son varones laicos y tres, mujeres.

¿Quiénes son ellas? Maria Claustre Solé, teóloga y religiosa de la Compañía de María; Conchi García, de las Hermanas Dominicas de la Presentación, y Ana María Díaz, de las Carmelitas Misioneras. Una decisión histórica, que se inserta dentro de la intención del papa Francisco de dar más protagonismo a la mujer en la Iglesia, y que ha sido recibida “con total naturalidad” por parte de los fieles, según explican desde la diócesis.

Al principio, los hijos del difunto se mostraron contrarios a mi intervención

Conchi García religiosa

Sin embargo, esa no fue la sensación que tuvo Conchi García la primera vez que presidió unas exequias fúnebres. De hecho, se encontró con reticencia por parte de los familiares, extrañados de verla en el altar. No solo no era un sacerdote sino ¡una mujer!. “Al principio, los hijos del difunto se mostraron contrarios a mi intervención como agente pastoral”, confiesa García. “Esperaban encontrarse a un hombre, independientemente de que fuera cura, diácono o laico”, recalca. 

Sin embargo, tras la ceremonia, la actitud cambió, relata. “La hija del difunto se acercó a mí y, con lágrimas en los ojos, me abrazó y me reconoció que su madre habría gozado enormemente con esta celebración”. Porque de eso se trata, recalca García.

España va con retraso

En España no existen ejemplos similares, pero en otros países europeos, como Francia, hace muchos años que las mujeres celebran exequias, en momentos en los que las familias creyentes buscan un gesto, un abrazo o una palabra que pueda ayudarles a llevar mejor el duelo desde su fe. A pesar de la falta de precedentes en la Iglesia española, una de las más conservadoras de la región, “la mayoría de las personas se alegran”, relata la religiosa, que también dice haber recibido el apoyo del personal de los tanatorios.

Las ceremonias en líneas generales son breves, no suelen superar los 30 minutos, en las que el objetivo del (o la) oficiante es acompañar en la última despedida. “Intentamos mostrar nuestro cariño, utilizando palabras cálidas y de cercanía”, explica García. Durante la formación, las nuevas responsables de exequias han recibido clases de cuidados paliativos y últimas voluntades, así como de asistencia al duelo, que han sido impartidas, entre otros, por los religiosos camilos.

“Lo primero que hacemos es una entrevista con la familia”, subraya Claustre Soler, otra de las nuevas responsables de exequias en Barcelona. “Es muy importante ser empáticos para, a partir de ahí, poder acompañar a unas personas que lo están pasando muy mal”, recalca, e insiste en que “la gente no puede ser meramente espectadora, debe ser participante, aunque sea con el silencio. Cuando la celebración de la despedida se puede realizar a medida es más fácil, porque cada persona y cada situación son diferentes. Es importante crear un ambiente en el que se pueda participar. Una celebración hecha a medida permite vivir la despedida a una persona querida con paz, serenidad y confianza”.

Conchi es nueva en esto de las exequias, pero no en el acompañamiento al dolor. La religiosa lleva dos décadas asistiendo a internos en las prisiones de Barcelona, y educando a menores en las escuelas de su congregación. “Creo que este tipo de decisiones demuestran que la Iglesia, de la mano de Francisco, quiere avanzar, aunque sea dando pasos pequeños, pero determinantes”.

Soler sostiene que este paso “es un bien para la propia Iglesia”. “El Papa y el Sínodo van en esta línea, así como la participación diocesana de Barcelona en el Sínodo. Es una forma de trabajar en equipo y de hacer un servicio a la Iglesia, sencillamente”, explica la religiosa en una entrevista en Radio Estel.

Toda la información en www.religiondigital.org

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