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La rueda de hámster que paró en un día

Fotografía facilitada por Carlos Orduna, oftalmólogo madrileño de 46 años, padre de cuatro hijos que dedicaba "todas las horas del día" a su trabajo, y que la cuarentena ha frenado su particular "rueda de hámster".

EFE

Madrid —

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“Hola a todos, voy a dejar el grupo, he decidido comunicarme con las personas una a una”. El mensaje que Carlos envió el 24 de marzo a todos sus grupos de Whatsapp cayó como una losa. Preocupados, sus amigos se preguntaban si estaba bien, si le había pasado algo.

Lo que le ocurrió a Carlos Orduna, padre de cuatro hijos que dedicaba “todas las horas del día” a su trabajo, es que la cuarentena ha frenado su particular “rueda de hámster”. “Mi decisión es firme”, explica a Efe después de hacer una serie de cambios en su vida traídos por el confinamiento.

Cuando el 15 de marzo el Gobierno encerró a los españoles, este oftalmólogo madrileño de 46 años vio cómo, de un día para otro y “de manera milagrosa”, su rueda se paró sola. El runrún que le había hecho dedicar más tiempo a leer en los últimos tres años yendo al trabajo en tren, que le había llevado a tomarse las tardes de los viernes libres, encontró cancha.

“Te subes porque la rueda está ahí y te tienes que subir, no tienes criterio y al principio es fácil porque no tiene peso, es ligerita, te paras y bajas cuando quieras. Pero la rueda va creciendo y se va subiendo más gente, se convierte en una rueda de acero macizo llena de cosas”.

La hipoteca, los hijos, la empresa, los empleados, el “leasing”... son las que, en su caso, se han ido amontonando hasta convertirla, dice, en un “monstruo”. “Y como se te ocurra sacar el brazo, te apisona”.

PRIORIDADES EN DUDA

Ana González Quirós, psicóloga experta en psicología positiva, cree que lo que le ha pasado a Carlos es algo que ocurre mucho en las “grandes crisis”, “momentos de transformación y cambio” a nivel personal, de relación con los demás y de prioridades.

“Te puede hacer replantearte su propia escala de valores y filosofía de vida, que lo que hacías hasta ahora no tienen tanta importancia, que hay otras cosas que te hacen sentir mejor”, resume la experta.

En el caso de este médico, ha pasado del pensamiento a la acción. Ha resuelto reducir su clínica y ha despedido a tres de sus ocho trabajadores, la decisión, reconoce, “más triste” que ha tomado.

Antes del estado de alarma veía a pacientes mañana y tarde, “sin comer la mayoría de los días”. Para después de la crisis ha decidido pasar consulta a media jornada y estudiar por las tardes, cogerse algunos jueves y viernes y más vacaciones.

Es una de las pocas personas que, en medio de una pandemia que puede volver del revés la economía, ha comprado una casa. En concreto, un piso en Tarifa, su sueño. “Ese sitio me llena el espíritu”, dice un amante del windsurf que decide ilustrar esta crónica con una foto “hecha en un día de felicidad” en Tenerife.

Se trata de ir hacia una “vida slow”, como escribió a sus amigos en los grupos de los que se salió para no perder el tiempo en algo que le generaba mucho estrés. “Estoy mucho más feliz”, confiesa.

UN PUNTITO AZUL PÁLIDO

A Carlos, aficionado a leer historia y ciencia, le viene a la cabeza en este maremágnum de ideas la foto de la Tierra vista en 1990 por la Vogayer I a 6.000 kilómetros de distancia, que inspiró a Carl Sagan su libro “Un punto azul pálido”.

“Le dieron la vuelta a la cámara y estaba ahí, flotando como una pequeña mota de polvo”, reflexiona sobre una humanidad ahora medio parada a la que, al salir, quiere aportar algo retomando una labor solidaria que había relegado bajo la premisa de que la vida de disfrute se la dejaba a otros.

Porque, dice Ana, estos momentos de crisis pueden despertar cambios personales y descubrir nuestras fortalezas y recursos. Hacer algo solidario o creativo, recuperar una afición que se tenía olvidada, incluso aprender a “ser más flexible” porque “no pasa nada por vivir en la improvisación” a la que obliga el coronavirus.

“También te puedes dar cuenta de quiénes son las personas importantes en tu vida, tener una visión más clara de quiénes forman parte de esa red de apoyo que en momentos difíciles son nuestro soporte”, resume la psicóloga.

Ella cree que estamos viviendo momentos “más de honestidad y preocupación por los demás” que generan relaciones más afianzadas, y está convencida de que “hay un clima hacia la emocionalidad positiva”.

“Todo ha parado de golpe, lo que era súper importante y en lo que se nos iba la vida ha perdido valor”, opina Ana, experta en bienestar laboral, y se pregunta qué aprenderemos de ello “como personas y como sociedad”.

De momento, Carlos se ha dado cuenta de que en este punto azul quiere relacionarse con las personas “de una en una” y volver a Camerún, donde hace nueve años montó un hospital al que no ha podido volver por la dichosa rueda.

“Me siguen escribiendo los africanos de un poblado de adobe”, relata sobre una experiencia que marcó su vida y que ahora ha rescatado de la base de su pirámide de prioridades para ponerla en el pico. “Y me llevo a mi hijo mayor”.

María Traspaderne.

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