La exposición del “creador” del neoclasicismo con la que el Prado cierra 2025
El año expositivo del Museo del Prado no se despide en silencio. Lo hace con una muestra monumental dedicada a Antonio Rafael Mengs, uno de los nombres más influyentes del siglo XVIII y, al mismo tiempo, uno de los más discutidos. Considerado por muchos como el impulsor del Neoclasicismo en Europa, su obra vuelve a ocupar el centro del debate gracias a una retrospectiva que reúne 159 piezas entre pinturas, dibujos, artes decorativas y estudios sobre papel. No es una revisión menor: es la mayor exposición del Prado sobre el artista hasta la fecha y una de las más ambiciosas del museo en los últimos años.
La institución propone un recorrido profundo por su producción y por su pensamiento artístico, pero también por su vínculo con Madrid y con la corte borbónica. Mengs no fue un visitante ocasional: fue el gran pintor de Carlos III, colaborador del monarca y autor de varias de las bóvedas, camarines y saletas más emblemáticas del Palacio Real.
Un artista entre palacios, Roma y la corte española
Hijo de un pintor sajón y formado entre Dresde y Roma, Mengs se convirtió al catolicismo antes de asumir la dirección de la Escuela de Pintura del Vaticano, un puesto reservado para talentos de primer nivel. Desde allí dio el salto definitivo a la corte española, donde Carlos III lo acogió no solo como artista, sino como consejero estético en pleno auge del Neoclasicismo.
La exposición reconstruye ese itinerario vital y profesional con un discurso dividido en diez secciones temáticas. En ellas se observa su capacidad como retratista oficial, autor de grandes programas murales y pensador teórico capaz de dialogar con figuras tan determinantes como Rafael, Correggio o Winckelmann. El resultado es una visión más amplia que la del simple artista de cámara: Mengs aparece como un agente decisivo en la transformación del gusto europeo.
159 obras para comprender su legado
Entre los préstamos más valiosos destacan Lamentación sobre Cristo muerto, procedente de la Galería de las Colecciones Reales; Júpiter y Ganimedes, del Palazzo Barberini; y Octavio y Cleopatra, cedido por la National Trust británica. A ellas se suman piezas procedentes de 25 instituciones internacionales, nueve colecciones españolas y diez fondos privados. El elenco confirma algo evidente: el peso de Mengs en el arte europeo del XVIII fue mucho mayor de lo que su fama posterior dejó entrever.
La muestra, además, devuelve protagonismo a un artista cuyas obras siguen vivas en la arquitectura madrileña. Basta levantar la vista en la Saleta o la Antecámara del Rey en el Palacio Real para encontrar sus frescos, o recorrer Aranjuez para ver cómo su pincel marcó la estética cortesana de toda una época.
Una despedida de año con vocación académica
El Museo del Prado cierra 2025 con una exposición que funciona como ventana al pasado y como revisión crítica del canon. El trabajo de Mengs, eclipsado durante décadas por la sombra gigantesca de Goya, recupera aquí su dimensión histórica, técnica e intelectual. La selección de obras muestra un lenguaje artístico que anticipa la ruptura con el barroco tardío y abre paso a una sensibilidad más sobria, ordenada y racional: la esencia del Neoclasicismo.
La exposición puede visitarse hasta el 1 de marzo de 2026. Las entradas cuestan 15 euros —7,50 la tarifa reducida— y, como siempre, el acceso al museo es gratuito de lunes a sábado entre las 18 y las 20 horas, y los domingos y festivos de 17 a 19 horas.
Una cita imprescindible para quien quiera entender por qué, en pleno siglo XVIII, un artista sajón y católico se convirtió en la voz estética de un monarca ilustrado y en uno de los nombres más influyentes del arte europeo.
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