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Los “raizales”, colombianos de origen angloafricano en defensa de su cultura

Los "raizales", colombianos de origen angloafricano en defensa de su cultura

EFE

San Andrés Isla (Colombia) —

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Con raíces africanas e inglesas, lengua propia y costumbres particulares, los nativos de la comunidad de los “raizales”, de la isla colombiana de San Andrés, luchan por el reconocimiento de su centenaria cultura.

Los nativos hablan inglés caribeño o “criol”, profesan la religión Bautista y representan más de la mitad de la población de San Andrés, principal isla de este archipiélago ubicada en medio del mar Caribe, a 700 kilómetros de la costa colombiana.

“El criol nace de los diferentes dialectos africanos que llegaron a estas islas cuando los ingleses trajeron esclavos que mezclaron palabras en su lengua nativa con el inglés para que sus amos no les entendieran”, relata a Efe el guía Rodrigo Sarmiento, sanandresano de nacimiento, pero practicante de la cultura raizal.

Si en inglés preguntar cómo estás es “How are you?”, esa misma frase en criol suena como “Jo yo dé”.

Este inglés caribeño es la lengua vehicular para los barrios de San Luis y La Loma, dos de los tres sectores en los que se divide San Andrés y cuya población es mayoritariamente raizal.

El arraigo es tan fuerte que cuentan con una modesta cadena de televisión, TeleIslas, cuya programación se da en esta lengua y a la que acompañan con subtítulos en español para llegar a todos los habitantes del archipiélago.

“Estamos peleando para que el criol esté en todas las instituciones. Antiguamente era considerado como un dialecto porque no tenía una escritura o una gramática, pero ahora se puede escribir y hablar. Hay hasta libros”, reivindica el joven Mario Bailey, raizal que canta en el coro de jóvenes de la iglesia Bautista.

Construida completamente en madera traída de Alabama (Estados Unidos), esta iglesia, la primera de esta confesión que se erigió en la isla, fue fundada en el punto mas alto de San Andrés por el reverendo Phillip Beckman a mediados del siglo XIX, poco después de ser liberados los esclavos por parte de los ingleses.

La confesión Bautista es otra de las insignias culturales de los raizales importada de los colonos ingleses de la época, pues ellos creen en la Trinidad, “pero no en santos, ni en vírgenes”, solo le tienen respeto “a la Virgen María por ser la madre de Jesús”, explica Bailey.

Igualmente, la arquitectura también rememora tiempos pasados con tejados en forma cónica y casas construidas en madera sobre pilotes de ese material con objeto de evitar las inundaciones en la época de lluvias.

Incluso aún hoy se pueden encontrar entre casa y casa algunos cementerios particulares que fueron prohibidos debido a que contaminaban las aguas subterráneas.

No obstante, las diferencias culturales con el resto del país hicieron del barrio de San Luis y La Loma la tierra del olvido para los Gobiernos nacionales que durante un tiempo abandonaron por completo a los raizales, según denuncian.

“Hubo una época en la que el Gobierno nacional no le prestaba atención a la isla, por los años 40 y 50, después del general Gustavo Roja Pinilla la cosa cambió un poquito”, comenta Sarmiento en referencia al militar que presidió Colombia de 1953 a 1957 y fue el primero en visitar San Andrés y declararla puerto libre.

En recuerdo suyo, el pequeño aeropuerto de San Andrés lleva el nombre del general.

A pesar del descuido gubernamental, los raizales fueron capaces de implementar en sus colegios un sistema educativo que evitó perder su cultura en los libros de historia de Colombia.

“En mi colegio son muy estrictos con nuestras tradiciones. Nosotros teníamos que aprendernos cómo era la esclavitud, la historia de la Iglesia, todo... Nos enseñan también todas las danzas y para graduarnos tenemos que saber bailarlas”, describe Bailey.

En cuestiones de trabajo, si una entidad privada quiere realizar alguna construcción debe consultarlo primero con los raizales y posteriormente debe contratar mano de obra nativa.

También tienen una gastronomía propia con empanadas y sopas de cangrejo o el célebre rondón, una cazuela de pescado y marisco hervida en leche de coco y acompañada con arroz, un vegetal llamado fruta de pan, yuca o patacón.

En el interior de la iglesia Bautista, de estilo sobrio pero con una batería al lado del altar para amenizar las misas, varios nativos terminan de apuntalar el tejado y colocar los retratos de algunos de los siete pastores que han guiado a la comunidad a lo largo de los últimos 171 años.

Una joven raizal le dice algo a sus paisanos en criol, que están en lo alto de los andamios. La chica lleva una camiseta con la siguiente inscripción: “Dis dah fiwi: teritory, stuory, langwij ahn koltyo!”, que significa “esto es de nosotros: ¡Territorio, historia, lengua y cultura!”.

Por Carlos Meneses Sánchez

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