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Los incendios abrasaron en 2015 el doble de monte que el año anterior

Labores de extinción de un incendio forestal.

Raúl Rejón

Tras dos años de alivio, los incendios forestales regresaron con fuerza el año pasado. El balance final de 2015 muestra que se abrasó más del doble de monte que en el ejercicio anterior. La superficie quemada se fue a 103.000 hectáreas, según el informe del Ministerio de Medio Ambiente.

2014 fue un año especialmente benigno pero, aun así, el salto en 2015 ha sido muy grande. Ha bastado con que el verano calentara con fuerza, fue el segundo más cálido desde 1961, para multiplicar los incendios, que han pasado de 9.700 a 11.900. Esas 103.000 hectáreas –por las 46.000 de 2014– rozan la media de la década.

Los dos años anteriores habían sido dos de los mejores de la historia respecto a los incendios forestales. “Esta pequeña tregua se debe, en gran parte, a condiciones meteorológicas”, ha analizado la organización WWF-Adena. Además, explican que se ha avanzado mucho en “los dispositivos de extinción” que han conseguido que muchos incendios se queden en conatos (menos de una hectárea de extensión) y que no se llegue a siniestros de grandes dimensiones. Pero, añaden, este modelo no podrá mantenerse mucho tiempo: “Las altas temperaturas y las perturbaciones climáticas extremas” van a provocar “episodios catastróficos que superen los dispositivos”.

Algo de eso ya se observó en 2015. Unos pocos incendios han arrasado grandes superficies durante varios días sin poder detener el avance del fuego. El informe del Ministerio de Medio Ambiente registra 15 grandes incendios forestales (GIF): los que superan las 500 hectáreas. No son un número desorbitado. De hecho, está por debajo de la media de la última década, situada en 26. Sin embargo, han sido devastadores. Solo esos siniestros han calcinado más de un tercio de todo lo que ardió el año pasado: casi 40.000 hectáreas.

El incendio de Quesada (Jaén) se llevó 9.000 hectáreas; el de Luna, en Zaragoza, unas 8.400. En Quintana del Castillo (León) se abrasaron 2.100 hectáreas de monte. Los tres se declararon el mes de julio. Un mes “extremadamente cálido” con una temperatura media 2,5 grados por encima de la media. En aquel julio “el más cálido de la serie histórica”, según la Aemet, hubo diez grandes incendios. “Menos frecuentes, de alta intensidad y mucho más destructivos”, como los define WWF. “Son imparables”, explicaba a eldiario.es el portavoz de la Asociación Nacional de Bomberos Forestales, Íñigo Hernández, “por la gran masa forestal de la que se alimentan y las temperaturas”. Un ejemplo, el gran incendio forestal de Quintana del Castillo avanzó a un ritmo de 86 hectáreas a la hora: fulminó 1.086 árboles en poco más de tres días.

Miles de árboles

Más allá de las grandes cifras sobre terreno afectado, en el curso pasado, las llamas se cebaron con los bosques. La superficie por donde avanzan estos incendios se denomina “forestal” pero no implica necesariamente árboles (algo más de la mitad del suelo forestal está arbolado en España). Pero en 2015 el fuego sí ha atacado a estas masas vegetales al arder hasta tres veces más bosques. Miles y miles de árboles como los pinares de la Sierra de Gata en Extremadura o los alcornoques desaparecidos en Lújar (Granada).

Además, una vez pasado el verano, el fuego no se detuvo ni mucho menos. Desde el 30 de septiembre hasta final de año ardieron miles de hectáreas en el otoño y el arranque del invierno. De hecho una oleada de incendios en el norte de España llegó a contabilizar hasta 200 siniestros simultáneos en Cantabria, Asturias, País Vasco, Galicia y Navarra. Sin ir más lejos, el último gran incendio de 2015 se registró en Boal (Asturias). Era el 19 de diciembre y arrasó 2.554 hectáreas.

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