El Papa expulsa del colegio de cardenales a un obispo norteamericano acusado de abusar de varios monaguillos
Dos dimisiones en tres días por abusos en la Iglesia. El arzobispo de Adelaida, Philip Wilson, condenado a un año de prisión por la Justicia australiana por encubrimiento de abusos, renunciaba este lunes a su cargo, dimisión que era aceptada de inmediato por el Papa Francisco. El sábado, el todopoderoso cardenal norteamericano Theodore McCarrick, uno de los líderes de la Iglesia estadounidense, era forzado a abandonar el colegio cardenalicio (el grupo selecto de cardenales que elige al Papa y lo asesora en el gobierno de la Iglesia universal), tras haber sido acusado de abusar de varios monaguillos hace cincuenta años.
En el caso australiano, ja Justicia civil y la eclesiástica han ido a la par, mientras que en EE.UU. McCarrick no podrá ser juzgado, al haber prescrito sus delitos. Sin embargo, la Santa Sede ha declarado imprescriptibles este tipo de actuaciones, y ha forzado la dimisión del purpurado, que abandona el colegio cardenalicio. En los últimos años solo se produjo una situación similar, y fue en 2013, pocos días antes del cónclave que eligió a Bergoglio como Papa. Entonces, el cardenal escocés O'Brien renunció a participar en la elección papal al haber sido acusado de abusos.
Con todo, la reacción del Vaticano en el caso McCarrick ha sido contundente. No sólo se le expulsa del Colegio Cardenalicio, sino que el Papa “ha dispuesto su suspensión del ejercicio de cualquier ministerio público, junto a la obligación de permanecer en una casa que le será indicada, para una vida de oración y de penitencia, hasta cuando las acusaciones a él dirigidas sean aclaradas por el proceso canónico normal”.
La dimisión del arzobispo australiano Philip Wilson, que el próximo 14 de agosto sabrá si ha de pasar los 12 meses a los que ha sido condenado en prisión o en su domicilio (sufre de Alzheimer), ha sido más polémica. Desde que el 22 de mayo pasado el prelado se convirtiera en el eclesiástico de mayor rango condenado por abusos en todo el mundo, tanto la Iglesia australiana como el Vaticano le habían instado a que renunciara a su cargo para no alimentar la polémica.
Sin embargo, Wilson decidió atrincherarse y anunció que no dimitiría hasta que se resolviera el recurso planteado. La reacción papal fue inmediata, designando a un obispo como administrador apostólico 'con plenos poderes', y dejando al arzobispo como una figura testimonial. Finalmente, este mediodía, se conocía que Wilson había presentado su renuncia, y que el Papa Francisco la había aceptado inmediatamente.
Nada más conocerse la noticia, el obispo Greg O'Kelly, nombrado administrador de Adelaida por el Papa, denunció que “”debemos ser conscientes del impacto en los sobrevivientes, en sus familias y en todos aquellos que los aman“.
“Fui testigo de la angustia y el dolor de las víctimas”, asegura el prelado, quien insta a la Iglesia a hacer todo lo posible para “escuchar y apoyar a las víctimas, pues es fundamental nuestro compromiso con la seguridad de cada niño en nuestra Iglesia y en nuestras escuelas”.
La menor tolerancia contra los obispos encubridores también se ha visto en la Iglesia chilena, salpicada por los escándalos de abusos hasta el punto de que, en mayo pasado, los 34 obispos del país pusieron su cargo a disposición del Papa, quien hasta el momento ya ha aceptado la renuncia de cinco de ellos (entre ellos, el polémico Juan Barros).
A lo largo de esta semana, los prelados chilenos se reúnen en Asamblea Extraordinaria para debatir la crisis en la Iglesia del país, después de que la Justicia haya llamado a declarar, como imputado, al cardenal Ricardo Ezzati, máximo líder del Episcopado.
Frente a esta realidad, que muestra el camino a seguir, el Papa recibió el pasado 12 de julio al padre Román Martínez, el sacerdote acusado de abusos en el 'caso Romanones' y que fue absuelto tanto por la Audiencia Provincial de Granada como por el expediente canónico. Según relataba la revista 'Vida Nueva', Francisco recibió a Román y a los otros dos sacerdotes que fueron suspendidos 'a divinis' para pedirles perdón. En octubre, los religiosos regresarán a Roma para participar en la misa con Bergoglio.